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Libros que estuve leyendo.

De estos años, y de otros que recuerdo con cariño (a veces es grato el momento en que uno estuvo leyendo el libro, no sólo el libro en sí; incluso a veces el libro es irrelevante en comparación con el momento de la vida en que uno lo lee):

La más recóndita memoria de los hombres, de Mohamed Mbougar Sarr.

Memoria de elefante, António Lobo Antunes.

Primera sangre, Amelie Nothomb.

Estrella distante, de Roberto Bolaño.

Putas asesinas, de Roberto Bolaño.

Los papeles de Aspern, de Henry James

Cumbres borrascosas, de Emily Bronte.

Otra vuelta de tuerca, de Henry James (descubrí cosas nuevas, novela inagotable)

Cuentos de hadas, de Stephen King.

El arcoíris de la gravedad, de Thomas Pynchon.

Vicio propio, de Thomas Pynchon.

Mason y Dixon, de Thomas Pynchon.

Klara y el sol, de Kazuo Ishiguro.

Nunca me abandones, de Kazuo Ishiguro.

Lo que queda del día, de Kazuo Ishiguro.

Frutos extraños, de Leila Guerriero.

Memoria por correspondencia, de Emma Reyes.

Antología del cuento norteamericano, selección de Richard Ford.

Borges a contraluz, de Estela Canto.

Exhalación, de Ted Chiang.

Quienes se marchan de Omelas, de Ursula K. Le Guin.

Mientras escribo, de Stephen King.

El reloj de sol, de Shirley Jackson.

La loca de la puerta de al lado, de Alda Merini

Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson.

La masacre de Kruguer, de Luciano Lamberti.

El enemigo, de Lee Child.

Tiempo pasado, de Lee Child.

Aniquilación, de Michel Houellebecq.

Contra el mundo, contra la vida (ensayo sobre Lovecraft), de Michel Houllebecq.

La leyenda de Sleepy Hollow y otros cuentos de fantasmas, de Washington Irving.

La caja de los botones de Gwendy, de Stephen King y Richard Chizmar.

Una mente prodigiosa, de Sylvia Nasar

Una cabeza llena de fantasmas, de Paul Tremblay.

El laberinto del Fauno, guion de Guillermo del Toro.

Cuentos completos I, de Philip K. Dick

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick.

El pobre Goriot, de Honoré de Balzac.

Hasta el final del tiempo, de Brian Greene.

Hiperespacio, de Michio Kaku.

El futuro de nuestra mente, de Michio Kaku.

Notas para una ficción suprema, de Wallace Stevens.

La abadía de Northanger, de Jane Austen.

Corrección, Thomas Bernhard.

When the Mind Hears, de Harlan Lane.

Una breve historia de casi todo, de Bill Bryson.

Meditaciones de cine, de Quentin Tarantino.

El increíble hombre menguante, de Richard Matheson.

Viaje al Japón, de Rudyard Kipling.

Salinger, de David Shields, Shane Salerno

Soy Leyenda, de Richard Matheson.

El libro del cementerio, de Neil Gaiman.

por Adrián G. Fares.

PD: agradezco a mi amiga Majo Sánchez el descubrimiento de algunos de estos libros.

El poema.

Allá por 2015, Roberto, de unos treinta y seis años, se anotó en un taller de poesía. Serían unos ocho alumnos en un aula para treinta. El profesor les dio a leer poemas de Enrique Lihn, Gonzalo Millán y Ernesto Cardenal, entre otros. Además, pedía que los alumnos trajeran impresos sus trabajos para leerlos en la clase y recibir opiniones y sugerencias de correcciones. Las cursadas eran a las seis de la tarde. Mientras, fuera, atardecía, ya que era otoño.

Antes de entrar, las alumnas y los alumnos esperaban en bancos rectangulares a que el profesor llegara. Parecía el pasillo de un colegio de secundaria. Hasta había olor a tiza o a lápices.

En la espera, nadie hablaba. O hablaban muy poco. Recién al final de la cursada, a la salida, de noche, Roberto cruzó algunas palabras con una alumna, una señora. La señora le hizo recordar a una tía suya.

Roberto notó que los alumnos, en general, eran muy taciturnos. Él también debía serlo. Cuando el curso terminó, Roberto se preguntó, más en serio, qué era lo que los había llevado ahí a todos.

A Roberto le pareció que el curso, el mismo curso, con sus alumnas y alumnos, era una poesía.

Una poesía a la soledad, a los tiempos muertos, al atardecer entre palabras, a la duda de si uno escribía bien o mal, a la falta de amistades o de lugares dónde ir a esa hora de la tarde, a la pérdida de alguna persona.

Una buena poesía, sin escribir, sin temas, sin el párrafo anterior, sin título.

El taller fue como un sueño, a Roberto le pareció que nunca había tenido lugar. Olvidó a los alumnos, olvidó al profesor, olvidó a los famosos poetas. Se olvidó a sí mismo, sentado en un pupitre.

por Adrián Gastón Fares.

El caso de Juan.

Allá por 2021, Juan, un escritor que creía que había superado una ruptura y una crisis de años atrás con una exnovia, Juan que estaba festejando por haberse recuperado, Juan que escuchaba canciones alegres de noche y luego veía películas en la casa que había pertenecido a su abuela, Juan, cayó en algo inusual.

Juan, que leía ciencia, a Damasio, Sacks, Pinker, Rovelli, entre otros, como si fuera un científico del siglo XVII, que a la vez creía en la alquimia, se puso a investigar sobre masonería y fue a la casa de sus padres a pedir un libro que acompañaba a un disco de rock progresivo. Siempre le había llamado la atención ese libro. No lo pudo encontrar, pero le entregaron otro en donde un peregrino llegaba al otro lado del arcoíris y podía pedir un deseo. Juan pidió los suyos también. Él quería que su exnovia de años atrás volviera y que una de sus novelas fuera publicada.

El libro que le dieron se llamaba, en inglés, The Prince of Heaven’s Eyes (El príncipe de los ojos del cielo). Juan buscó en internet sobre masonería y encontró un sitio web donde explicaban los grados. Juan se dijo que él podía ser un treinta y dos. El príncipe del real secreto.

Sin creérselo del todo, Juan salió a caminar por el barrio con su perra. Ese día había una fiesta en su localidad. Cerca de una plaza, en la fiesta tiraban calaveras de cabras en la acera y escribían en las paredes letras del alfabeto hebreo. Y cuando pasó por una iglesia, el cura pidió que aplaudieran. También le pareció ver a su ex sentada en una terraza, dándole la espalda y dejándole ver su pelo largo y lacio: la representación de la princesa, claro. A Juan le pareció que todo eso lo hacían por él. Aunque no se lo creía del todo.

Los días pasaron y a Juan le pasaron más casualidades. En la casa de su abuela encontró una nuez de pecán que le hizo recordar a su expareja. Era imposible que hubiera una nuez de pecán en ese lugar porque había paltas y un limonero, pero ningún nogal. Así que Juan, que todavía no se creía todo, dejó la nuez de pecán pero lo vio como otro signo. En la casa de la ex de Juan había un nogal de pecán.

Juan hacía dominadas también, se colgaba de un caño y notó unas rayaduras en el caño. Se impulsó para hacer una dominada y vio que la rayadura tenía el nombre de su ex. Juan no se lo creyó del todo.

Al otro día, Juan salió al fondo y vio al vecino, un viejo barbudo, y creyó que era una especie de templario. Dentro de su casa, desde lejos escuchó el machaque de una forja de metal y pensó que le estaban forjando una espada para él. Se dijo que lo iban a iniciar en una orden muy pronto. A la vez, Juan, que seguía sin creerse nada de esto, vio la película Suspiria, la remake de Guadagnino, y le pareció que las imágenes eran muy parecidas a algunas de su vida. Luego vio The Green Knight y le pareció que aún tenía más relación con la masonería y con lo que le pasaba a él. Juan no se creía nada. Seguía pensando que todo era una broma.

Sin embargo, un día en que sus padres fueron al centro de la ciudad, Juan pensó que iban a retornar con su expareja. Como si se la fueran a traer. Como cuando su padre le traía revistas Billboard del trabajo. Juan esperó leyendo un libro sobre seres mitológicos argentinos. No le pareció raro que sus padres no retornaran con ninguna chica porque no se creía del todo lo que pensaba.

Juan fumaba cigarrillos. Y, a esa altura, cada vez que abría un nuevo paquete le daban ganas de llorar. Era como si el tiempo pasara y nada de lo que él esperaba se cumpliera.

Un día subió a su terraza porque pensó que había una cámara de seguridad en la claraboya del baño. Estaba seguro de que alguien estaba cuidándolo. Aunque no terminaba de creérselo.

Otro día, Juan, que ya había esperado demasiado para que su deseo se cumpliera, se empezó a enojar. Se enojaba con su expareja, se enojaba con los que le habían prometido (¿quiénes?) un deseo que nunca se cumplió. Empezó a pensar que estaba hackeado por una mala razón. Así que, casi a finales de 2022, decidió irse del conurbano y mudarse con su perra al centro de la ciudad.

Juan estaba exultante. Un día fue con su perra a un canil y un hombre fornido le pidió, de mala manera, que agarrara a su perra, para que él pudiera soltar a su bulldog. Juan no lo pudo hacer (su perra no era muy dócil) y le gritó de todo al gigante. Podía haber terminado mal el asunto para Juan. Aunque a él todo le parecía una broma. Una especie de actuación.

Todavía pensaba que su ex iba a volver, pero a la vez estaba enojado con ella porque tardaba demasiado tiempo. Su departamento quedaba cerca de la sede de la masonería argentina y cada vez que pasaba veía las acacias detrás de las rejas de la fachada. Se preguntaba cuando sería su iniciación. Y a la vez seguía sin creerse nada de lo pensaba.

Hasta que un día, Juan tropezó y se cayó en la calle. Casi lo arrolla un auto. Pasaba mucha gente, pero nadie se cruzó a levantarlo. La única que se asustó fue su perra. Inmediatamente, Juan se dio cuenta de que todo lo que había pensado era irreal. Que se había vuelto loco de a poco. Que no podía ser que su ex volviera. Que sus deseos no se iban a cumplir. Que su situación con el trabajo no iba a mejorar. Nadie lo estaba protegiendo y había perdido un año y medio de su vida haciéndose el payaso. Se dio cuenta de que había posteado en las redes sociales cosas inadecuadas e increíbles. Juan se mareó. El mundo se le vino abajo. Tuvo que borrar todo de sus redes sociales. Y volverse a la casa de su abuela en el conurbano.

Ahora, Juan se acostaba en la cama y no quería levantarse. Le molestaba el canto alegre de los pájaros. Sin darse cuenta, cayó en una depresión que era mucho peor de la que se había salvado años atrás. ¿Por qué? Por el libro que acompañaba a un disco de rock progresivo, por una serie de casualidades, por el estrés de la pandemia, quizá. Juan tenía muchos más problemas que antes. No paraba de llorar.

Sus padres lo encontraron justo cuando iba a colgarse del brazo de la ducha del baño (con una correa para perros) porque también había hecho algo parecido su ídolo, Chris Cornell. Juan terminó internado en una clínica de salud mental.

por Adrián G. Fares.

Clara Park.

Ver sobre su trabajo y su libro El asedio y el siguiente Nirvana la vida de una hija con autismo.

Clara era una ensayista de renombre.

Hablaba del libertador holandés Guillermo El silencioso (Guillermo de Orange-Nassau):

«No es necesario tener esperanza para intentarlo; no es necesario tener éxito para perseverar» (cosas de autoayuda)

¿No hay una película sobre esta mujer?

Es interesante porque enfrentó la teoría de las madres heladeras.

por Adrián Gastón Fares. An artist like me. Notas sobre Asperger´s y poemas.

Yo que nunca fui, soy. Séptima parte.

Recordamos cuando éramos chicos

En nuestras fortalezas

Ya sabíamos

Que no éramos iguales

Es aburrido

Vivir todo de nuevo

Nos transformamos para ser como ustedes

Queríamos ser como ustedes

Pero otra vez descubrirlo todo

Los hedores

Las defensas

Los límites lejanos

Todo huele a hospital

Huele a muerte y lo sabemos

Los gustos

Nuestro cuerpo ya extraño

Las venas marcadas

Porque nos marcaron de chicos

Nos molestaron de chicas

Nosotros no somos como vos

Nosotras no somos como vos

Un océano nos separa

Un cromosoma X

Un cerebro X

Las alas que tendrían que estar pero no están

Por vos

Nos ponemos negros

Adelantamos los hombros como si viniera una guerra

Soldados

Soldadas

Llevamos arriba nuestro a nuestras muertas

Llevamos letras de canciones que no entendíamos

Pero que ahora entendemos

Llevamos miradas compasivas

Que no son nuestras

No son nosotros

Pasó esto antes

Nos diezmaron

Destrozaron nuestros corazones

Nuestros miembros

Nos comieron

Nos extinguieron

No quieren decir nada de la gelatinosa diferencia

Es fácil controlar un color de piel

Una nación

Pero no es fácil controlar un cerebro

Que tiene todos los colores de piel

Todas las alturas

Todas las tallas

Y los números de calzado y vestimenta

Fuego

Nos tiraron

Lo vienen haciendo hace años

Era solo darse cuenta

Saberlo

Unirse en armas

Juntar hombro con hombro

Formar una invisible muralla

Y avanzar

Hasta que la tierra injusta caiga

Hasta que ellos y ellas retrocedan

Y clamen perdón

Yo trabajaba en una refugio en la época de la beneficiencia

Vi como mataban a los peores

Si teníamos un problema

Éramos ya provisorios

Extinguibles

Olvidables

Nos iban

Nos esterilizaban

Descerebraban

Con un golpe seco en la cabeza

Porque no éramos como ellos

Así es que somos menos

Así es que nuestra batalla siempre pierde

Nosotros que nunca peleamos

Y si lo hicimos fue por ellos

Sin ellos no seríamos nada porque se pusieron en el cielo

Pero nada es mejor que esto

Es mejor que arrastrar heridas que ni son nuestras

Es mejor que burlas

E inclinadas mentiras

Vimos un mundo que no existía

Lo vimos de chicas

Tratamos de salvar a los nuestros

Les dimos amuletos para eso

Nos vencieron

No dejaron que los ayudemos

Nuestra sangre se secó en antiguos bancos de madera

Entre maestras y maestros y grupitos de chicas

Entre camas marineras

Entre adversas religiones

Nosotras que éramos la religión

Nosotros que somos religión

Todos los laberintos ganaron

Las mentiras ganaron

Tu madre ganó

Tu hermana ganó

Nuestras compañeras ganaron

Perdimos nosotras

Nos volvimos con la cabeza baja

No pudimos disfrutar lo que vos disfrutaste

No pensamos que a pesar de sobrevivir esa estupidez y maldad temprana

La íbamos a tener que aguantar toda la vida

Desaparecimos

Nos desaparecieron

Nunca hubo lugar para la diferencia y siempre tiraron

A matar

No lo sabíamos

Las balas invisibles matan años después

Por eso adelantamos los hombros

Enterramos nuestros cuerpos

Un centímetro ganado a la Tierra

Es un espacio ganado a ellos

Desplegamos alas muertas

Nos guarnecimos

Ya no somos lo que vos querías.

Yo que nunca fui, soy. Sexta parte.

Intervalo (o tal vez final)

Puede ser que el destino de un árbol sea no saber que tiene raíces

Puede ser que la vida de un pájaro sea no saber que tiene alas

O la de un pez nadar sin conocer sus aletas ni el agua en la que nada

Puede ser que las cucarachas no sepan que tienen antenas

Y los murciélagos soñar boca abajo sin saber que tienen las patas cruzadas

Puede ser que una hormiga no sepa que existe el hormiguero

Y que una abeja ronde una flor sin saber que es una flor

Lo que no puede ser es que los seres humanos

Tengan que desconocer los sustantivos que los describen

Para caer en viejas telarañas sin radio ni centro

No podemos dejar que nos escondan las palabras que nos nombran

Que nos giren el tablero

Cada vez que nos aproximamos a nuestras verdades

Cuanto tiempo un hombre tiene que ver cómo le cambian el arco de lugar?

Cuanto tiempo hay que empujar la mentira hasta que caiga en el precipicio de la verdad

Yo vi los cuerpos en el piso

Yo vi la sangre en la pared

Vi el fuego que quema tu asiento

Y de gritar justicia y verdad bajo el agua me quede ronco

Nosotros que tenemos en el cuerpo la marca de las pezuñas de nuestras mascotas muertas

Esa desgastada V

Nosotros que tenemos pesadillas en las que somos rechazados hasta el principio

De los tiempos

Venimos

Con humildad

A darlo vuelta todo

Yo que nunca fui, soy

Ella que nunca era, es

El que nunca pensó, piensa

La que nunca habló, habla

La que no podía, puede

Y puede más que vos

Ellos que nunca iban a crecer, crecieron

Y crecieron más que ustedes

Nunca nos dijeron te íbamos a esconder las cosas para que no las encuentres

Nunca nos dijeron te íbamos a esconder la verdad para cuidarte

Para que no sufras

Y nunca se imaginaron que la íbamos a descubrir solos

Gracias a la señora Olga y a la señora Temple

Gracias a una chica que nos vino a buscar desde lejos

La noche que pasaban la película de nuestras vidas

Y cortaron la luz de toda la avenida

Para que nuestros ojos se acostumbren a la oscuridad

Esa oscuridad que iba a seguir creciendo hasta volverse un obelisco negro

Que nos pinchó el cielo de fuegos artificiales

Y encima nos llevaron en helicóptero para ver el agujero que iba a quedar

Por ahí vimos tu planeta falso

Tu asociación de versos célebres

Nosotros que siempre nos hamacamos

Que esperamos nuestro vaso de plástico de café en puntas de pie

Nosotros que nos hicieron pasar por ciegos de amor

Por hijos de la dictadura de la sordera

Nosotras que siempre estamos listas para una fiesta que nunca empieza

Nosotros que escribimos el escuchar de los escuchares

Gigantes perseguidos por gigantes que ya son más bajos que nosotros

Nosotras que nunca nos inscribieron

A nosotros que nos salva el juego triste y solitario de escribir con inocencia palabras letales

Nosotras que nacimos con dedo de revolver y fuimos ametralladas por un manojo de signos

Nosotros que esperábamos amor y obtuvimos burla y silencio

Nosotros que estábamos llenos de cosas que nos hacen ruido

Nosotros que rondamos la dicha

Y ya probamos que no necesitamos nada

Los ascéticos de la nueva era

Las desinteresadas de los intereses restringidos

Rígidas

Durangas

Forrest Gumps sin zapatillas

Maléficas sin Disney Plus

El hombre sin cara. Relato corto.

Un hombre sin rasgos faciales nació en el barrio de Once de Buenos Aires. Los médicos que lo extrajeron del cuerpo de su madre le advirtieron a ella que no tenía rasgos faciales, pero aclararon que gracias a Dios tenía todos los sentidos intactos. El niño había llorado y todo, luego de un minuto, ya que a través de los poros de su pielcita, salió disparada una nube de vapor, como si algo hubiera activado un rociador, que se esparció por toda la sala de la clínica.

Según el médico su verdadera cara estaba debajo de gruesos pliegues de lampiña piel, pero de alguna manera la información visual y auditiva, que son las más importantes para los humanos, ya que el olfato no parece muy útil, llegaba al cerebro, que estaba en algún lugar de esa cabeza que parecía un huevo rosáceo.

Cuando llegó el momento de pasear con el cochecito de bebé, la madre le dibujó antes con un marcador indeleble unos ojos, una nariz y una boca. El padre retocó un poco el dibujo de la madre y los dos quedaron muy contentos con el resultado. La gente quedó encantada con el resultado en la calle. Le sonreían y hasta lo acariciaban.

Aprendió a mover los rasgos como pudo y en la escuela, haciendo mucho esfuerzo, pudo estirar tanto la parte inferior del huevo que tenía de cara, lo que hubiera sido su mentón, que logró separar una hendidura parecida a una boca, justo donde tenía la boca dibujada. El tiempo pasó y el hombre sin cara creció y pasó como uno más entre los pares, salvo algunas bromas de los pocos que podían darse cuenta que su cara era un dibujo. Durante el colegio secundario el acné revistió la piel de donde hubiera ido el rostro de cráteres y eso ayudó a que otros se sintieran identificado con él. Después de todo, las caras están en proceso de erupción en esos años.

Con el tiempo, después de graduarse en Bellas Artes, el hombre sin cara se convirtió en un intérprete excepcional, aprendió a recitar obras de teatro clásicas de memoria, escribió las suyas, fue premiado, elogiado, e incluso ganó algo de dinero. Tenía ese don de contorsionista en su cara. Era un experto en la imitación. Y no sólo eso, a veces lograba transmitir estados de ánimos jamás experimentados por el público ya que podía plegar la piel de una manera nunca antes apreciada por los espectadores de teatro.

En ese momento, en la cresta de la ola de su popularidad, consiguió enamorar a una chica que con el tiempo se convirtió en su pareja. La misma chica lloró ante las menciones y premios colgados en las paredes del apartamento del hombre sin cara, donde vivía solo, con varios espejos, desde que se había mudado de su Once natal. El hombre sin cara no entendía por qué la chica había llorado, porque a él parecía irle bien.

Al poco tiempo el dinero no alcazaba. Y el hombre sin cara malgastaba en miles de lapiceras y marcadores de tinta indeleble su desequilibrada fortuna. Un primo lejano lo ayudaba en secreto económicamente y eso bastaba a esa familia para mantener la ilusión de que no habían tenido un hijo sin cara. Pero la chica ya no toleraba la situación y la gente decía que había que tener un futuro, que debía tener un PLAN B el hombre sin cara, y hacía rato que el hombre sin cara no quería hacer otra cosa que dibujar, escribir, actuar e incluso bailar; todo lo cual estaba escrito en la obra de teatro que quería presentar cuanto antes.

Así y todo, por esa época la pareja decidió festejar su unión espiritual, ya que la física no paraban de festejarla, y si bien no eligieron casarse, hicieron una fiesta en el apartamento de la suegra del hombre sin cara. Para la fiesta, fue invitado un familiar, el primo lejano que era una especie de mecenas de nuestro protagonista, que había crecido con el hombre sin cara, que había visto a los progenitores del mismo pintarle las facciones, porque era de esos hombres que siempre están en el momento justo y en lugar indicado para influir en la vida de los demás.

Es más, se vistió de lujo para la ocasión, él que era sucio y vulgar, y llevó un sombrero de vaquero, que le daba un aire de patriarca superado. Una mirada del primo lejano dejaba sin valor la de los padres del hombre sin cara. El brillo de esos ojos sagaces y resentidos era capaz de convencer al mundo de que nunca se habían destrenzado los continentes. El amor nunca tuvo un contrincante tan entrenado, tan erguido, tan lastimado como para clamar venganza.

El hombre sin cara, en la terraza donde se festejaba la unión de los amantes, se quejó de que faltaba vino para el festejo, algo de lo que se iba a encargar el primo lejano, incluso había dicho que su finalidad era alegrar la fiesta con los vinos que él mismo producía. El primo dijo, tomándose la punta de su sombrero.

–No tenés cara para decirme esto. No tenés cara.

El hombre sin cara no sabía que contestar. Empezó a sentir un remolino ardiente que nació en su estómago y subió hasta su pecho. Él había hecho las cosas bien, él había administrado las cosas para que ahora estuviera a punto de cumplir y realizar su gran obra. Las sumas que enviaba el primo lejano eran una limosna. Y hasta él había trabajado en sus viñedos al principio sin paga. Pero el primo lejano repitió.

–No tenés cara.

En ese momento el padrastro de la pareja del hombre sin cara se miró con su esposa y todos bajaron la cabeza, desilusionados del hombre con cabeza de huevo.

Unos días después, cuando seguía preparando una obra de teatro que se llamaba El hombre sin cara, el cielo ennegreció y se desató una tormenta, El hombre sin cara estaba ensayando en un galpón que había convertido en sala y se dio cuenta que era el cumpleaños de su querida y debía pasar por la florería. Olvidó su paraguas. La lluvia fue tan fuerte que borró las facciones que tenía dibujadas. Fue tanta el agua que cayó, y tan lacerante, que llegó a borrar incluso las que habían dibujado sus padres. La ciudad se inundó de agua y el semblante del hombre sin cara de tinta.

Las cejas se despintaron, cayeron sobre la nariz en una mancha que ya no tenía límites claros, la nariz se desparramó sobre lo que hubieran sido sus mejillas como si fueran los redondeles rojos de un payaso, y la boca cayó hasta la punta del huevo que debería haber sido su mentón. Aún así llegó a comprar el ramillete de flores para festejar el cumpleaños de su pareja.

Así que entró en su apartamento con las rosas y su pareja empezó a gritar. En vez de decirle que su cara se había desfigurado por el agua, le tiró un trapo y dijo que no podía seguir en la situación en que estaban. También le dejó en claro que era una maldición para sus padres, y para su primo lejano sin dudas, y que evidentemente tenía serios problemas psicológicos que había tratado de advertirle que fueran enmendados. El hombre sin cara sabía que tenía algunos problemas por no haber tenido cara, pero no eran nada comparables a los que tenían los demás. No había manera de explicar su vida.

El hombre sin cara terminó llorando y temblando en su apartamento frente a su pareja que le anunció que lo abandonaba y que se iba bien lejos porque su madre había comprado un pasaje para llevársela de viaje y alejarlo de él lo más rápido posible.

Solo en la casa, el hombre sin cara fue a una caja de madera que tenía en el placard, la abrió y sacó el certificado de hombre sin cara que le habían expedido el estado argentino hacía muy poco tiempo, mientras conocía a la que ahora era su ex pareja. No era el único, pero otros simplemente tenían un huevo en vez de cara, y desde niños andaban así, con una tez oscura, a veces con llagas de restregarla contra la pared para tratar de sentir algo de forma directa, otras veces bronceada por el sol, cuando elegían vivir alejados de la sociedad. Sabía que algunos sentían tanto que elegían esconder la cara en algún armario.

Con el certificado de hombre sin cara, y sin parar de llorar, el hombre se dirigió a la cocina, abrió la hornalla y quemó el certificado, que incluso le había sido entregado por su querida cuando llegó por correo. Luego tomó el jabón blanco de lavar la ropa, fue al baño y comenzó a lavarse la cara, hasta que no quedó ni las cicatrices de las repetidas manchas que había dibujado su madre hace tantos años, y las que él había vuelto a marcar tantas veces con ahínco; las que parecían ojos, una nariz y una diminuta boca, que él mismo había aprendido a fruncir haciendo esfuerzos desmedidos, como el mejor contorsionista, se fueron alisando y la cara quedó casi como un huevo rosado, enrojecido en su totalidad ahora y no sólo en algunas partes por la fricción del jabón y la de sus propias manos. El huevo que tenía de cara parecía ahora un gran ojo restregado.

Fue a una psicóloga, de ascendencia griega, que le dijo, como si fuera el mismo Zeus, que nadie debía quererlo si no quería estar con un hombre sin cara. No era una obligación que su ex pareja lo quisiera; con eso pareció estar descubriendo América la mujer. Luego fue a otro que le dijo que el mundo era injusto. Y que él debía ser descendiente de los primeros homínidos fallidos, esos que relataba el Popol Vuh, con caras yermas como la suya.

Desesperado, visitó a un homeópata que le dijo que tomando unas gotitas de un líquido podría empezar a recuperar sus rasgos. Todos los defectos del hombre sin cara que no tenían que ver con no tener rostro comenzaron a agigantarse ante él como terribles pesadillas que se proyectaban en la pared desnuda del apartamento donde vivía. Necesitaba salir de ese lugar cuanto antes.

Se había dado cuenta del gran sobreesfuerzo que estuvo haciendo toda su vida para encajar, para salir adelante, porque él era el primero de todos que sabía que en lugar de una cara tenía una planicie que tuvo que aprender a domar para expresar sus variadas emociones. Al principio golpeaba con su cabeza la de los demás, para dar a entender que le gustaban. Algunos, y con razón, lo tomaban a mal. Descubrir lo que ya se sabe es lo más aburrido del mundo. Y la tristeza y el sopor de lo monótono inundaron al hombre sin cara. El futuro estaba vacío.

Como el agua ahora parecía perseguirlo, el día que salió de su apartamento dispuesto a conquistar el mundo otra vez no paraba de lloviznar. En las calles céntricas de Buenos Aires, trató de encontrar a otro hombre sin cara, a una mujer sin cara también, pero fue en vano, todos parecían haber escapado de alguna manera de ese lugar. Sabía que no todos los hombres sin cara tenían cabeza de huevo, así que andaba mirando a los que tenían sombreros, a las que andaban con paraguas escondiendo la cabeza, a las niñas cuyo cabello parecía de utilería, a los niños que llevaban máscaras aunque no hubiera ninguna fiesta ni era carnaval, a los viejos que tenían una pipa más grande que su nariz, y más que nada, a los tatuados, con cuidado, porque algunos decían que traían mala suerte. Pero nada.

Entonces trastabilló y cayó en una zanja sucia, ya cuando estaba por el barrio de Palermo, y había caminado más de cinco kilómetros de donde vivía. Ahora sus facciones eran un caos organizado por el barro de la zanja. Pudo verlo en el baño de un bar y luego se alejó para meterse en el estudio donde estaba ensayando la obra. Juntó fuerzas y con la cara que parecía ser un lodazal, pero guarecido esta vez de la lluvia y de las personas, comenzó a proferir el discurso que había preparado para la obra que iba a interpretar con su amada ausente.

Odiaba realmente más que nunca a su primo lejano. Estaba dispuesto a ir a buscarlo y arrastrarlo de los pelos por todo su viñedo de uvas agrias. Pero él no era así. Sabía que la vida se desplegaba, se alisaba, se contraía, se ahuecaba, arrugaba, se desprendía y que esa verdad era inherente a todo, como si lo que lo separaba de su primo lejano fueran esas tierras resecas y partidas que generan las sequías. Y pensó que esa terracota inutilizable era la que tenía su primo en su corazón.

No había nadie en el galpón que usaba de sala de ensayo. Las ratas paseaban por las vigas y sorteaban los reflectores. Las palomas anidaban en el techo de zinc.

El hombre sin cara se mantuvo de pie una hora e interpretó todos los papeles de la obra que había escrito. Luego advirtió que por el techo, que debía estar agujereado, caía un pequeño hilo de agua. Caminó hasta el agua azul verdosa y dejó que lo salpicara para darle así un nuevo aspecto a su redondo y liso semblante. Entonces buscó una vieja silla de madera que había en un vértice de la habitación y se sentó. Levantó su mano derecha, extrajo de sus bolsillos un marcador y dibujó una cara en cada una de las yemas de sus dedos.

Una yema sonreía, la otra expresaba frustración, en el dedo medio había una asombrada, una frívola la seguía y en el meñique una carita absorta. Se quedó mirando su meñique por mucho tiempo, hasta que logró que la cara absorta comenzara a moverse.

De alguna manera, logró que la piel de su dedo meñique se estirara, cambiara de forma, comenzara a hacer una transición entre las caras que estaban dibujadas en las otras yemas. Y se distrajo tanto con eso, que la noche sobrevino, el día, las semanas, los meses y enflaqueció hasta quedar hecho un esqueleto. Un día su cabeza se desplomó del peso.

Lo encontraron, hecho un esqueleto, sin piel y con la cara que los médicos habían dicho que tenía bajo el huevo que debió contener una cara. El rostro descubierto, como el de los demás humanos, era único, y hasta en la deformidad de la muerte conservaba la pasión que lo había guiado en sus pasos por este mundo de gente que, en general, llevaba una cara bien visible.

Y así termina el relato de la vida del hombre sin cara.

Por Adrián Gastón Fares

Para que quede claro. Conclusión sobre la relación entre autismo, pérdida de audición y tinnitus.

Quiero explicar (me parece una responsabilidad explicarlo) que no haber entendido un diagnóstico de “Autism Syndrome Disorder” o del “Trastorno de Espectro Autista” que me fue dado en 2014, a los 36 años, excluí la posibilidad de que pudiera coexistir TEA, en el rango antes llamado Asperger, con mi hipoacusia y tinnitus (acúfenos; zumbidos constantes). Debieron sumarse los diagnósticos.

Estaba en ese momento, hace 7 años, bastante seguro del diagnóstico, de hecho fui rejuntando los datos yo mismo requeridos para el mismo (no encontraba explicaciones posibles a mis síntomas, y la explicación con respecto al tinnitus y las especies de mareos nunca me convencieron)

Creo que primero tenía que concentrarme en los oídos, en encontrar audífonos útiles; de cualquier manera, varias causas e influencias me llevaron a negar ese diagnóstico de 2014. 

Debí haber abrazado ambos diagnósticos porque los síntomas de los dos diagnósticos estaban claros.

Hoy creo haberme equivocado en dejarme llevar por opiniones de profesionales de otras áreas, que no estaban vinculados al diagnóstico del ASD o TEA y negaron la posibilidad de que coexistieran el TEA y la hipoacusia neurosensorial.

Había gente empecinada en que yo no tuviera sordera ni autismo, se ve. Pero como no conocer la verdadera identidad de uno es contraproducente; esas son cosas que nunca deberían ocurrir. No se juega con las personas con discapacidad (pero qué se puede esperar en un mundo donde mucha gente odia hasta a una niña con autismo. Respuesta: Nada)

Por otro lado, debería ser más integral todo, pero sé que es difícil, más cuando se busca una explicación en la juventud / adultez.

En cualquier caso, confío en mí:

Viendo escáneres del cerebro que me realizaron por el tinnitus y la hipoacusia neurosensorial, por la que tengo certificado de discapacidad, revisando resonancias magnéticas con medio de contraste, tomografía eléctrica cerebral (brain electrical tomography, sistema LORETA; vigilia, reposo, visual y auditiva), leyendo el resultado de esos estudios, comparando información, adaptaciones, no adaptaciones, síntomas y diagnósticos, llegué a la conclusión que mi hipoacusia y el ASD pueden coexistir. 

O uno explicar al otro (lo más común sería que el ASD explique la sordera) En ese caso sería un mecanismo de compensación como los que explica Olga Bogdashina tan bien en sus libros. 

No puedo negar que leer los libros de Temple Grandin (El cerebro autista), más otros de neurociencias, me ayudaron a pensar el problema.

Puede ser que tenga a la vez (de hipoacusia y tinnitus), APD (Auditory Processing Disorder). El libro When the brain can´t hear, de Teri Jams Bellis, me ayudó a entenderlo. Esa dificultad para enfocar la escucha está presente en mí (además de la pérdida de audición en los agudos, que coincide con el rango del tinnitus

En tal caso, eso explicaría el porqué llevó tanto tiempo mi diagnóstico (APD recién se diagnostica en la actualidad a los 7 años de edad) .

Y el ASD/TEA leve aquí en los años ochenta del siglo pasado no se diagnosticaba: a uno le decían que le faltaba calle (no me faltó calle de chico, sí luego fui un adolescente muy solitario). 

El ASD / TEA explicaría bien mi infancia, mi adolescencia (ya clara sordera también por la dificultad adaptativa incrementada), juventud y… bueno, espero ser joven todavía.

Queda por revisar los escritos que fui publicando en este blog sobre mi vida y la sordera (ahora agrupados en el Índice de este blog en Escritos sobre mi vida) y verlos como una aproximación a una verdad, como también lo es esta aproximación a una verdad que para mí resulta evidente.

Y hay que leerlos de ahora en más teniendo en cuenta el “TEA” y todos los diagnósticos y síntomas generados por la hipoxia en el nacimiento, el nacimiento con fórceps y/o la herencia genética (las anteriores causas posibles de mi hipoacusia y tinnitus).

por Adrián Gastón Fares.

PD: Recomiendo ver la película sobre la vida de Temple Grandin en HBO Max.

También vuelvo a recomendar el documental The reason I Jump (La razón por la que salto).

Y, como lo había hecho en 2014, recomiendo el libro de Olga Bogdashina, Percepción sensorial en el autismo y síndrome de Asperger.

Nota: No siempre el autismo tiene que ver con evitar el contacto visual. En el caso que se dé con tinnitus / pérdida de audición no queda otra que mirar la cara del interlocutor, especialmente tratar de leer los labios para comprender lo que nos están diciendo.

Saber discernir no tiene nada que ver con escuchar.

Llegó el momento de que la sociedad salde una deuda con los que nacimos de manera diferente (la discapacidad es sólo un paradigma médico, necesario, por cierto porque sirve para pensar un problema y por lo tanto sirve para recibir ayuda sobre ese problema)

Si bien la palabra diferente parece estar estigmatizada en la discapacidad y se prefiere usar el eufemismo “capacidades diferentes”, creo que es más adecuada, o que incluso puede ser reemplazada por la palabra DIVERSA O DIVERSO (en mi caso por ejemplo tengo hábitos, adaptaciones y costumbres de persona con discapacidad auditiva y otras de persona oyente, por lo tanto la palabra no me parece descalificadora para nada; me hace comprender a mí mismo mejor y tal vez explicarme mejor a los demás)

Si quieren, el último (el nacer diferente, diversa o diverso) puede ser un paradigma de discernimiento sociológico o humano cuando hay discapacidad NO ADQUIRIDA, o sea cuando la discapacidad es temprana o de nacimiento.

Sin dejar de apoyar otras luchas muy justas expongo que la nuestra es otra identidad para ser tenida en cuenta.

En la discapacidad no adquirida la adaptación genera hábitos y costumbres, hasta una manera de comunicarse, claro, que nos definen como seres humanos.

Cuando la discapacidad es adquirida de adulto, es otra historia, con otro marco de pensamiento, porque la persona recién ahí comienza a adaptarse a la nueva condición, y las adaptaciones llevan mucho tiempo como para solidificarse en hábitos y costumbres que generan una identidad.

No es menor sentar bases sobre la diferencia de discapacidad adquirida y no adquirida para ser justos tanto con una como con otra.

Los que tenemos discapacidad no adquirida venimos aguantando ser invisibles hace demasiado tiempo. Todavía más las personas con algún grado de sordera (discapacidad invisible) que históricamente fuimos abandonadas en nuestra lucha (o nos hicieron abandonar nuestras luchas) una y otra vez.

Se debe al miedo que la sociedad tiene de lidiar con nuestras dificultades y diferencias (el miedo a compararse con lo que no deberían compararse; no debería existir ese miedo y sí la comprensión y el equilibrar para suplir, según el caso, las desventajas)

Se debe a que la apariencia es más importante que conocer la realidad.

Por esto último, se vulneran derechos y no se hacen las INTERVENCIONES necesarias para que suframos menos la presión social, fruto de la no educación al respecto de nuestra condición humana.

No se toleran más las incoherencias e injusticias al respecto, ni el discurso imperante CREADO POR LAS PERSONAS SIN DISCAPACIDAD O NO DIFERENTES, y si para algo nací es para hacer saber lo que viví y compartir mi experiencia.

Como suelen decir, parece que somos “un caso de estudio”, una expresión que se usa , a veces, para señalar la rareza o la particularidad de una persona. “Es un caso de estudio”, he escuchado decir, a veces de manera cariñosa, sobre algunas personas.

Solemos ser casos de estudio nunca estudiados y con suerte, uno mismo llega a estudiarse y construir su propia realidad y su propio paradigma, porque tristemente, no hay ninguno.

Hay que educar a las personas sobre las condiciones de discapacidad NO ADQUIRIDAS O INVISIBLES. Estamos doblemente expuestos a una incomprensión que lastima diariamente y que es molesta. Parece que el mundo olvidó lo que había aprendido en el siglo XX. En los setenta había movimientos en Estados Unidos de “orgullo sordo” o equivalentes.

Por ejemplo, en lo que nos toca a las personas con discapacidad auditiva, está mal que sigan haciendo chistes como “qué suerte, podés sacarte los audífonos cuando no querés escuchar a alguien” o “¿para qué querés escuchar con lo que dicen?”

De ahí en adelante, hay todo un mundo de peligro, maltrato e incoherencia social para las personas nacidas diferentes, con algún tipo de discapacidad auditiva. Estos ejemplos son menores: la incomprensión puede llevar a hacer confundir a la misma persona sobre su identidad y por lo tanto, sin querer, exponerla a todo tipo de maltratos sociales, tanto físicos como psicológicos. Además, imaginen los que ocurriría si nosotros hiciéramos los mismos chistes con otras identidades.

El pensamiento se aletarga en momentos de pandemia parece, y lo mejor que podemos hacer es reflexionar para sentar nuevas bases. Son más que nunca necesarias, veo. Es un momento propicio.

Necesitamos una política para que la discapacidad y la diferencia sean más respetadas. Para no perder los derechos ya ganados y que se haga cumplir el texto íntegro producido por la convención de los derechos de las personas con discapacidad.

No queremos ser más invisibles ni sufrir la violencia cotidiana de la incomprensión. Algunas, y algunos, ya sufrimos mucho.

Para que el mundo sea más justo, cuanto antes es necesario educar a las personas y crear una conciencia sobre la tolerancia y la comprensión de la diferencia.

En los ochenta se escribió un libro sobre la sordera que se llama “Cuando la mente escucha” (When the mind hears, Harlan Lane, 1984)

Saber discernir no tiene nada que ver con escuchar.

por Adrián Gastón Fares.

Sobre el nuevo paradigma para las personas con discapacidad.

En una nota anterior propuse que era necesario construir un nuevo paradigma para las personas con discapacidad.

Aquí propongo algunas ideas:

  1. Deberían interpretar a las personas con discapacidad para saber qué es lo que queremos.
  2. Este nuevo paradigma debe incluir el espacio necesario para las personas con discapacidad.
  3. El paradigma debe contemplar una relación horizontal entre las personas con discapacidad, la política y la medicina. Las personas con discapacidad, por otro lado, deberían poder elegir libremente qué religión las representa en el que caso de que así lo deseen.
  4. Por lo tanto, sin una relación horizontal entre política, medicina y personas con discapacidad no se puede construir nada.
  5. Siempre que hablamos de discapacidades no estamos hablando de enfermedades a tratar. Debemos separar la idea de discapacidad de la de enfermedad / trastorno, sea cual fuera. Y sí sostener las tecnologías necesarias para ayudar en el caso de que las personas con discapacidad lo pidan, claro.
  6. Las personas con discapacidad deben ser las que construyen el debate sobre sí mismas. Incluyendo a las personas sin discapacidad.
  7. Entonces, la idea es que hagan un lugar en las instituciones públicas para las personas con discapacidad que tengan los conocimientos, hayan hecho una reflexión al respecto de su condición y quieran unirse a instituciones públicas para diseñar el nuevo camino de la discapacidad.
  8. En otros artículos de este blog, ya mencioné que necesitamos que la cultura genere el mismo espacio público para que los contenidos sean más diversos. A la vez que se integre a las personas con discapacidad para generar nuevos contenidos. Los contenidos inspiran y desentumecen a los espectadores, lectores, etc. y allanan caminos.
  9. Por otro lado, los documentos científicos deberían renovar terminología acorde a lo enunciado en el punto 5.

Adrián Fares

Sobre la importancia de construir un nuevo paradigma para las personas con discapacidad.

Hay cosas que se aprenden enfrentando obstáculos. Como todo no tiene que ser tan difícil en la vida y como enfrentar obstáculos siempre puede generar algún daño colateral innecesario, a veces es mejor leer.

Las personas con discapacidad a veces no tienen tiempo para leer. No pueden, no los dejan o no sé qué pasa pero estoy pensando la razón por la que no han sabido luchar por sus derechos y no han sabido, en general, dejarnos un mundo mejor a los que veníamos tras ellos. Sé que algunos y algunas lo hicieron (Helen Keller, por ejemplo).

Ahora, escribiendo esto, me doy cuenta que han tenido que enfrentar obstáculos muy difíciles, como la falta de un paradigma que los ampare.

Entonces, sin Thomas Kuhn, sin Veblen, sin Burke, sin Sontag, sin Said, sin Levi-Strauss y sin Foucault, claro, las cosas se hacen más difíciles. Discernir se hace más difícil, más cuando uno tiene un doble trabajo, el de entenderse a sí mismo, y el de comprender al mundo.

No es tan difícil comprender al mundo, diré, como comprenderse a sí mismo. Diré también que personas con discapacidad que se han comprendido a sí mismos, de alguna u otra manera, sin decirlo, han dejado una huella imborrable en la cultura y se han olvidado de la desigualdad (salvo en sus cartas póstumas, como la de Beethoven que fue escondida por sus familiares y salió a la luz no hace mucho, creo recordar)

Por lo tanto, es más importante comprenderse a sí mismo, que al mundo, por lo menos para dejar huellas imborrables en la cultura. Pero para cambiar las cosas: no. Hay que comprender la dinámica del llamado entorno o mundo (aunque el filósofo Gabriel Markus diga que el mundo no existe, con más razón, existen una serie de paradigmas con los que podemos entablar una conversación)

Volviendo a lo que pensé en una nota anterior es evidente que la discapacidad no adquirida, de nacimiento, es el resultado de haber nacido con algún problema que se iba a evidenciar tarde o temprano en cuanto la exigencia de adaptación se presentara. Y que el síntoma donde se evidencia más, no es más que eso, es un síntoma (como ya saben muchas personas que sí están estudiando el tema ahora: lo que me hace suspirar de alegría) 

Por ejemplo, en mi caso, la sordera (la hipoacusia o tinnitus, digamos; leer notas al final: adelanto que creo que el tinnitus/hiperacusia es la causa de mi hipoacusia y no al revés como deduce el paradigma médico vigente, por ejemplo).

Es el pico, es lo que salta: es una secuela. Otra podría ser los sabañones, por ejemplo. O la casi imperceptible asimetría física que tengo, como muchos. Me las arreglé para vivir con algo de asimetría corporal, y con sabañones, pero me costó más escuchar. Por eso el certificado de discapacidad y el diagnóstico tardío y la mar en coche, como decían antes. Pero no me asombran las dilaciones médicas a esta altura. Ver nota 1.

Lo que sí me asombra es que no se haya ido más allá con el tema de la diferencia de nacimiento. Que no se hayan armado paradigmas al respecto mucho más humanos y accesibles. 

Me asombra que no se hayan hecho distinciones entre discapacidades adquiridas tarde (ey, mi abuelo no escucha bien tampoco y a mí me dan ganas de decir: ¡qué me importa!; no es lo mismo, tu abuelo seguro que vio Los Simpsons y los escuchaba, no tuvo que vivir el ser joven y no escuchar bien, por ejemplo; hay una distinción en eso, no se puede comparar y es un chiste que no me preocupe la pérdida de audición en adultos mayores, claro, me importa: pero no es lo mismo que nacer con pérdida de audición) y las repercusiones en la identidad de la diferencia con la que uno ya nace.

Si algún humano hubiera trabajado en eso, a mí me sería más fácil con solo decir que nací diferente, o con alguna discapacidad, ser comprendido. Gastaría menos tiempo en discutir conmigo mismo y con los demás para explicar algo que siento como una verdad evidente, cuyo abandono me parece injusto.

Ahora bien, entre comprender y ser comprendido, siempre voy a elegir lo primero.

Adrián Gastón Fares.

PD: me importa que los adultos mayores no puedan escuchar bien, de hecho, vi cómo la sordera, con el tiempo, afectaba a personas queridas y todavía hoy recuerdo eso con dolor, en un caso era una persona que vivía con otra discapacidad. Yo no sería el mismo si no la hubiera conocido. No tomaría mate. No conocería una gracia que pude conocer. Y, lo más importante, sería mucho menos dichoso de lo que a veces soy.

Nota 1: No estoy tan seguro que mi hipoacusia sea neurosensorial. Puede ser una consecuencia de los conductos internos auditivos. De hecho, un médico otorrino, en 2012, observando una tomografía computada que me mandó a hacer, sugirió que podía ser una malformación congénita, que estaba casi dentro de los límites de lo normal, de los conductos auditivos. La otra teoría es que las células ciliadas del oído mueren por la hipoxia de nacimiento y el deterioro se acentúa con el paso del tiempo. En cuanto al tinnitus, también sería causado por las células cilíadas estropeadas. También puede desarrollarse por falta de rehabilitación auditiva (como también con el tiempo se discriminan peor las palabras escuchadas, porque no se estimula al cerebro) Los médicos todavía no pueden explicar al tinnitus a fondo, por lo que me consta (investigué mucho, hasta con otoneurólogos) La metáfora del piano desafinado, o con teclas rotas, deja perplejo al paciente y en espera de mejores explicaciones (prefiero esta comparación: es como tener caracolas de mar pegadas a las orejas)

Nota Corrigiendo la Anterior: Negué un diagnóstico de ASD o del espectro TEA (antes llamado Asperger) que me fue dado en 2014 (quería quitarme la duda y estaba en ese momento bastante seguro) Hoy creo haberme equivocado en dejarme llevar por opiniones de profesionales de otras áreas, que no estaban vinculados al diagnóstico del ASD o TEA. Viendo estudios del cerebro que me realizaron por el tinnitus y sordera, comparando información, adaptaciones, no adaptaciones, y diagnósticos, llegué a la conclusión que mi hipoacusia y el ASD pueden coexistir. O uno explicar al otro (lo más común sería que el ASD explique la sordera, pero escapa mi imaginación un mecanismo de compensación tan elaborado como una hipoacusia como los que explica Olga Bogdashina tan bien en sus libros, si mis lectores saben que no es así, soy todo oídos…) No estoy seguro, pero puede ser, que tenga a la vez (de hipoacusia y tinnitus), APD (Auditory Processing Disorder) En tal caso, eso explicaría el porqué llevó tanto tiempo mi diagnóstico (APD recién se diagnostica a los 7 años de edad) Y el ASD aquí en los años ochenta del siglo pasado no se diagnosticaba: a uno le decían que le faltaba calle (no me faltó calle de chico, sí luego fui un adolescente muy solitario). El ASD explicaría bien mi infancia, mi adolescencia (ya clara sordera también), juventud y… bueno, espero ser joven todavía 😉

Nota 2: No está mal leer la entrevista que conforma el libro Identidad, de Zygmunt Bauman.

Nota 3: Una idea es que cuando la junta médica expide el certificado de discapacidad, solo diga “Discapacidad” (y que las prestaciones estén incluidas según los médicos especialistas que luego atiendan a las personas con discapacidad) La razón es que el certificado de discapacidad cuando describe la “discapacidad” condiciona a las personas que lo portan y al entorno.

Conclusión sobre el origen de mi hipoacusia y tinnitus: una aproximación al TEA.

Quiero explicar (me parece una responsabilidad explicarlo) que no haber entendido un diagnóstico de «Autism Syndrome Disorder» o del «Trastorno de Espectro Autista» que me fue dado en 2014, a los 36 años, excluí la posibilidad de que pudiera coexistir TEA, en el rango antes llamado Asperger, con mi hipoacusia y tinnitus (acúfenos; zumbidos constantes). Debieron sumarse los diagnósticos.

Estaba en ese momento, hace 7 años, bastante seguro del diagnóstico, de hecho fui rejuntando los datos yo mismo requeridos para el mismo (no encontraba explicaciones posibles a mis síntomas, y la explicación con respecto al tinnitus y las especies de mareos nunca me convencieron)

Creo que primero tenía que concentrarme en los oídos, en encontrar audífonos útiles; de cualquier manera, varias causas e influencias me llevaron a negar ese diagnóstico de 2014.

Debí haber abrazado ambos diagnósticos porque los síntomas de los dos diagnósticos estaban claros.

Hoy creo haberme equivocado en dejarme llevar por opiniones de profesionales de otras áreas, que no estaban vinculados al diagnóstico del ASD o TEA y negaron la posibilidad de que coexistieran el TEA y la hipoacusia neurosensorial.

Tampoco tenían por qué saber tanto, creo yo.

Debería ser más integral todo, pero sé que es difícil, más cuando se busca una explicación en la juventud / adultez.

En cualquier caso, confío en mí:

Viendo escáneres del cerebro que me realizaron por el tinnitus y la hipoacusia neurosensorial, por la que tengo certificado de discapacidad, revisando resonancias magnéticas con medio de contraste, tomografía eléctrica cerebral (brain electrical tomography, sistema LORETA; vigilia, reposo, visual y auditiva), leyendo el resultado de esos estudios, comparando información, adaptaciones, no adaptaciones, síntomas y diagnósticos, llegué a la conclusión que mi hipoacusia y el ASD pueden coexistir.

O uno explicar al otro (lo más común sería que el ASD explique la sordera) En ese caso sería un mecanismo de compensación como los que explica Olga Bogdashina tan bien en sus libros.

No puedo negar que leer los libros de Temple Grandin (El cerebro autista), más otros de neurociencias, me ayudaron a pensar el problema.

Puede ser que tenga a la vez (de hipoacusia y tinnitus), APD (Auditory Processing Disorder). El libro When the brain can´t hear, de Teri Jams Bellis, me ayudó a entenderlo. Esa dificultad para enfocar la escucha está presente en mí (además de la pérdida de audición en los agudos, que coincide con el rango del tinnitus)

En tal caso, eso explicaría el porqué llevó tanto tiempo mi diagnóstico (APD recién se diagnostica en la actualidad a los 7 años de edad) .

Y el ASD/TEA leve aquí en los años ochenta del siglo pasado no se diagnosticaba: a uno le decían que le faltaba calle (no me faltó calle de chico, sí luego fui un adolescente muy solitario).

El ASD / TEA explicaría bien mi infancia, mi adolescencia (ya clara sordera también por la dificultad adaptativa incrementada), juventud y… bueno, espero ser joven todavía.

Queda por revisar los escritos que fui publicando en este blog sobre mi vida y la sordera (ahora agrupados en el Índice de este blog en Escritos sobre mi vida) y verlos como una aproximación a una verdad, como también lo es esta aproximación a una verdad que para mí resulta evidente.

Y hay que leerlos de ahora en más teniendo en cuenta el «TEA» y todos los diagnósticos y síntomas generados por la hipoxia en el nacimiento, el nacimiento con fórceps y/o la herencia genética (las anteriores causas posibles de mi hipoacusia y tinnitus).

por Adrián Gastón Fares.

La razón por la que salto. The reason I jump. Película recomendada.

Ya que la critica de cine anda un poco morosa, digamos, perdida entre seguir lo que ofrece Metacritic y Rotten Tomatoes (a los que consulto yo también, debo admitir), en cuestionar lo incuestionable o acariciar lo que hoy en día parece ser lo más revolucionario del mundo (ser naif, hablo en serio; ser naif hoy en día no es fácil, no es joda; aunque de a poco no va pareciendo tan revolucionario) se me ocurre, a mí que no soy crítico pero me gusta comentar lo que leo y lo que miro, más que nada con amistades, señalar algunas películas que aprecio y me gustan.

En este caso, revisando el blog sobre sordera The Limping Chicken di con este documental sobre Naoki Higashida. El tema es autismo, es espectro autista, es TEA. Es discapacidad.

Tener una discapacidad permite reflejarse en otras.

The Reason I Jump (puede verse en algunos países en Netflix) traduce a imágenes el libro que escribió a los trece años Naoki Higashida (que está editado en español como La razón por la que salto)

El documental acompaña a Higashida en su búsqueda de transmitir su modo de ser, su adaptación y su no adaptación, su mirada sobre sí mismo y sobre los autismos, al resto de los seres humanos. Y su voz se mezcla con las de otras personas con «necesidades especiales», una etiqueta que, aclara el padre de un niño con autismo en el prólogo del libro de Higashida, no tranquiliza a nadie.

Sí tranquiliza, parece ser, el poder comprender mejor (el conocimiento, como siempre; los modos de conocimiento)

Saltando con otros, girando con otros seres humanos, aleteando, acercándose y alejándose con otros seres, The Reason I Jump arma una narrativa única y, no voy a usar otra palabra: diversa.

No solamente explica por qué salta Naoki, sino que el documental salta de Europa a Estados Unidos y a África para mostrarnos qué prejuicios y estigmas tienen que enfrentar las familias de los chicos con autismos. La diferencia no es bienvenida, como sabrán, y choca con las tradiciones hegemónicas culturales (que con la discapacidad son siempre hegemónicas, no importa dónde)

Una profesora logra usar un alfabeto de cartón para que sus alumnos señalen letras y construyan palabras (como el que usa el propio Naoki) y uno de los chicos dice como si fuera una plegaria subtitulada que no les enseñaban antes porque «se saltaban sus derechos civiles».

Estaban abandonados.

Incomprendidos.

El documental es duro, no anda idealizando discapacidades ni diferencias. Y también es bello porque transmite la fascinación y la diversión de un mundo en el que, increíblemente, algunas personas normales se aburren.

The reason I jump usa el cine para que Naoki cuente su modo de sentir, ver, y vivir en el mundo con menos filtros de los habituales. Son sus palabras en voz en off. Es él el que se cuenta. No hay nadie acá explicando qué es una cosa o qué es la otra, no hay terminología obtusa, cabezadura, médica, insuficiente y a veces hiriente. Hay imágenes, palabras, sonidos, confesiones personales, texturas y luces.

El cine tiene, como otras artes, esa fuerza de hacerte vivir cosas que de otra manera son más difíciles de vivir.

Cuando hablamos de que es hora de pasar el micrófono, hablamos de películas, libros y documentales como The reason I jump. Hablamos de que se sumen a las narrativas, no que sean las únicas, claro. Cosa que igualmente sería imposible, quédense tranquilos.

Hay de todo para ver, escuchar y sentir en este mundo y siempre puede haber más.

La impresión final de The reason I Jump es que no todo está contado.

Parece que el mundo (esa colección de narrativas) es a la vez más grande y más chico como dicen, de lo que es.

por Adrián G. Fares

Link al Trailer:

Manifiesto sobre la identidad DIVERSA o DIFERENTE, con especial atención a la discapacidad NO ADQUIRIDA (la temprana, que se presenta en el nacimiento)

Llegó el momento de que la sociedad salde una deuda con los que nacimos de manera diferente (la discapacidad es sólo un paradigma médico, necesario, por cierto porque sirve para pensar un problema y por lo tanto sirve para recibir ayuda sobre ese problema)

Si bien la palabra diferente parece estar estigmatizada en la discapacidad y se prefiere usar el eufemismo «capacidades diferentes», creo que es más adecuada, o que incluso puede ser reemplazada por la palabra DIVERSA O DIVERSO (en mi caso por ejemplo tengo hábitos, adaptaciones y costumbres de persona con discapacidad auditiva y otras de persona oyente, por lo tanto la palabra no me parece descalificadora para nada; me hace comprender a mí mismo mejor y tal vez explicarme mejor a los demás)

Si quieren, el último (el nacer diferente, diversa o diverso) puede ser un paradigma de discernimiento sociológico o humano cuando hay discapacidad NO ADQUIRIDA, o sea cuando la discapacidad es temprana o de nacimiento.

Sin dejar de apoyar otras luchas muy justas expongo que la nuestra es otra identidad para ser tenida en cuenta.

En la discapacidad no adquirida la adaptación genera hábitos y costumbres, hasta una manera de comunicarse, claro, que nos definen como seres humanos.

Cuando la discapacidad es adquirida de adulto, es otra historia, con otro marco de pensamiento, porque la persona recién ahí comienza a adaptarse a la nueva condición, y las adaptaciones llevan mucho tiempo como para solidificarse en hábitos y costumbres que generan una identidad.

No es menor sentar bases sobre la diferencia de discapacidad adquirida y no adquirida para ser justos tanto con una como con otra.

Los que tenemos discapacidad no adquirida venimos aguantando ser invisibles hace demasiado tiempo. Todavía más las personas con algún grado de sordera (discapacidad invisible) que históricamente fuimos abandonadas en nuestra lucha (o nos hicieron abandonar nuestras luchas) una y otra vez.

Se debe al miedo que la sociedad tiene de lidiar con nuestras dificultades y diferencias (el miedo a compararse con lo que no deberían compararse; no debería existir ese miedo y sí la comprensión y el equilibrar para suplir, según el caso, las desventajas)

Se debe a que la apariencia es más importante que conocer la realidad.

Por esto último, se vulneran derechos y no se hacen las INTERVENCIONES necesarias para que suframos menos la presión social, fruto de la no educación al respecto de nuestra condición humana.

No se toleran más las incoherencias e injusticias al respecto, ni el discurso imperante CREADO POR LAS PERSONAS SIN DISCAPACIDAD O NO DIFERENTES, y si para algo nací es para hacer saber lo que viví y compartir mi experiencia.

Como suelen decir, parece que somos «un caso de estudio», una expresión que se usa , a veces, para señalar la rareza o la particularidad de una persona. «Es un caso de estudio», he escuchado decir, a veces de manera cariñosa, sobre algunas personas.

Solemos ser casos de estudio nunca estudiados y con suerte, uno mismo llega a estudiarse y construir su propia realidad y su propio paradigma, porque tristemente, no hay ninguno.

Hay que educar a las personas sobre las condiciones de discapacidad NO ADQUIRIDAS O INVISIBLES. Estamos doblemente expuestos a una incomprensión que lastima diariamente y que es molesta. Parece que el mundo olvidó lo que había aprendido en el siglo XX. En los setenta había movimientos en Estados Unidos de «orgullo sordo» o equivalentes.

Por ejemplo, en lo que nos toca a las personas con discapacidad auditiva, está mal que sigan haciendo chistes como «qué suerte, podés sacarte los audífonos cuando no querés escuchar a alguien» o «¿para qué querés escuchar con lo que dicen?»

De ahí en adelante, hay todo un mundo de peligro, maltrato e incoherencia social para las personas nacidas diferentes, con algún tipo de discapacidad auditiva. Estos ejemplos son menores: la incomprensión puede llevar a hacer confundir a la misma persona sobre su identidad y por lo tanto, sin querer, exponerla a todo tipo de maltratos sociales, tanto físicos como psicológicos. Además, imaginen los que ocurriría si nosotros hiciéramos los mismos chistes con otras identidades.

El pensamiento se aletarga en momentos de pandemia parece, y lo mejor que podemos hacer es reflexionar para sentar nuevas bases. Son más que nunca necesarias, veo. Es un momento propicio.

Necesitamos una política para que la discapacidad y la diferencia sean más respetadas. Para no perder los derechos ya ganados y que se haga cumplir el texto íntegro producido por la convención de los derechos de las personas con discapacidad.

No queremos ser más invisibles ni sufrir la violencia cotidiana de la incomprensión. Algunas, y algunos, ya sufrimos mucho.

Para que el mundo sea más justo, cuanto antes es necesario educar a las personas y crear una conciencia sobre la tolerancia y la comprensión de la diferencia.

En los ochenta se escribió un libro sobre la sordera que se llama «Cuando la mente escucha» (When the mind hears, Harlan Lane, 1984)

Saber discernir no tiene nada que ver con escuchar.

por Adrián Gastón Fares.

Ciencia ficción y terror en Argentina. Una introducción a Seré nada.

Ebook cover Seré nada, una historia suburbana de terror. Y ciencia ficción, deberíamos agregar.

Seré nada, una historia suburbana de terror ( y ciencia ficción ) es una novela cuya acción transcurre en Lanús, en el conurbano bonaerense. Es una distopia. Luego de dos epidemias, el sur del Gran Buenos Aires queda casi abandonado. Y gracias a una concentración política en el norte de Argentina hasta en la ciudad de Buenos Aires no hay mucho para hacer. Así que tres amigos con sordera o hipoacusia, usuarios de audífonos como el que escribe, o sea yo, deciden partir en busca de una supuesta comunidad de personas sordas de la que habla un difuso blog (como este).

Parten a pie y caminan hacia el sur. Tras cruzar el puente, un vagabundo les grita «la piedra rechazada será la piedra angular», parafraseando a un pasaje de los evangelios… Y como todos los que buscan encuentran, Ersatz, Silvina y Manuel dan con un mundo suburbano dónde hay seres a los que no les quedó otra que adaptarse.

Es una novela sobre la adaptación y hay personajes, como en la realidad, que les encanta hacer sufrir a las personas diferentes y, como en la realidad, tal vez tengan que aprender por las malas.

Me gusta pensar que Seré nada, una historia suburbana de terror, no es una novela fantástica. La veo más como una mezcla de ciencia ficción, aventuras, comedia social y terror con personajes que podrían existir.

Busquen un poco de sol para estar a tono con el culto a Helios y aspiren hondo por la nariz como Gema. Ojalá encuentren su propia novela en las páginas de Seré nada.

Para eso, espero que antes hallen el susodicho libro en el laberinto que es este blog, a esta altura, donde hace varios años un escritor llamado Adrián Fares escondió muchos monstruos para regocijarse (y asustarse también) al encontrarlos.

Adrián Gastón Fares

Si usan Instagram pueden seguir este blog en el nuevo espacio @el_sabanion

Un instagram para El sabañon.

No hay ñ en Instagram así que lo llamaremos El_sabanion.

Larga vida a la ñ!

Espero que estén bien!

Infierno en el Instituto. 4. No ficción.

Volví a la ciudad para reunirme con la productora. Sacrifiqué mis dos días de vacaciones. Pero la productora presentante quería volver a dominar todo si hacía la película, poner a su productor delegado. Eso debía evitarse porque medio mundo me venía hablando mal de ese productor que ella quería imponer.

Tenía algunas opciones, gente que se me había acercado de alguna u otra manera interesada en el trabajo.

¿Cómo hacer que una productora volviera a un proyecto? Pensé en involucrarla con personas que conozca. Por naturaleza el ser humano quiere quedar menos mal con la gente que conoce que con la que no. Así que, propuse que el productor delegado fuera un periodista que habíamos conocido en el ambiente del terror argentino (en el Buenos Aires Rojo Sangre, creo). Este periodista escribía también sobre cualquier tipo de películas, como las que dirigía el dueño de la revista donde trabajaba que no tenía nada que ver con el terror.

Este periodista había sido también productor de una película independiente de terror. Quise poner a otra persona como productor delegado que tenía que ver con la misma película independiente, pero doña productora de origen peruano no lo quiso aceptar. No me quedaba otra que seguir con el periodista, entonces.

Ya que no aceptaba a Leo ni al productor de películas de terror, por ahí aceptaba a uno que escribía sobre las películas que ella producía.

Ahí íbamos. Le pregunté al periodista en cuestión, por teléfono, el futuro productor en cuestión que yo propondría para reemplazar al productor delegado que doña productora de origen peruano quería introducir a la película, si le interesaba realmente la producción, si lo movía ser productor, que me fuera sincero, que me dijera la verdad porque nadie estaba cobrando nada por Gualicho, pero él sí iba a cobrar, si lo aceptaba la productora, entonces tenía que comprometerse a eso.

Así que bueno, resultó que este productor-periodista al que yo llamé, se nos adelantó un poco el día de la entrevista y con su camisa y su sonrisa poco fiable, estaba en la oficina de doña productora de origen peruano antes de que yo llegara con Leo.

Bueno, le perdonamos eso.

Ahí estaba él hablando con doña productora de origen peruano y chusmeando sobre medio mundo del ambiente de cine. Me había contado sobre medio mundo. Es mi error y el de ningún otro aceptar gente tan chismosa. Digo, gente tan chismosa con ningún talento, no era Manuel Puig ni Truman Capote. Y además tenía un desdén terrible por la gente que se dedicaba a escribir para el cine (la gente que no puede, odia)

Y bueno, esta persona más o menos impresentable como ya pueden suponer, se puso del lado de la productora presentante. No recordó que yo le pedí que por favor fuera responsable con la oportunidad que le estaba dando. Y luego no pidió perdón, cobró su sueldo y desapareció.

Es uno de los sueldos que pagó Gualicho, además del sueldo de un asistente de dirección que resultó que había trabajado para otras producciones de la productora presentante (y por suerte, el sueldo de uno de los mejores asistentes de dirección de aquí, de los más experimentados, que me encargué yo de incorporar al proyecto antes de que el INCAA cerrara las puertas del expediente y la productora presentante de origen peruano renunciara al proyecto; cuyos derechos por suerte volvieron a quedar totalmente en mi poder; la habíamos denunciado a la oficina de transparencia del instituto, del INCAA, por todas las cosas que nos venía haciendo, se enojó y dijo que entonces no haría la película, le dije que no la hiciera entonces, nos levantamos con Leo y nos fuimos de la oficina palermitana para nunca volver y fin de esta historia en cuatro partes de la que ya me quiero olvidar, fin de Infierno en el instituto, aunque seguimos yendo al instituto por un tiempo para saber en qué estado había quedado la película, especie de Bruce Willis en Duro de Matar con ese edificio vetusto y desactualizado; ver cómo seguir, tratar de que reemplazaran a la productora, tratar de que un premio fuera un premio y no una incoherencia)

Pero antes de que todo terminara y para complicar un poco más las cosas, de alguna manera cayó, antes del bueno, un asistente de dirección malo que había trabajado para otras producciones de la productora palermitana.

Me envío, pactando con la productora presentante de origen peruano, a que reescribiera todo el guion, que sacara a la mitad de los personajes (que ya eran pocos, a los coches, a algún que otro animal que solo aparecía en una escena)

Hizo un absoluto desastre con el guion y conmigo con tal de ser pagado y dio una opinión absolutamente errónea de todo. Pero así es esta sociedad que obsequia futuro a estos personajes impresentables, dados a la violencia en el diálogo, a la seguridad infundada y todas esas cosas que no me gustan escribir, pero para ser un escritor sincero tengo que escribir. Obsequia futuro a estas personas y les quita el futuro a los pelotudos como yo que la pensamos dos veces antes de dañar a otra persona hasta de refilón.

Todos podemos oprimir a los demás: es una cuestión de decisión. Este muchachito engreído, el penúltimo asistente de dirección de Gualicho, eligió oprimir con su mínimo poder.

El tal asistente de dirección me dijo que cambiara todo el guion y me mandó a trabajar gratis más o menos 2 meses.

¿Para qué? Para que terminará en nada todo eso. La productora seguía sin querer hacer la película. No había manera. Era toda una estratagema de la productora peruana para dilatar el hecho de que ya había firmado (y cobrado una cuota del dinero del premio) con el instituto de cine y no quería hacer la película.

Había cobrado 600 mil pesos de la primera cuota del premio que habíamos ganado y la tenía en su cuenta y no nos había pagado ni un centavo a Leo y a mí y encima nos hacía trabajar gratis.

Podía haber cambiado esos 600 mil pesos a dólares y usarlos para sumar más chapa a su cuenta bancaria que luego usaba para seguir presentando proyectos al Instituto de cine.

O podía usarlo para cualquier respaldo financiero. Mientras, nosotros, yo el dueño de la película, el creador, Leo, que había trabajado en la película también como productor inicial, nada. Nada de nada.

Seguí trabajando como un animal para Gualicho, con estas bestias aceptadas por la productora presentante palermitana cercándome sin ver un peso.

En un momento, en la reescritura de Gualicho sugerida por el penúltimo asistente de dirección para abaratar costos, mi novia de ese entonces, no aguantó más la situación y me dijo que quería separarse porque necesitaba tener alguna proyección de futuro en la pareja para formar una familia. Estábamos en 2018. Ya venía aguantando con estoicismo mi discapacidad auditiva (diré que no es fácil para otra persona aceptar que su pareja no escucha cuando se saca los audífonos y tener que hablarle a la cara en la oscuridad de la cama compartida; digan lo que digan, sé que no es fácil, y que duele y molesta, y lo acepto)

Y tenía razón en eso del futuro. Yo no había podido hacer la película, mi futuro estaba más o menos contenido en eso, es como una empresa que se viene abajo, así que estas consecuencias son posibles. Y uno no puede pedir a otra persona que se quede por amor al arte. El amor al “arte” es de uno y ni siquiera es amor, es algo que no pudimos elegir, que nos eligió a nosotros. Yo no creo en nada, pero sí creo en esta elección. La de contar una historia en vez de otra, la de que te caiga algo que parece una idea y tengas que llevarlo de la mano como si fuera tu hijito o hijita hasta una puerta que de repente se abre y ahí sale un fogonazo de luz que en estos casos es el fogonazo de luz del proyector que hace que tus personajes se despeguen de la página y corran por un llano verde mientras los reflejos del sol acarician al objetivo de la cámara y también a los espectadores. Y algunos de nosotros, ya golpeados de alguna manera u otra por la vida, no tenemos otra cosa.

Le dije a mi novia de ese entonces, la segunda de origen asiático, de la casualidad asiática, que hiciera lo que quería porque yo estaba terminando otra versión del guion de lo que había luchado toda la vida. Y encima ya antes había escrito otro guion más largo, otra ficción oscura, fantástica y con mezcla de ciencia ficción, que me encantaba, que se llama Mr. Time. Y no podía dejar a mis criaturas de ficción.

Y no veía otro futuro para mí, no iba a volver a la Obra social: iba a seguir adelante para mi bien y el de todos los seres humanos (las personas que no llegan a hacer los que les gusta en la vida se dedican a joder a los demás casi siempre)

Quedé solo en mi departamento en el momento más duro otra vez. Mientras mi pareja se llevaba algunas cosas que le pertenecían, me fui a caminar con la frente alta, viendo que estas cosas parecidas ya me habían pasado en la vida y que no me quedaba otro destino más que enfrentarlas como podía, que estas incoherencias de la vida, no me iban a echar abajo esta vez, que la estupidez y el sin sentido de todo no iban a ganar.

Ahora, a veces, me parece que estuvieran ganando.

Lo del premio fue un infierno. Me trajo más problemas en la vida que otra cosa. Perdí gente. Perdí oportunidades. Perdí aliento.

Pero aquí estamos, exhalando bocanadas de aire frío como un perro atado. Un perro atado que acaba de romper sus cadenas. Y que es libre para correr para donde se le antoje.

Aquí termina Infierno en el instituto. Si quieren pueden firmar la petición de Change org para que pueda filmar mi película, para que pueda seguir con el cine.

Aclaro que Gualicho está disponible para cualquier productor o productora que sepa de cine y se interese por la película. Los derechos son míos y de nadie más.

Por suerte, yo puedo decidir a quién dejo entrar y a quien no dejo entrar para que se acerquen a mis criaturas de ficción, a mi dedicación más coherente y sincera, y a mi vida.

change.org/gualicho

Fin.

Sobre poderes.

Descubrir que eras sordo en la mitad de la vida cuando pensabas que no eras de este mundo, que eras raro o eras tonto desde niño es como esa película en que una persona se halla fantasma y súbitamente recuerda cuando un picaporte se negó a girar
Y entonces arma el rompecabezas de como no supo ver que ya no era
Que había lugares en los que entraba sin saber cómo lo hacía
Los que no escuchamos bien
Tenemos cuatro sentidos
Y esa película se llama Sexto sentido
Yo adolescente viéndola en un cine
Era todavía un fantasma no iniciado que presenciaba la iniciación de otro
En este mundo donde todos saben irse y no volver
Yo se quedarme
En el saber que no sabía
Y busco en sueños mi sonrisa perdida
Ahora soy un alma que sabe que pudo saber
Que conoce lo desconocido
Mi testimonio es sagrado porque toqué la nada con los dedos.
Ya soy aquel que escribe de noche y el que sabe que no era.
Nunca me enseñaron que en la vida había que aspirar a eso de grande
Ya un hombre hecho a si mismo que persiguió el secreto del destino
Y siente lo que piensan los que todavía no hablan.
Escribo este poema que es palabra y vacío
Y fluye como un ancho río
Y fluye como un ancho río.

Por Adrián Gastón Fares.

La pasión vestida de situación.

En su ensayo A Gossip on Romance (Memories and portraits), el gran escritor Robert Louis Stevenson nos comparte su reto: la parte plástica de la literatura, lo más difícil de lograr, es encarnar en un acto del personaje una emoción. Fácil, y necesario creo, es tomar el concepto desde un punto de vista cinematográfico y tratar de analizar cuáles son los films que cumplen esta indispensable propuesta. Digo indispensable, ya que uno comprueba que las películas que más valen la pena (las que, luego de llevarlo de la mano, dejan al espectador frente al precipicio de la catarsis, dirían los griegos, pero yo mejor diría que producen un, perdón el inglés, rush of blood to the headuna oleada de sangre a la cabeza) son aquellas que en algún momento condensan la historia en una imagen o acto. Stevenson dice en su ensayo:

“This, then, is the plastic part of literature: to embody caracter, thought, or emotion in some act or attitude that shall be striking to the mind’s eye. This is the highest and hardest thing to do in words (…)”

El creador de El extraño caso del Doctor Jekyll y el señor Hyde da el ejemplo de Robinson Crusoe y el hallazgo de las huellas en la isla.

Como práctica vamos a agregar algunos ejemplos más:

Aquiles llevando el cuerpo de Héctor a Príamo, Pilatos lavándose las manos, la institutriz que encuentra a Miles mirando la torre a mitad de la noche en Otra vuelta de Tuerca (James es un genio con las imágenes, basta recordar lo bien que lo siguió la cineasta Jane Campion en A portrait of a woman), el pescador que arrastra a tierra los restos del animal gigante que mató en El viejo y el mar, el príncipe Mychkin, en el piso, otra vez idiota (El Idiota), el “preferiría no hacerlo” de Bartleby (Bartleby, el escribiente) y todo el barco en Benito Cereno. Un libro que resplandece en un sótano de San Telmo (El Aleph, de Jorge Luis Borges)

Sabrán qué molesto puede llegar a ser explicar la razón de estas imágenes o la parte que juegan en el todo; esperando que identifiquen las demás me ahorro el sufrimiento y clarifico uno de los ejemplos; en general, lo que causa catarsis en la “escena” mencionada de El Idiota (la novela de Dostoyevski) es la súbita comprensión de que su trato con la sociedad lo perjudicó. Lo hizo volver a su estado inicial. Si desapareciera todo el cine y toda la literatura, uno podría tomar El Idiota (si el mundo sigue siendo el mismo, claro, y se ve que desde que nuestro gran amigo ruso la escribió nada cambió) y tener una respuesta de por qué es necesaria la narrativa.

Pasemos a las películas. La más obvia: en El ciudadano, el trineo con la inscripción Rosebud quemándose en la hoguera es la imagen a la que se refiere Stevenson en su ensayo; “la pasión vestida de situación”. La pasión significa el elemento de contenido de una obra, el tema llevado a la perfección y a su clímax en una imagen.

La madre enternecida frente al bebé (que nunca vemos) en El bebé de Rosemary es otro ejemplo. En Psicosis, la casa gótica es el elemento alrededor del cual ronda todo el misterio y desesperación de la cinta. La computadora muriendo en 2001, Odisea del Espacio y el astronauta anciano frente al objeto del espacio que une las secuencias, son temas interesantes llevados a imágenes-síntesis, como el encuentro de una oreja entre los yuyos en Terciopelo azul.

Estropearemos esta última imagen, explicándola; como sugiere Stevenson, Lynch encarna en la situación de la oreja un carácter; de ahí en más, sabemos que el protagonista es curioso y ama los misterios, que es suficientemente valeroso como para enredarse en uno (no se limita a mirar a la oreja, sino que la levanta). Por otro lado, un pueblo donde se encuentra una oreja es mucho más macabro que uno donde tropezamos con un cuerpo; ni hablar de la persona que anda cortando orejas por ahí. De esta forma, una imagen nos describe el carácter del protagonista y su entorno.

En El Exorcista, la imagen del cura frente al ídolo africano que concluye la introducción es quizá demasiado simple como para tener en cuenta, pero anticipa y completa el tema del film; la dilatada lucha entre un cura y un demonio (la posesión de Megan es la estrategia del demonio para volver a encontrarse con el padre Merrin).

En El Banquete de Boda, Ang Lee termina esta comedia dramática con la imagen de un padre levantando las manos, en cámara lenta, para que lo revisen al pasar la aduana; ¿cómo trasladar en palabras la manera simple y a la vez maravillosa con que la imagen completa el film? Antes, vimos que el padre descubre que su hijo es homosexual y sabemos que, junto con la madre, que también levanta las manos, estuvo esperando toda la vida la estampita de casamiento con la chica de sus sueños (de ellos para su hijo).

Por último, permítanme señalar el final de Dioses y Monstruos (gran película del siempre fiable Bill Condon); si bien la película utiliza de manera exagerada el flash-back, la idea de unidad que enlaza la trama desequilibra cualquier crítica; cómo no sentirse gratificado ante la imagen final del protagonista bajo la lluvia imitando a Frankestein (recordamos que en el film nos sugirieron la inquietante relación padre-criatura entre James Whale y su jardinero). No es raro que Condon sea uno de los creadores de The Greatest Showman, donde hay una escena en la que una persona con «discapacidad» entrega una manzana a un niño hambriento. Un niño hambriento que se convertirá en un empresario circense (está basada en la vida del artista P. T Barnum) y le dará lugar en su espectáculo a personas con capacidades diferentes.

No hay duda de que las películas más interesantes, como los mejores libros (Stevenson creía que ninguna floritura de estilo podía reemplazar una buena historia, una idea bien desarrollada), tienen una o varias de estas imágenes poseídas (de la trama, del personaje, etc.), “significativas para el ojo de la mente”, como dice el escritor que unió a los piratas y a los loros.

Comprobamos, en esta enumeración, que la ubicación de las mismas en la trama suele ser el desenlace, aunque no siempre es así, y en algunos casos cierran la introducción.

Luca Guadagnino es una especie de genio tutelar en esto último y yo diría que lo lleva a cabo a la perfección en el final de las películas de él que más me gustan: Io sonno il amore (I´m love), Call me by your name y la remake de Darío Argento (Suspiria).

En ninguno de esos tres títulos falla la transmisión de emoción, ese a rush of blood to the head. Se van a la cabeza.

Lo mismo ocurre con muchas de las películas de Martin Scorsese (el catolicismo está lleno de imágenes), de Sergio Leone (puede hacer que el simple acto de cerrar una puerta de un rancho en Once upon a time in the West, C´era una volta il West, sea algo increíble) y, cuándo no, su gran alumno Quentin Tarantino (escena del tendido de la mesa en Django: Unchained)

Para finalizar, diré que me parece bastante maravilloso que un conjunto de frases (una novela de ficción, un libro) o una sucesión de imágenes (un largometraje de ficción) puedan generar esa oleada de sangre a la cabeza, algo tan físico, y a la vez tan mágico, que especialmente en estos tiempos convulsos (hablo de los tapabocas y el 2021) nos puede hacer recordar que todavía somos seres humanos. Es un motivo enorme para seguir leyendo libros y mirando cine.

Por Adrián Gastón Fares

PD: El destello en la cabeza (a rush of blood to the head) y cómo obtenerlo bien podría ser la trama de un relato, un gran relato que tal vez ya fue escrito millones de veces, en torno a un secreto. Ese secreto no se compara con el amor, ni con el enamoramiento, ni con el acto sexual, ni con el ágape, ni con ninguna otra sensación. Es obra del ser humano. El resultado final, esa flor, pariente del vértigo, tiene un pétalo de miedo, uno de cariño o amor, otro de sorpresa, otro de bronca, otro de calma. Y ahí se levanta en pura rebelión. Tiene todos los colores y a la vez ninguno. Todos los sonidos, pero no suena. Pero transforma. Parece un producto puramente humano (el miedo de un animal no sabemos cómo es; tal vez los animales tengan rushes of blood to their heads todo el tiempo) Bien podría ser un resultado de la meditación, sobre un tema, tanto para el artista como para la audiencia, bien podría ser esa transmutación de algo en otra cosa tan glosada, bien podría ser un modo de trascender por un momento, o un mero sucedáneo de un acto primitivo olvidado. Puede ser una transmisión de pensamiento entre los creadores y su público. Es lo contrario al entumecimiento (por ejemplo, cuando se duerme algún miembro del cuerpo) Es algo que es innombrable porque si pudiera describirse se anularía.

Nota: En nuestras librerías no será fácil encontrar los ensayos de R. L. Stevenson; los interesados pueden dirigirse al sitio www.gutenberg.net, la mejor librería virtual gratuita (en inglés; en realidad hay libros en español también y en otros idiomas) de la web. Estos libros son un poco incómodos; por lo menos no tienen pulgas.

Hay otros escritores que son muy buenos en esto de la subida a la cabeza como Salinger, Saul Bellow, Shirley Jackson, Clarice Lispector, Thomas Bernhard, George Eliot, Tolstoi, y la lista, como sabrán, sigue y sigue.

La pasión vestida de situación es un artículo revisitado que escribí en 2001, llamado Stevenson y las imágenes. En esa época yo escribía críticas de cine en un portal llamado Cineismo (era muy bravo como crítico de cine) y también escribía en dos portales de la recién nacida (por lo menos para mí) Internet, uno se llamaba Desenchufate y el otro era un sitio que se llamaba Fotogramas. Hoy estuve buscando entre mis papeles el artículo sobre Brian De Palma pero por ahora no apareció.

Nota: Agrego otros directores de cine que tal vez ya nombré en otros artículos o recomendaciones: Kenneth Branagh, Jane Campion, Tim Burton, claro, M. Night Shyamalan, Guillermo del Toro, James Cameron, Riddley Scott, Steven Spielberg, claro, Haifaa al-Mansour Andrew Ahn y muchas y muchos más. Es una buena época para reever cine, mientras esperamos algunas películas prometedoras.

Seré nada. Descarga Torrent. Libro 2021. Y Google Play Books.

Añado el enlace para descargar mi nueva novela Seré nada usando un programa de gestión de archivos .torrent.

Por otro lado, comparto el enlace a Google Play Books (Seré nada, 235 páginas, 2021) donde pueden leer una muestra y si quieren adquirir la novela en este caso (la verdad es que no encontré la manera de subirla gratis a Google Play, por eso hay que pagar) A cambio me parece que para algunas personas será más fácil leerla así:

Google Play Books:

https://play.google.com/store/books/details?id=jE0aEAAAQBAJ

Sigamos para los que se las arreglan con los torrent o quieran aprender:

Muchos utilizamos torrents para gestionar y descargar archivos, en eso soy un poco nerd y un poco geek, supongo.

Mi interés es que el acceso a la novela sea lo más simpe posible y esta etapa de distribución gratuita de mis libros (especialmente los más trabajados en formatos digitales, como Seré nada, Intransparente, El nombre del pueblo, y Suerte al zombi) se cumpla lo mejor posible.

Para crear el archivo ebook o libro digital de Seré nada no utilicé Sigil, pero sí para las otras tres novelas, lo que significa mucho trabajo extra además de escribirlas.

Lo que me decidió a elegir el título final fue la frase de Pessoa que comparto en esta entrada (la novela originalmente iba a llamarse Serenade, como una de las Serenadas, Gema, explica a una desconocido, Roger, quién es)

Pueden descargar el torrent de mi nuevo libro utilizando el utorrent, bittorrent o cualquier otro programa que gestione estos archivos.

Dentro del archivo encontrarán el EPUB y el MOBI.

Le dan a abrir Torrent y los lleva al programa que hayan elegido para descargar torrents.

De ahí pueden leerlos en su smartphone, en el Aldiko por ejemplo, o en un dispositivo lector de libros electrónicos como puede ser el Kindle. En la PC pueden hacerlo usando Adobe Digital Editions, que es mi preferido para esto. Fíjense si funciona la descarga. Si no, ya intentaremos buscar mejor maneras de compartir. Dejo los enlace al final de esta entrada.

El modo tradicional que es buscar los Epub y Mobi en Google Drive (así como PDF) en el inicio adriangastonfares.com sigue vigente.

A esta página de Inicio la llamaremos Sobre Adrián Gastón Fares. Libros y películas. y es donde está mi biografía y los enlaces a mis trabajos en cine y en literatura.

Organizar un blog de tantos años es como armar un rompecabezas, je.

Disfruten el fin de semana. ¡Saludos!

Adrián

ENLACES TORRENT:

Seré nada enlace para copiar en navegador al torrent (sólo .epub):

magnet:?xt=urn:btih:52E0CF3E78E3E1B86B6CF6E727AA22F7EFF05AFF&dn=Sere%20nada%20-%20Adrian%20Gaston%20Fares.epub&tr=udp%3a%2f%2ftracker.openbittorrent.com%3a80%2fannounce&tr=udp%3a%2f%2ftracker.opentrackr.org%3a1337%2fannounce

Mobi y Epub archivos en .RAR:

Seré nada Torrent o copiar en el navegador web (Con Control + C y luego Control + V)

magnet:?xt=urn:btih:4FCD7C75E00A9801EE65032EBDF944654D1CF02E&dn=Sere%20nada%20-%20Adrian%20Gaston%20Fares.rar&tr=udp%3a%2f%2ftracker.openbittorrent.com%3a80%2fannounce&tr=udp%3a%2f%2ftracker.opentrackr.org%3a1337%2fannounce

La pandemia que nos parió.

Nadie quiere leer nada sobre el COVID-19 o eso parece. Nadie quiere leer nada sobre las pandemias.

Pero la historia suele repetirse cuando no se investiga qué pasó antes.

Es necesario indagar en otros libros.

Uno de ellos es El Jinete pálido: 1918 la epidemia que cambió el mundo. La periodista Laura Spinney cuenta muchas cosas. Y lo hace bien. Leí el libro el año pasado y lo que más me quedó en la memoria es que la mal llamada gripe española fue seguida por una época de relajación moral y de debilidad mental (una generación perdida). Esperemos que eso no se repita. Pero para que no pase la cultura debe levantarse. El espíritu humano renovarse.

El jinete pálido: 1918, la epidemia que cambió al mundo.

Por otro lado, rastreé en YouTube el funeral de la actriz ucraniana Vera Kholodnaya que murió a consecuencia del virus en 1919. Una multitud la despidió (al final del artículo copio el link al video y otro a un cortometraje llamado The Last Tango en el que ella actúa) Es un poco elegíaco ver todo eso.

Vera Kholodnaya contrajo la gripe en Odesa, cuenta Spinney, donde también se celebraban las famosas bodas negras. La burguesía casaba a dos «discapacitados” o indigentes para lograr que la gripe retrocediera. La boda se realizaba en un cementerio. Luego el cortejo partía rumbo a la ciudad para organizar una gran comilona (donde todos se contagiaban, claro, aunque no lo sabían)

Otro libro interesante sobre pandemia, esta vez por un dato científico, es Pandemia de Sonia Shah.

Libro Pandemia de Sonia Shah

Tiene un capítulo dedicado a explicar cómo las pandemias han creado al ser humano. O por lo menos predestinado a elegir la reproducción como modo de supervivencia. La ciencia explica que los organismos más simples que antecedieron a la vida humana elegían la clonación como modo de reproducción. El problema era que al tener el 100 por cien de los genes, lo clonado sobrevivía lo suficiente hasta que un virus se acostumbraba a atacar ese 100 por ciento de genes. Al no haber variación, era más fácil que una pandemia como la que vivímos ahora acabara con toda una especie. En cambio, en la reproducción hay un 50 por ciento de genes de cada progenitor por lo que hace más difícil a la bacterias y los virus amoldarse para romper las defensas. Esa metáfora de que el ser humano ha inventado la muerte al crear el lenguaje y por lo tanto crear el tiempo puede no ser sólo una metáfora (Él conoce la muerte a fondo; el hombre creó la muerte, leemos en un poema de Yeats) Tal vez el ser humano eligió la muerte al elegir la reproducción (porque los organismos simples clonados vivían mucho más)

Como si fuera una película de terror de David Cronenberg nos explican en el libro que el cuerpo humano o el ser humano es una especie de colmena de bacterias y que sin los microbios no seríamos lo que somos. Aparentemente, desde que nos arrastramos de afuera del agua nos hemos cubierto de bichos que conviven más o menos pacíficamente con nosotros hasta que ocurre algo como lo que ocurrió el año pasado en Wuhan.

El tercer libro.

El filósofo francés Bernard Henri-Lévy está horrorizado porque la pandemia ha parado el mundo, o su mundo, y lo explica en Este virus que nos vuelve locos. Parece que no hubiera leído el libro de Laura Spinney sobre lo que ocurrió en 1918 por relajar todas las medidas de cautela. Lévy, por lo menos, hace hincapié en que la cultura va con el bienestar del ser humano (algo de lo que sí estoy bastante convencido)

Este virus que nos vuelve locos, Bernard-Henri Lévy

No sabemos qué nos deparará el futuro que ya viene.

Ayer mirando la película Downhill en la que los protagonistas saludan con besos a una pareja que acaban de conocer me asombré. Me di cuenta que es probable que eso no vuelva a ocurrir por mucho tiempo. Es más, toda la película me pareció llena de cosas que ya no volverán a ocurrir. Menos mal que estaba Will Ferrell. Siempre es mejor cualquier Will Ferrell que ningún Will Ferrell.

En mi novela recién editada Seré nada (2021), imaginé un futuro distópico donde se da otra pandemia, la de un parásito que provoca una fiebre que hace que la personas regalen sus propiedades (una epidemia que es atacada por la sociedad con más convicción que la anterior) Funciona como una metáfora de la epidemia que creo que todos vamos a transitar: la de los límites de la cordura un poco desdibujados, una locura que ya se puede palpar en algunas conversaciones entre las personas (esa debilidad de la que hablaba Laura Spinney post gripe española)

¿Cómo hacerle frente a esto? Con voluntad, creando sentido donde no lo hay, tratando de encontrar una nueva épica, una nueva historia con una trama que nos guste tanto que no se pueda dejar (la cultura otra vez, tan necesaria)

Para finalizar con el tema pandémico, lo mejor es que tratemos de entender que ser humano no se nace, se hace, y que tratemos de mejorar lo que es ser un Ser humano.

Porque tal vez las cosas no vengan porque sí.

Y si vienen porque sí, es mejor, y más sano, encontrar un motivo que nos permita seguir adelante. Tal vez debamos visitar a Yeats cuando dice (creo que sobre la madurez):

Nunca tuve imaginación
más viva, fabulosa y pasional
que ahora, ni sentidos
que más esperan lo imposible,
no, ni aun en la infancia, cuando con caña y mosca
o el humilde gusano trepaba la ladera del Ben Bulben
con todo un día eterno de verano a mis pies.

(La Torre y otros poemas, Yeats)

El lenguaje, compañero de la magia, es inmune al virus. Seamos amigos del lenguaje, que después de todo, es el inventor del tiempo y de la muerte.

Convirtámonos en ese ser que decían (o decíamos) que íbamos a ser.

Porque el mundo lo necesita.

Por Adrián Gastón Fares.

PD: El filósofo Gabriel Markus en su libro Por qué el mundo no existe dice que el mundo no existe pero sí todo lo demás… (por ejemplo, los duendes de los que habla Yeats en el libro de relatos Mitologías, traducido al español por Javier Marías) Entonces, hay que ir por todo lo demás.

Extras:

Si rebuscan en YouTube pueden encontrar el cortometraje de los funerales multitudinarios de Vera Kholodnaya, la actriz ucraniana de la que habla Laura Spinney en su libro. Menos morboso es verla con vida, actuando en este curioso cortometraje mudo, musicalizado con un tango, llamado The Last Tango.

Si escribes terror, pide perdón.

Hace tiempo que quiero escribir un poco sobre un tema. Y es la conflictiva relación entre el psicoanálisis y el género de terror.

Si, oh querido lector eres psicóloga, psicóloga, o psiquiatra, no te sientas mal por lo que vas a leer a continuación. Hay profesionales de la salud que son buenos. No quiero armar lío con esto ni hacer sentir mal a nadie como Freud hizo sentir mal a Richard Matheson.

Y de eso se tratan estas escuetas líneas. ¿Por qué un escritor como Matheson tenía que pedir perdón como escritor de terror? Incluso pasarse a escribir cosas más espirituales. La pregunta anterior léanla con el tono de George en Seinfeld al preguntar algo en la cafetería.

Mi hipótesis es que el psicoanálisis casi destruye al terror en la mitad del siglo XX.

Admito que es una hipótesis floja y que no voy a comprobar para nada en la exposición que hago ahora. Pero es un pensamiento, una idea, que cada tanto vuelve a mí (las veces que a Tarantino le preguntan ¿por qué tanta sangre? y tiene que detener la entrevista…)

En la introducción de 1989 de Nacido de hombre y mujer y otros relatos espeluznantes, un libro de cuentos de su autoría, Matheson dice:

No pretendo que esta introducción a mis cuentos escogidos sea una especie de confesión que deje mi alma al desnudo ni un sesudo análisis psicológico de mi personalidad.

Y entonces Matheson suspende el inicio de sus cuentos por unas cuantas hojas con una serie de explicaciones de por qué se le ocurrieron unos relatos de terror. Sigue y dice:

Con la imprescindible ayuda de un psiquiatra competente podría repasar los cuentos de esta colección y entresacar de cada uno el motivo subyacente que me impulsó a escribirlo y lo que revela de mi personalidad de aquel momento.

Y luego:

Desde el punto de vista de la psiquiatría, la paranoia es un trastorno mental que se caracteriza por delirios sistemáticos y por la proyección de conflictos internos en una supuesta hostilidad por parte de los demás. Es una descripción esquemática y precisa del grueso de mi trabajo en estos cuentos.

Y explica luego en un tono más o menos amedrentado cómo fue escribiendo cuentos de terror para expresar la hostilidad que el «mundo real» generaba en el hijo de una familia de inmigrantes. Analiza hasta su matrimonio, y ve todos sus cuentos a través del prisma del psicoanálisis o peor aún del Manual de Trastornos de los psiquiatras. El DSM, que en realidad fue construido, según tengo entendido, copiando el aporte de un psicólogo de la conducta, Robert Hare, que investigó la psicopatía (personas con un trastorno de la personalidad que antes eran llamados simplemente «malas personas»; está claro que todos no son Hannibal Lecter)

Matheson termina diciendo que él es Don Paranoias (un escritor donde la paranoia es muy escasa, comparada con otros autores de ciencia ficción que parecían verdaderamente locos, en el sentido más superficial de la palabra)

Parece como que Matheson antes de dar el paso a escribir algo más espiritual, o constructivo si quieren, según debía ser su punto de vista en esa época, como es Más alla de los sueños (1978), que luego fue llevada al cine, como la mayor parte de lo que escribió, se critica a sí mismo por escribir cuentos de terror y expresa que no deben creer mucho en él, ni esperar mucho de su última novela, porque después de todo, sigue siendo un paranoico, Don Paranoias. Así termina su Introducción de 1989 al libro de cuentos citado.

Leí las novelas de Richard Matheson, y algunos de sus cuentos, y me parecen más o menos construcciones de la imaginación, más o menos las mismas que dieron nacimiento a la psicología y al psicoanálisis y no a la inversa. Me parece que El hombre menguante, una novela de terror y ciencia ficción, ilumina a la «discapacidad», por ejemplo (especialmente en la escena con la mujer pequeña del circo) de una manera que ningún psicólogo ha podido hacerlo. Por otro lado, el aporte de Matheson como guionista es notorio, no hay más que mirar su versión de La caída de la casa Usher (guionada por él para Roger Corman) para apreciar cómo le da resonancia a una historia difícil de adaptar al cine.

El prurito de Matheson con el terror no parece compartido por uno de sus acólitos más famosos, Stephen King, que supera tranquilamente las preguntas de por qué escribe terror y hace chistes con el tema y dice, por ejemplo, a la prensa (creando un microcuento excelente, de paso):

Yo tengo el corazón de un niño pequeño. Está en un frasco de vidrio sobre mi escritorio.

Pero es un chiste y un psicólogo levantará la mano para opinar alguna cosa, supongo.

Sigamos, mejor con:

El ente (1982), esa película basada en un libro de Frank de Felitta. La vi de chico y no recuerdo lo censurada que estaría (tiene desnudos y escenas eróticas) pero la película no da ningún miedo (creo que a Scorsese le gusta mucho porque conceptualmente está más que bien). Lo que da miedo, y no parece ser un chiste, es como tratan los médicos (creo que son psicólogos o psiquiatras) a la protagonista. Hacen algo que es echarle la culpa a ella del problema. Y explican que no puede ser que un fantasma violento la esté atacando, según ellos, claro, ella está inventando todo, incluso los abusos que sufrió de chica por un ex novio y por su padre.

Esta actitud es la que critica Alice Miller (una psicóloga especializada en el maltrato) en su libro El cuerpo nunca miente. Allí Miller acusa a Freud de haber predestinado a Virginia Woolf. Dice que su suicidio fue una consecuencia de que el arribo del psicoanálisis la hizo sentir culpable por los abusos que sufrió de chica en vez de hacer que pudiera enfrentarlos (según Miller los abusos que sufrió Woolf no fueron aceptados por su psicoanalista que los hizo pasar por deseos inconscientes de ella) Más o menos como lo que ocurre en El ente, con los seres que realmente dan más miedo que el fantasma violento al que no aceptan: los profesionales que intentan ayudarla.

Ahora bien, se hace tan insoportable el tema del psicoanálisis leyéndolo todo, interpretándolo todo, como si no hubiera otro marco de referencia, especialmente para el arte, que un crítico termina en 2021 una crítica a una serie con las siguientes palabras (Crítica publicada en La nación de La maldición de Bly Manor).

Los primeros episodios se mueven a un ritmo letárgico y abusan del recurso de la aparición del espectro en el espejo, tras la protagonista, junto con un golpe en la banda sonora. Importa menos el horror que la escenificación del deseo de los protagonistas, eso que el psicoanálisis también llama el fantasma.

Estudié Cine en la Universidad de Buenos Aires así que valoro a veces un poco la lectura psicoanalítica (de hecho escribí un corto sobre el tema del «fantasma» en Lacan, que se llama La venta; un trabajo para la facultad y ¡me saqué un diez y todo!) pero no deja de sorprenderme como un proceso tan misterioso como la producción de arte puede ser reducida tan miserablemente a una fórmula interpretativa.

En lo demás hay que decir que la crítica es bastante justa con la serie.

Cansa tanta lectura psicoanalítica, poco creativa, de todo, y es hora de que los que hicieron mal con un discurso dominante que parece haber subyugado a medio mundo durante tantos años reflexionen un poco.

Me parece que es hora que los que pidan perdón son algunos psicólogos y psicólogas.

O que por lo menos sean sinceros cuando no pueden comprender algo, y que no usen el cajón de herramientas oxidadas, sino el corazón.

PD: Y la inteligencia creativa.

PD 2: Y lean los cuentos del gran Richard Matheson y más que nada sus novelas. Don Paranoias era un genio.

por Adrián Gastón Fares.

Escena de The entity (El ente) dirigida por Sidney J. Furie.

Seré nada. Novela de terror y misterio. Audiolibro. Índice narración oral capítulo por capítulo.

¿De qué trata Seré nada?

Seré nada es la historia de tres personas con sordera que tratan de encontrar una mítica comunidad de sordos en el Gran Buenos Aires. Dan con una colonia silente pero, ¿son personas sordas…?

Creo que fui mejorando en la lectura a viva voz. Empiezo un poco inseguro en el primer capítulo para ir ganando un poco de confianza (me parece) en los demás. Fue un ejercicio día a día, son 47 capítulos y fueron 47 días de lectura a viva voz sin parar, ni para Navidad, ni para Año nuevo (¡menos mal, tuve con qué entretenerme!) En fin, ahí va para que pueda ser más fácil escucharlos.

Voy a confesar que Ersatz está golpeando a mi puerta otra vez. Por ahora le quité la aldaba a la puerta para que espere un poco este querido muchachón.

Seré Nada. Prólogo y Capítulo 1.

Seré Nada. Capítulo 2.

Seré Nada. Capítulo 3.

Seré Nada. Capítulo 4.

Seré Nada. Capítulo 5

Seré Nada. Capítulo 6.

Seré Nada. Capítulo 7.

Seré Nada. Capítulo 8.

Seré Nada. Capítulo 9.

Seré Nada. Capítulo 10.

Seré Nada. Capítulo 11.

Seré Nada. Capítulo 12.

Seré Nada. Capítulo 13.

Seré Nada. Capítulo 14.

Seré Nada. Capítulo 15.

Seré Nada. Capítulo 16.

Seré Nada. Capítulo 17.

Seré Nada. Capítulo 18.

Seré Nada. Capítulo 19.

Seré Nada. Capítulo 20.

Seré Nada. Capítulo 21.

Seré Nada. Capítulo 22.

Seré Nada. Capítulo 23.

Seré Nada. Capítulo 24.

Seré Nada. Capítulo 25.

Seré Nada. Capítulo 26.

Seré Nada. Capítulo 27.

Seré Nada. Capítulo 28.

Seré Nada. Capítulo 29.

Seré Nada. Capítulo 30.

Seré Nada. Capítulo 31.

Seré Nada. Capítulo 32.

Seré Nada. Capítulo 33.

Seré Nada. Capítulo 34.

Seré Nada. Capítulo 35.

Seré Nada. Capítulo 36.

Seré Nada. Capítulo 37.

Seré Nada. Capítulo 38.

Seré Nada Capítulo 39.

Seré Nada. Capítulo 40.

Seré Nada. Capítulo 41.

Seré Nada. Capítulo 42.

Seré Nada. Capítulo 43.

Seré Nada. Capítulo 44.

Seré Nada. Capítulo 45.

Seré Nada. Capítulo 46.

Seré Nada. Capítulo 47 y Epílogo.

por Adrián Gastón Fares.

Link a PDF:

Seré nada – Adrián Gastón Fares 2021

Seré nada / Serenade Todos los derechos reservados. Adrián Gastón Fares.

Seré nada, portada diseñada por A. G. F.

Lanzamiento de edición digital de Seré nada. PDF para descargar. Novela de terror y género fantástico.

Terminar una novela es como despertarse de un sueño (o de una pesadilla)

Mientras me desperezo, voy a escribir algunas palabras sobre Seré nada y sobre el tema y la intención de la novela. Ahí vamos:

Sobre Seré nada (Novela, 2021, 200 páginas)

Con Seré nada, traté de incursionar nuevamente, luego de Gualicho y Mr. Time, en la ficción de terror.

Quería volver a la novela (la última en invención fue Intransparente). Quería que fuera de terror, y quería que fuera ficción oscura (o fantasía oscura). No sé si hubiera podido escribirla sin antes ensayar los cuentos de Los tendederos.

Tengan en cuenta que mis proyectos de cine de terror fantástico lamentablemente aún no pudieron ser filmados. Por lo que tenía muchas ganas de inventar algo nuevo y de poder compartirlo. Y en cierto modo, de poner lo que aprendí estos últimos años en este arte de invocar historias.

Por otro lado, me venían diciendo hace tiempo que escriba algo sobre la sordera y creo que en torno a ese tema fui construyendo Seré nada.

La intención era que los protagonistas tuvieran hipoacusia pero que la historia no fuera sólo las circunstancias de las personas con sordera. También traté de darle cierta épica a la sordera. El tema es la adaptación, pero también la identidad, hay que decirlo, y la «discapacidad».

Otra intención fue rescatar lo mejor y lo peor del Sur del conurbano bonaerense. Había olvidado la torre de Interama hasta que el año pasado subí a la terraza a estirarme, digamos, y la vi. Había olvidado que todavía hay caballos.

No considero Seré nada una novela de vampiros. Admito que traté (como en mis proyectos de cine) de crear nuevos monstruos.

Stephen King dice que es lo más difícil y lo que vale la pena (en Danza macabra o Danse macabre, un ensayo que escribió sobre cine y sobre novelas de terror)

A la vez, los monstruos de Seré nada son humanos, tanto los más simpáticos como los más desagradables (que son más humanos todavía)

La historia del caso de bullying está basada, tristemente, en un caso real que tomé de las noticias.

Veo influencias de películas en Seré nada, creo que ni hace falta que diga cuáles son.

Y está esa ternura que me señalaron que tengo y de la que no reniego. Y también soy un poco visceral o espero haberlo sido.

Sé que recordé al escribir a Shirley Jackson (por La lotería) Por otro lado, leí mucho el año pasado a Richard Matheson (yo creo que El hombre menguante es la mejor novela sobre personas con discapacidad, y sin dudas una de las mejores novelas de terror y fantasía)

En los vericuetos de escribir en tercera persona, me ayudó Matheson y ningún otro. Fue una búsqueda y releí toda la ficción de terror (y la de no terror) que pude antes de ponerme con Seré nada. Esto último no quiere decir nada, pero al menos me dio un poco de seguridad al escribir.

Escribir es invocar imágenes, como el cine, incluso de los mejores poemas lo que quedan son imágenes. 

Pero a diferencia del cine, cuando escribo literatura, sin olvidarme que sin imágenes no hay nada, trato de apoyarme en algo que obligue a usar ese lenguaje (por ejemplo, la historia de los serenados está interpretada y escrita por Roger, Gema se comunica escribiendo; en Intransparente toda la novela es la re interpretación de la protagonista de una conversación por mensaje de texto)

Espero que disfruten de esta aventura, que se conmuevan un poco como yo al escribirla.

Claro que una vez que la terminen pueden opinar lo que gusten y, si les gustó, también compartirla para que otros la descubran.

Los monstruos se van a enojar si no. 

Adrián Gastón Fares.

Aquí el link a la novela:

Dondequiera. Fin de temporada de escritura 2020.

Con la invocación o poema o conjunto de frases Dondequiera empezaba el 30 de Marzo la temporada de escritura de este 2020 que ya venía raro, cuarentenoso y extrañado.

Un guión de largometraje de ficción, género terror y thriller psicológico fue lo primero que terminé.

Luego, seguí con una novela que me llevó bastante más tiempo y que también es hermana de Señor tiempo (Mr. Time) y de Gualicho en cierta forma.

Todavía me guardo los títulos de ambos proyectos.

Entretanto, con Bombay Films intentamos y estrenamos dos cortometrajes vía zoom en los que disfruté la cercanía virtual de trabajar con actores: Boda Negra, Anzur, se suman a otros cortometrajes en los que participe en otros años con diferentes grupos de personas, como Entre nosotros, Motorhome, Cine Sordo, Inextinguible y otras ansiedades parecidas. Y ya escribimos uno nuevo que está por producirse.

Ahora pienso qué sigue. ¿Es el camino ceremonioso de Gualicho? ¿O el del nuevo guion que terminé este año? ¿Serán otros anteriores como Las órdenes? ¿La serie La sociedad de los parientes asesinos? ¿La venta? ¿Señor tiempo?

¿O directamente dejaré el cine porque cuesta tanto y el camino ha sido tortuoso ?

¿Y que haré con esta última novela con una historia que me mueve desde lo personal y lo ficticio?

No lo sé.

Es momento de cerrar la temporada de escritura del 2020 y de comenzar a transitar las tardes soleadas y calurosas del Gran Buenos Aires con otras historias.

Hay unos ensayos que me gustaría escribir. Tal vez lo haga.

Y hay personajes que necesitan ser sacados a pasear, necesitan esa imperceptible energía de la rueda del mouse ajeno, del dedo que acaricia una pantalla para hacer desaparecer un grupo de párrafos y que aparezca otro, la señal de la punta de la hoja doblada por misteriosos dedos que les regalan ese símbolo en sus celulosos cielos.

Cierro está temporada de escritura y de trabajo 2020 con el deseo de que mis libros encuentren a sus lectores y mis películas (son guiones todavía, claro; la única realizada ha sido Mundo tributo) susurren a las cámaras que las van a grabar las palabras que no se oyen y que movilizan ejércitos de sonidos e imágenes.

Es la literatura y es el cine lo que me gusta.

Es donde encuentro todo lo que perdí.

Es donde enfrento al mundo y donde me calzo guantes para colgarme de vigas de palabras, pasar el pescuezo y mirar la luna sobre el pasillo de las baldosas que aprendieron a soñar.

El pasillo está plateado y repetimos el mantra que de poema no tiene nada:

Dondequiera que sople

leve viento.

Donde líneas y círculos

seduzcan y enciendan los motores

de la ola roja

que llevamos dentro.

(con estas palabras iniciamos esta temporada de escritura, de trabajo, y de disfrute en lo imposible y en lo posible)

En Marzo, decía:

Lxs invito a arreglar cosas, a escribir, a sudar, a mirar más y sentir más, sin dejar de reflexionar en lo que fuimos y en lo que seremos. Después de todo, seremos igual o lo que tenga que ser, será igual.

Seguimos.

Adrián Gastón Fares

Interviniendo el tiempo desde el terror, la ciencia ficción y la aventura.

El primer afiche de concepto para Mr. Time por Santiago Caruso en 2017. Ese concepto creció. Gracias, Flor Florencia Acher por recomendarme tan buenos ilustradores como Santiago Caruso (Mr. Time) y como Sebastián Cabrol (Gualicho) Si alguien compra el cuadro que me lo done, je.

Aquí el link al Instagram de Santiago Caruso donde se pueden comprar sus obras:

¿En qué anduvo el autor de este blog este año 2020? Si se estaban preguntando eso, aquí iluminamos un poco la oscura respuesta (e incluso revelamos una fotografía que la subraya)

Es hora de que cuente, aunque sea un poco, en qué anduve este año. Si hay algo que me sirve es escribirme a mí mismo. Espero que también les sirva a los que me leen.

Hay una relación extraña entre el escribir, el inventar historias en mi caso, y la vida. Por lo menos, es como que le pongo el cuerpo. No es raro verme escribiendo una novela, haciendo las voces, caras o movimientos de los personajes (aunque sé justamente que es porque nadie me mira). Más justificado es hacerlo en el guion, donde también lo hago, no sé si menos o más.

Investigué bastante y leí mucho sobre qué rumbo quería tomar en la escritura esta vez.

Arranqué este 2020 que nadie va a olvidar escribiendo un largometraje, un thriller psicológico.

Para mí fue importante hacerlo, porque luego de Gualicho (la película sigue empantanada, no sé si alguna vez se rodará) y Mr. Time, tenía que volver a escribir cine y tenía que hacerlo con un género y un tema que me motivara mucho como en los otros dos casos. Así que encontré el tema, encontré el género, y me largué.

Fue la escritura más rápida de guion que hice en mi vida, iba corrigiendo el mismo día y seguía, nunca con tanta seguridad de donde estaba el norte. Como con la novela que luego les voy a contar, me ponía en mi tarea todos los días sin faltar uno solo.

Hace rato que no existen los domingos para mí, ni los sábados y me siento bastante infeliz si no estoy escribiendo algo de ficción (como me ocurre ahora, por ejemplo)

Aclaro lo último porque hay personas que piensan que me gustaría hacer documentales. Me encanta ver documentales, la pasé muy bien haciendo Mundo tributo (que yo no considero un documental, es un musical y tiene una estructura y una búsqueda más cercana a la ficción) pero yo arranqué en la ficción y de la ficción no me iré (salvo en algún otro caso donde vea un tema tan bueno para un documental que me pueda olvidar que es un documental, como me pasó con Mundo tributo)

Mis inicios en la ficción cinematográfica fueron cortitos hechos con lo que se podía, como los que pudieron ver hace poco. Aquí me cabe recordar a El hombre lámpara (no existiría Mundo tributo sin El hombre lámpara), Motorhome y otros experimentos. Y Mundo tributo fue un documental tan sólo porque no teníamos los medios para hacer una ficción.

Mi idea es grabar esta nueva ficción de manera independiente. A lo Mundo tributo (Gualicho iba a ser grabada así antes del infortunado premio del INCAA en 2017, aclaro que me da mucha bronca no haber podido grabar aún esa película por razones ajenas a mí).

Pero estoy hablando de otro proyecto. Y en este caso, tres actrices y un actor forman el elenco. Y es una película suburbana.

Estoy afincado en Lanús, lugar donde crecí. Luego de dieciocho años de vivir en la ciudad de Buenos Aires volví a mis pagos.

Primero recalé en la casa de mis padres (no aguanté la perspectiva de pasar encerrado en un departamento sin sol, casi sin verde, la cuarentena) pero después de un tiempo (que fue un poco más de la mitad de la cuarentena) un día me encontré en otra.

Solo voy a decir, que no tenía idea de cuánto extrañaba estar en un fondo o en una terraza. También diré que me preocupa un poco estar alejado (en distancia) de mis amigos. Y que nunca en mi vida me imaginé que iba a estar escribiendo algo, y menos viviendo, donde estoy escribiendo esto.

Sigamos con el tema de la película. Tengo ganas de grabarla con una actriz que sea de la zona, algo que me tengo que poner a buscar para dar con la adecuada. Pensé en otras actrices pero hacerlas venir hasta acá todos los días que dura el rodaje me parece que va a ser engorroso para ellas y para mí. Aunque el rodaje no debería durar más de dos semanas.

Por otro lado, apenas terminé el guión lo guardé (sabiendo que no había protocolo para filmar aún, y más que nada, que no era nada seguro hacerla así para nadie en ese momento) y me puse a escribir una novela.

Empecé escribiendo sobre un lugar que no conocía. Pronto volví a comenzar la novela desde cero.

Me puse a investigar bastante, más que nada sobre el estilo que quería que tuviera la novela. Sobre la manera de escribir determinado género y sobre la manera de escribir en general.

Y miré mucho, no me canso de mirar una sombra o un detalle de lo que me rodea, que antes no había visto y entonces esa sombra o ese detalle comienza un proceso de transformación que es lo más cercano a la magia que conozco. Aunque tal vez conozca otras cosas cercanas a la magia…

(como la voluntad por ejemplo).

Recapitulemos, entonces.

En guion de largometraje, en orden de escritura, primero está Gualicho, que empecé a escribir apenas terminé la facultad, luego Las órdenes que terminé después del estreno en BAFICI de Mundo tributo, después Mr. Time y ahora se suma este nuevo proyecto. Por ahora me guardo el título.

Hay otros proyectos, entre ellos una serie, como podrán ver en corsofilms.com/press (la productora independiente que armamos con Leo Rosales, quien a su vez está con varios proyectos)

En literatura, primero surgió ¡Suerte al zombi!, novela que empecé a escribir a los dieciocho años, si mal no recuerdo y cuyo camino, por lo menos para mí, terminó este mismo año cuando la revisé para convertirla en una edición digital que publiqué en este mismo blog (entre el reposo y la reescritura de la nueva novela)

Tiempo después de ¡Suerte al zombi!, llegó El nombre del pueblo, el relato largo El sabañon, más adelante Intransparente (que primero titulé Elortis), en el intermedio tuve una temporada larga de escrituras de cuentos de las que fueron testigos casi en vivo si siguen este blog, de ahí salió Los tendederos (mi antología de cuentos de terror y ciencia ficción) y ahora le toca el turno a la bienvenida nueva novela, cuyo nombre no revelaré aún.

Y hablando de aventuras: sumé un nuevo integrante a mi familia animal. Ina, es una perra con la que convivimos hace dos meses y medio, que parecen un día, mi gata (Lara), mis peces y yo.

Ina.

Adrián Gastón Fares.

Estreno cortometraje. Anzur. Bombay Films.

Este es Anzur, un cortometraje argentino independiente de terror y comedia.

En estos últimos días, luego de un año que fue intenso en lo creativo, por decirlo de alguna manera, ya les contaré, y recién mudado y trabajando en la mudanza, creamos este cortito con el staff de Bombay Films. En este caso lo escribí y dirigí con mi ex compañero de facultad y amigo, Matías. Y luego nos ayudó con las redes sociales Gabriel Quiroga, otro colaborador de Bombay Films.

Tuvimos el gusto de trabajar con un excelente elenco.

La increíble Roxana Randon, las fantásticas María Eugenia Rigon y Cecilia Heroiina y los muy buenos muchachos: Sebastián Berta Muñiz y Robertino Grosso.

Fueron pocos días y la meta era estrenarlo sí o sí el 31 de Octubre.

En ese sentido, lo logramos.

Les dejo Anzur. Ya vendrán más cosas…

Afiche de Anzur, cortometraje.

https://youtu.be/ETcUJrUoK2Y

Adrián Gastón Fares.

Sobre el estreno de Anzur. El caso de Natalia Mulching.

Este sábado a las 20:30 Bombay Films Argentina estrena Anzur, un cortometraje de cine independiente.

El cortometraje, de terror, cuándo no, está inspirado en el poemario Crónica de un exorcismo secreto de Jimena Golguev y en el caso de Natalia Mulching.

Anzur, el caso de Natalia Mulching.

Jimena Golguev tiene 26 años, estudió agronomía en la UBA y escribió un poemario dedicado al amor sapiosexual llamado Yo nunca leí a Thomas Bernhard. La autoedicion en cartón corrugado conoció muchas manos. Cada tanto arma poemas que son atrapasueños sobre el supuesto exorcismo practicado a su ex amante y amiga, Natalia Mulching.

Como este:


Natalia está muy rara.
Esto desafia mis creencias.
Convoqué a un buen psicólogo.
No es de esos que creen en cosas raras y sabe escuchar.
No confío de Beatriz la madre de Jimena, de repente me salió con un cura.
Natalia no quiere curas.
Yo tampoco.
Pero escuchar lo del hombre polilla de boca de ella llama la atención…
Se leyó todos los libros de John Alva Keel.
Y dice que estuvo vagando por los bosques y que una presencia le habló.
Eso de irse a Córdoba en cuarentena no fue una buena idea.
El hombre polilla.
Es como un búho gigante.
Algunas personas tatuadas son en realidad sombras del hombre polilla que nunca más se van… Y las esconden con más tatuajes hasta que las mismas personas se desdibujan. Y chau.

Por eso dicen que los tatuados, yeta.


(Toco madera y teta piercing)

De dónde saca esas cosas Nati?
Su imaginación parece más fermentada que fértil
Pero fermentada con qué?

Si casi no come y no toma más que agua con Romero
Le pega el Romero?


Le habrá contado a Beatriz lo del hombre polilla y apareció este cura que investiga a la variedad Anzur de hombre polilla.

Las cosas raras tienen variedades como todo en la naturaleza, me explicó Nati.

Según Natalia, Anzur no solo se aparece sino que también posee a las personas. Pero para ella no es un demonio…

Es un ser de las estrellas, ultraterreno.
Eso dice.
Ya no parece la chica de la que me enamoré mirando células cada una a su turno en el microscopio de la facu.

Ella no quiso saber nada igual. Un revolcón justo yo que cero toco y me voy. Pero de repente estábamos ahí lame lame en la mesa..


Ahora ella está bajo el microscopio…

Que es esta cámara si no?


Me preocupa lo que puedan hacerle para limpiar el nombre familiar. Para… resetearla.


Las personas se están volviendo muy… mecánicas.

No es lo mismo ablandarse que aceitar más la guillotina que corta los brotes salvajes como el de mi querida Nati.

Del diario de Jimena Golgue. 2020.

Anzur cuenta con un gran elenco. Maria Eugenia Rigon como Natalia Mulching. Roxana Randon como Beatriz (la madre) Cecilia Heroiina como Jimena. Robertino Grosso como el cura exorcista y Sebastián Berta Muniz como el Psicólogo Urquiaga.

Pueden verlo en el IGTV de Bombay Films @ bombayfilmsar (Instagram)

Y en el canal de YouTube de Bombay Films.

Dicen que todos los días son el día del terror por eso está de más recordar esta fecha pero nosotros la recordamos igual subiendo un cortometraje.

Fue un placer contar con un gran elenco y compartir guión y dirección con mi ex compañero de facultad, Matías.

Se disfrutó mucho la escritura y todavía más el trabajo con las actrices y actores.

Adrián Gastón Fares

Afiche de Anzur, cortometraje.

Aniversario: 14 años del blog.

Siempre olvido que creé el blog para estas fechas.

Pero WordPress me lo recuerda, claro.

14 años desde que iniciamos elsabanon o adriangastonfares.com una tarde o noche que ya no recuerdo (es una más entre tantas).

Así que bueno, sigamos…

¡Gracias por leerme, y saludos!

Adrián Gastón Fares, 26 de octubre 2020.

Ya no hay nada malo. Más series y películas.

Cobra Kai, la serie de YouTube Red, ahora disponible en Netflix, no da respiro. Empieza como si fuera una tontería y luego todo se trastoca, no hay buenos ni malos aquí, hay una energía que parece envalentonar a la trama casi sin historias paralelas (un vicio horrible de las series; muchas son arruinadas por estas historias paralelas que parecen pensadas para alargarlas) hacia senderos cada vez más abiertos, tanto en la primera temporada como en la segunda. El formato de 30 minutos es mucho más amigable que los más largos. En esta serie no se ven las costuras del diseño, eso se llama: magia.

Por otro lado, The Boys (Amazon Prime, basada en el comic del mismo nombre) es una serie agria, cínica, casi de terror, donde los superhéroes y las superheroínas son tan repulsivos como los lagartos de V, Invasión Extraterrestre.

Hay atrocidades de todo tipo. A pesar de toda la irreverencia que tiene The Boys, y lo molesta que llega a ser, una molestia bienvenida como esas picazones que uno se rasca con gusto, por momentos (en otros pica demasiado), a veces pierde sentido por las historias paralelas y por un gusto por los remates (je) fáciles. Y por una línea blanda de caracterización de los personajes (A lleva a B demasiado fácil aquí)

Así y todo no deja de ser aterradora.

El problema en The Boys está en que el diseño se ve. Los hilos están correosos. La magia se pierde.

El casting es notable, un hallazgo, una proeza. Son situaciones difíciles que los actores resuelven con un sostén carismático poco visto en nuevas caras.

En cuanto a películas; van dos.

Una la recomendó Stephen King.

Se llama The Rental, de Dave Franco, y es una de terror que da miedo de verdad y que juega con las percepciones de los protagonistas y las del espectador.

La otra película que vi hace poco… un poco tarde porque se estrenó hace mucho, es The Greatest Showman, de Michael Gracey.

Pensé que no me iba a gustar, y la venía dejando para más adelante a pesar de que me gustan mucho los musicales.

Al final, era ese tipo de películas que a uno le gustan porque le tienen que gustar.

Noté que en el guión de The Greatest Showman metió mano el gran Bill Condon.

Condon es un ex crítico de cine que, entre muchas otras películas, dirigió Gods and Monsters (Dioses y monstruos) y Kinsey, dos películas que son excelentes.

Volviendo a las series, hay dos nuevas a las que les pongo fichas.

Una es The third day, con Jude Law.

Y la otra es We are who we are del siempre bueno Luca Guadagnino.

Adrián Gastón Fares

PD: agradezco si pueden firmar y compartir la siguiente petición que creé en Change.

change.org/gualicho

Afuera.

Mamá, ¿por qué el vecino pone música tan linda?

Porque hace años que se le cayeron las orejas, mi amor.

Ah… ¿Y por qué la vecina tiene esa casa con colores tan lindos?

No tiene ojos.

Yo cuando sea grande voy a hacer casas coloridas así, edificios tan altos como el del otro día. ¿Se puede, mamá?

Nada es imposible para las bajitas como vos y como yo.

¿Y voy a poder ser mi propia mamá? ¿Yo sola? Cómo la señora alta que sale con la bolsa grande al supermercado. Todos los días sale.

Claro, pero esa mujer nunca tuvo madre.

¿Y de dónde salió?

De una fábrica.

En ese lugar debía haber muchas ventanas abiertas, enormes.

Claro, le gusta el fresco. Por el pelaje es.

No sabía que tenía pelos.

Son translúcidos.

¿Qué?

No importa. Seguí comiendo.

por Adrián Gastón Fares

The biggest little farm y Batman and Bill. Documentales recomendados.

Afiche The biggest little farm

Tengo dos documentales para recomendar.

El primero trata de una pareja que decide dejar un departamento, inspirados por la llamada a lo salvaje de su perro, y afrontar la enorme tarea de convertir un lugar desértico en agreste.

El ayudante de la pareja es Alan, un gurú medio alocado y entrañable, que aboga por la biodiversidad.

El documental no es todo flores y hippies cultivando al sol. Tiene los vericuetos de enfrentar esa tarea. Por lo tanto, hay algunos disparos para los coyotes, entre otras demandas de la sobrevivencia en un campo, que no son agradables para los que no nos gusta que maten animales.

Más allá de eso, la tarea de reforestar una zona inhóspita es monumental y el realizador (un camera de documentales de la naturaleza) sabe armar una estructura dónde conviven las alegrías con las tristezas.

Pueden alquilar, rentar o ver online la película en el sitio:

http://www.biggestlittlefarmmovie.com/

Por otro lado, la producción de Hulu, Batman and Bill, desvalija la pequeña oficina donde dos adolescentes crearon al Caballero Oscuro. El problema fue que uno de esos adolescentes, Bob Kane, hizo desaparecer de los créditos al otro, Bill Finger, y recién cuando este último ya había muerto en el anonimato, admitió que Batman había sido creado a dos manos. En cierto modo, es una película sobre la reparación de una identidad, sobre la justicia que un seguidor, Mark Nobleman, puede lograr para un creador. Por eso, es un documental emotivo dónde sentimos que el mundo puede ser menos injusto si una persona se lo propone. Y varias lo siguen. Con la participación de Kevin Smith, Todd McFarlane, entre otros.

En cierta forma, los dos son documentales sobre la voluntad, sobre decisiones que cambian vidas y lugares.

Batman y Bill no es para relativistas. La verdad y la justicia existen y solo cuesta encontrar la primera para equilibrar el herrumbrado gozne de la balanza de la segunda.

Cómo Desenterrando Sad Hill (el documental de Netflix sobre la restauración del cementerio donde se filmó la escena icónica de El bueno, el malo y el feo) son películas sobre una persona o un grupo de personas que logran mover del sillón a unos cuantos más, ampliar el grupo y, luego de algunas penurias, lograr su objetivo.

por Adrián Gastón Fares

La vastedad de esta noche.

Los estrenos de cine escasean y parece que las productoras se están guardando las películas para más adelante. Lo que es razonable: ¿cuánto dinero puede pagar una plataforma para adquirir un título? Bond 25 tiene un costo de 250 millones de dólares. ¿Cómo recuperar ese dinero si no es vendiendo pochoclos, bebidas y entradas de cine?

Por suerte hay otras películas que por su costo, o incluso estrategia de marketing ya pensada, pueden lanzarse.

¿Quién piensa en el cine sin recuperación de costos? ¿Sin estrategias de marketing? Hasta los directores más reacios terminan enviando sus películas a festivales. Hay que moverla, es así.

El director de The Vast of Night (2019), al que no nombraré porque eligió con humildad que su nombre no figure en los títulos de su película, decidió sacarla del cajón y enviarla a Slamdance, el festival de cine. Según lo que leí, la produjo, escribió y dirigió aparentemente sólo para tener la posibilidad de hacer la siguiente.

Pero con esta sola ya logra tirarnos de la vista, como si tuviéramos unas manos ahí en vez de ojos, por dónde él quiere, con una seguridad que al principio es aplastante.

The Vast of Night, con su título ampuloso, resonante y cierto, porque la noche es vasta, es larga (la noche: la película es gratamente corta), donde se pueden escribir cosas como estas y hacer millones de cosas más, hasta descubrir una nave extraterrestre volando encima de tu casa, si estás de suerte y se es insistente, fue adquirida por Amazon Video, donde podemos verla.

Una película más difícil de rastrear es Driveways (2019, aparentemente aún no hay título en nuestro idioma) Bien actuada, bien escrita, bien filmada, la película de Andrew Ahn, sobre una amistad entre un niño, Lucas Jaye, y un señor entrado en años (Brian Dennehy en su última actuación) nos expone, con medida pausa, la irremediabilidad de las diferencias entre los seres humanos y las impensables (y a veces olvidadas) amistades que generan estas tiernas marginalidades.

Pero tenemos que seguir hablando de dinero. Das 5 Bloods (5 sangres, de Spike Lee) fue estrenada en Netflix y tuvo un costo de 45 millones de dólares. Lo que simplemente quiere decir que una de 45 millones puede estrenarse online pero una de 250 millones, no. Tiene lógica. Hay que esperar para ver a Bond.

5 sangres, es buenísima, qué más decir, siempre Spike Lee fue un excelente director de cine y lo sigue siendo. Recuerden que no soy un crítico de cine y que solamente hablo, o trato de hablar, de las películas que me van gustando, como si esta fuera la libreta de películas ya vistas que solía llevar cuando era chico (de niño no sabía cuánto salía producir una película, cabe destacar)

La película de Spike Lee tiene la música del gran Terence Blanchard. A Blanchard también lo encontré haciendo la música jazzera de una serie estrenada hace poco, que chusmeé porque me gustan las historias sucias de detectives: Perry Mason.

Por último, voy a nombrar una miniserie documental cuyo primer capítulo tiene una buena narración, muy acorde a lo que cuenta:

I´ll be gone in the dark (2020) es un documental sobre la escritora (y bloguera) Michelle McNamara. Y sobre su asesino (no me refiero al que terminó con ella, no se apresuren, sino al que ella siguió a toda costa)

McNamara escribía en su blog sobre asesinos seriales e investigó con obsesión (siempre digo que sin obsesión no tendríamos luz de noche, por ejemplo) a uno de los más abocados y menos conocidos representantes de este temible gremio: the Golden State Killer. No diré mucho más: está disponible el primer episodio en HBO. En español el libro de la escritora, póstumo, se llama: El asesino sin rostro. Estas obsesiones sanas como inventar la luz eléctrica o seguir los rastros de un asesino son las que nos hacen humanos…

Algo más, me quedaba por ver en estas noches de cine pos-escritura una película de Wong Kar-wai: The Grandmaster (2013)

La película es sobre el maestro de Kung Fu (Kung Fu, el arte marcial, viene de Kong Fu Tsu, o sea de Confucio; Octavio Paz tiene la culpa de este paréntesis), Yip Man (Ip Man) maestro de maestros de las artes marciales, uno de sus discípulos fue Bruce Lee.

La película es hermosa. Kar-wai eleva dimensiones en el cine que a veces nos olvidamos de percibir fuera de las pantallas (capas de imágenes, esas texturas… como ya lo había hecho en In the Mood for Love)

Recuerden que el arte de elegir una buena película o un buen libro es el más difícil de todos. Lo es para cada persona. Es azaroso, imprevisible, y es tan grato que si lo logramos, se parece a la aventura de crearlas o escribirlos.

Y lo que descubrimos en esos sueños compartidos que son las películas, y que también son los libros, es difícil de transmitir con palabras. Mueve a la sangre como la luna afecta a las mareas.

Adrián Gastón Fares

Escritor, Productor de cine, Director de cine

(PD: Aguante los pedazo-de-actores Will Ferrell, Rachel McAdams y Eurovisión: La historia de Fire Saga. Ya no dudo de que existen los duendes)