Un instagram para El sabañon.
No hay ñ en Instagram así que lo llamaremos El_sabanion.
Larga vida a la ñ!
Espero que estén bien!
Un instagram para El sabañon.
No hay ñ en Instagram así que lo llamaremos El_sabanion.
Larga vida a la ñ!
Espero que estén bien!
Los estrenos de cine escasean y parece que las productoras se están guardando las películas para más adelante. Lo que es razonable: ¿cuánto dinero puede pagar una plataforma para adquirir un título? Bond 25 tiene un costo de 250 millones de dólares. ¿Cómo recuperar ese dinero si no es vendiendo pochoclos, bebidas y entradas de cine?
Por suerte hay otras películas que por su costo, o incluso estrategia de marketing ya pensada, pueden lanzarse.
¿Quién piensa en el cine sin recuperación de costos? ¿Sin estrategias de marketing? Hasta los directores más reacios terminan enviando sus películas a festivales. Hay que moverla, es así.
El director de The Vast of Night (2019), al que no nombraré porque eligió con humildad que su nombre no figure en los títulos de su película, decidió sacarla del cajón y enviarla a Slamdance, el festival de cine. Según lo que leí, la produjo, escribió y dirigió aparentemente sólo para tener la posibilidad de hacer la siguiente.
Pero con esta sola ya logra tirarnos de la vista, como si tuviéramos unas manos ahí en vez de ojos, por dónde él quiere, con una seguridad que al principio es aplastante.
The Vast of Night, con su título ampuloso, resonante y cierto, porque la noche es vasta, es larga (la noche: la película es gratamente corta), donde se pueden escribir cosas como estas y hacer millones de cosas más, hasta descubrir una nave extraterrestre volando encima de tu casa, si estás de suerte y se es insistente, fue adquirida por Amazon Video, donde podemos verla.
Una película más difícil de rastrear es Driveways (2019, aparentemente aún no hay título en nuestro idioma) Bien actuada, bien escrita, bien filmada, la película de Andrew Ahn, sobre una amistad entre un niño, Lucas Jaye, y un señor entrado en años (Brian Dennehy en su última actuación) nos expone, con medida pausa, la irremediabilidad de las diferencias entre los seres humanos y las impensables (y a veces olvidadas) amistades que generan estas tiernas marginalidades.
Pero tenemos que seguir hablando de dinero. Das 5 Bloods (5 sangres, de Spike Lee) fue estrenada en Netflix y tuvo un costo de 45 millones de dólares. Lo que simplemente quiere decir que una de 45 millones puede estrenarse online pero una de 250 millones, no. Tiene lógica. Hay que esperar para ver a Bond.
5 sangres, es buenísima, qué más decir, siempre Spike Lee fue un excelente director de cine y lo sigue siendo. Recuerden que no soy un crítico de cine y que solamente hablo, o trato de hablar, de las películas que me van gustando, como si esta fuera la libreta de películas ya vistas que solía llevar cuando era chico (de niño no sabía cuánto salía producir una película, cabe destacar)
La película de Spike Lee tiene la música del gran Terence Blanchard. A Blanchard también lo encontré haciendo la música jazzera de una serie estrenada hace poco, que chusmeé porque me gustan las historias sucias de detectives: Perry Mason.
Por último, voy a nombrar una miniserie documental cuyo primer capítulo tiene una buena narración, muy acorde a lo que cuenta:
I´ll be gone in the dark (2020) es un documental sobre la escritora (y bloguera) Michelle McNamara. Y sobre su asesino (no me refiero al que terminó con ella, no se apresuren, sino al que ella siguió a toda costa)
McNamara escribía en su blog sobre asesinos seriales e investigó con obsesión (siempre digo que sin obsesión no tendríamos luz de noche, por ejemplo) a uno de los más abocados y menos conocidos representantes de este temible gremio: the Golden State Killer. No diré mucho más: está disponible el primer episodio en HBO. En español el libro de la escritora, póstumo, se llama: El asesino sin rostro. Estas obsesiones sanas como inventar la luz eléctrica o seguir los rastros de un asesino son las que nos hacen humanos…
Algo más, me quedaba por ver en estas noches de cine pos-escritura una película de Wong Kar-wai: The Grandmaster (2013)
La película es sobre el maestro de Kung Fu (Kung Fu, el arte marcial, viene de Kong Fu Tsu, o sea de Confucio; Octavio Paz tiene la culpa de este paréntesis), Yip Man (Ip Man) maestro de maestros de las artes marciales, uno de sus discípulos fue Bruce Lee.
La película es hermosa. Kar-wai eleva dimensiones en el cine que a veces nos olvidamos de percibir fuera de las pantallas (capas de imágenes, esas texturas… como ya lo había hecho en In the Mood for Love)
Recuerden que el arte de elegir una buena película o un buen libro es el más difícil de todos. Lo es para cada persona. Es azaroso, imprevisible, y es tan grato que si lo logramos, se parece a la aventura de crearlas o escribirlos.
Adrián Gastón Fares
Escritor, Productor de cine, Director de cine
(PD: Aguante los pedazo-de-actores Will Ferrell, Rachel McAdams y Eurovisión: La historia de Fire Saga. Ya no dudo de que existen los duendes)
Desde la mirada de director, escritor y guionista, y no la de un crítico, claro, van mis opiniones de algunas películas y series:
Agregado rápido de cuarentena, pandemia, epidemia o como gusten llamar a este momemtum (estrafalaria palabra para tantos cambios)
Recomiendo la miniserie Devs, de Alex Garland (aunque en mí país no se ha estrenado en HBO Go, los que dicen series no veo recuerden que, salvando distancias con las que aquí nombro, Fanny y Alexander de Bergman, quizá su mejor película y una de mis preferidas, era originalmente una miniserie), Curb your enthusiasm Temporada 10 (algunos episodios son desopilantes, solamente me río igual con películas como Get Hard o The House, tengo una afinidad con Will Ferrell y casi todas sus películas me gustan como me gustaba el Chavo del 8), rever Alien 4 Resurrección (la del director de Amelie) Mirar al ya recomendado por medio mundo anime Your name que está en Netflix (aunque prefiero los de Ghibli)
Dar una chance a Mr Robot. No sé si seré yo pero noté una manera muy particular de encuadrar con mucho espacio sobre la cabeza, planos abiertos casi siempre en esta seria. Es una constante en las otras series del showrunner (Sam Esmail) de la serie como Homecoming. (Amazon Prime)
Dar una chance a la película de terror producida por Guillermo del Toro llamada Historias de miedo para contar en la oscuridad, el final se alinea con esa redención que fue pregonando el cine pre-pandemia (con Parasite, Joker, Border) Un pico de calidad poco visto en años las que están en paréntesis. Con tanto cine bueno mainstream…, algo tenía que pasar, jeje.
Ver la película The aeronauts (han dicho que es como Gravity con un globo aerostático pero está bien para despegar un poco de la tierra)
En serie dar una chance a Doom Patrol, una locura, otra a Watchmen y a El visitante – The Outsider (esa cosa que tiene Stephen King de crear grupos de amigos, esa nostalgia de la amistad contra lo inesperado, como en Cuenta conmigo)
Otro punto para The Newsroom, escrita por el guionista estelar Aaron Sorkin, con un primer capítulo que arremete contra todos y todas. Una serie que pasó desapercibida.
Ya que antes nombre a Garland por Devs termino está actualización con Ex Machina, para los que disfrutan como yo de la ciencia ficción cerebral, sin naves ni tanto artificio sonoro. Por el mismo motivo, ya en terreno de documentales, rescato el de James Cameron sobre la historia de la ciencia ficción en el audiovisual (AMC Visionaries: James Cameron-La historia de la ciencia ficción): pasar una noche charlando con Lucas, Nolan, Del Toro, Spielberg y el mismo Cameron es una de las formas de la felicidad.
Cómo documental me pareció excelente, Mystify, sobre Michel Hutchence, el cantante de INXS. Sin entrevistas, solo imágenes incluso grabadas por él mismo, audios de diálogos y música.
Otro que vi, está vez gracias a mi amiga Majo, fue el documental sobre «La Viuda» del escritor Manuel Puig que puede verse en Cine.ar Play de manera gratuita.(en Argentina)
Se llama Regreso a Coronel Vallejos (Carlos Castro) y cuenta la historia de «La Viuda» de Puig: una mujer que luego de quedar cuadriplejica se dedicó a rescatar parte del legado del escritor en su pueblo natal: Villegas.
Y Ekaterina, desde el otro lado del mundo, me recomendó The Gentleman. Este cóctel de Tarantino y rap me entretuvo como ninguna del director de la cinta, que hace películas que no me suelen gustar (tenía ganas de escribir cinta alguna vez en mi vida)
Ahora siguen las observaciones sobre algunas películas vistas en Agosto de 2019:
Dogman, de Mateo Garrone. No podía dormir luego de verla. Buscar aprobación…
The Beach Bum, de Harmony Korine. Me gustó mucho porque estaba medio borracho ese día y me sentí cercano al personaje principal. Además tiene buenas canciones.
Otra recomendación fue la de mí amo
Call me by your name de Luca Guadagnino Guadagnino pertenece a la sociedad secreta del buen gusto. Hay que llegar a la escena final. ¡Cuánta emoción!
La Odisea de los Giles, de Sebastián Borensztein. El terror se sentía en la sala. Recordar el 2001 argentino en esta época, por más humor que tenga la película de Sebastián, creo que recortó algunas risas y potenció otras. Es de esas películas que hay que ver con la sala llena.
La escafandra y la mariposa, de Julian Schnabel. Me hizo ponerme en la piel del protagonista. Película bastante triste.
At Eternity´s Gate, de Julian Schnabel. Entendí a Van Gogh un poco más. Creo más en la versión de su historia de Carriere que en las anteriores. No sé cómo termine escuchando en Spotify la canción Vincent, de Don Mclean, que me llevó a otra que grabó el mismo artista que usó David Lynch en Mullholland Drive (Crying, si no me equivoco)
Basquiat, de Julian Schnabel. Desde que la vi, a veces tengo ganas de decir que quiero irme a Maui.
Border, de Ali Abassi. Eh, ¿quiénes éramos?
Re loca, de Martino Zaidelis, esta remake argentina me gustó por varios motivos que no esconderé. Trabaja el actor de uno de los cortometrajes que escribí y dirigí Motorhome (aparece en una de las escenas; el siempre creativo Jonathan Jairo Nugnes) Fue producida por el buen productor argentino Sebastian Aloi (quien me ha dado algunos consejos sobre Gualicho y una atención que aprecio) y el personaje de Diego Torres me pareció muy risible, real y reconocible a kilómetros de distancia.
Rocketman, de Dexter Fletcher. Me gustan las canciones de Elton John y varios de sus discos. Raro que no me gustara esta película y me dejara un poco perplejo a la vez. Nunca vi cantar con burbujas bajo el agua. Admito que su comparación incomprable, la película sobre la vida del líder de Queen, tiene otra intensidad a nivel espectáculo. Pero también con esos ojos brillantes del final recuerda un poco a las películas de Zefirelli sobre Cristo que pasaban en Pascuas (lo que da bastante miedo; ese cristo sangrante con ojos azules brillantes siempre me dio terror) Además en Mundo tributo, el documental que produje y dirigí junto a Leo Rosales, no aparece ninguna banda tributo a Elton John.
Siguiendo con Guadagnino, su Suspiria. Su final me dio ganas de cambiar mi vida para siempre. El efecto duró bastante (tal vez persista) Recuerda un poco a los inicios del cine de terror, tiene esa fuerza explícita y elegante a la vez.
Okuribito (Departures), de Yojiro Takita. La última película japonesa que se llevó el Óscar a mejor película extranjera. No la había visto aún. No quedaba otra que me gustara. No soy de piedra. Ya verán en la película.
Io sonno il amore, de Luca Guadagnino (la volví a ver), como El desprecio de Godard. Las dos grandes películas sobre lo terrible, en el bueno y en el mal sentido, que es el amor.
John Wick 2, de Chad Stahelski. Me la recomendó la directora argentina Lucila Las Heras y de las tres es la que más me gustó. Me hizo acordar y extrañar al primer John Woo.
A Star is Born, de Bradley Cooper. Claro que salí con ganas de llorar de esta película y bastante triste. Fue la primera que vi con los audífonos nuevos (esas casualidades…) Empecé a escuchar a Lady Gaga y aprecié sus cualidades camaleónicas. Incluso me enteré del lupus que sobrelleva a través de un documental sobre su vida.
Toy Story 4, Josh Cooley. Me emocionó y me entretuvo.
Aterrados, de Demian Rugna. Demian supo captar cierta atmósfera del conurbano bonaerense en la que casi todos coincidimos en que es la mejor película argentina de terror argentina hasta el momemtum. No es perfecta en el guión pero mucho en la atmósfera, lo que no es poco decir.
Bridge of Spies, de Steven Spielberg. Así creo que deben ser los abogados y las personas, como el personaje que interpreta Tom Hanks (que existió en la vida real) No comulgo mucho con el ¿Serviría de algo?, como ya se nota en lo que escribo, salvo cuando medito, pero me parece una frase encantadora.
Mary Shelley, de Haifaa al-Mansour tengo que admitir que disfruté y me inspiró más esta película que la de mi querido Ken Russell (Gothic)
El Potro, de Lorena Muñoz. La vida es una lucha aunque seas exitoso y esa es una historia que se vuelve a contar cada tanto. Más allá de la banda sonora (no las canciones sino el score me pareció ajustado), la película tiene eso mortuorio, ya le encontraré el mejor adjetivo, tan argentino que casualmente puede encontrarse en otra, por ejemplo, de terror, como Aterrados (¿quién dijo que lo nuestro es el tango?; son los cajones de madera y la música acorde a la temática)
Esa película que llevo conmigo, de Lucía Ruiz. Fui a ver el estreno al Gaumont pero entendí menos de la mitad por el sonido de la sala, porque era un documental, y porque estaba detrás de todo (invitado por Leo Rosales) Tenemos que subtitular todas las películas, ponernos de acuerdo en eso en Argentina y en España si es posible.
Dolor y Gloria, de Pedro Almodóvar. Ese toque hitchockiano de las imágenes del principio es lo que más me gusta de él. Soy así. Es su ocho y medio, ¿no? No entendí bien al niño, lo que decía.
Us, de Jordan Peele. Después de Big, de Frank Marshall, es mi película preferida con un parque de atracciones. Trastorna un poco y no a través de gritos y dilaciones faciales a lo Babadook (ese cine de terror no me gusta: otro ejemplo de lo contrario de Us es Hereditary; no ví aún Midsommar y no me atrae por ahora)
En Netflix para ver ya mismo:
Una de mis pocas series preferidas es Mindhunter, con algunos capítulos dirigidos por David Fincher. La temporada 2, recién estrenada, está muy bien pensada y escrita. Juega con los personajes y con el espectador de manera magistral. También tiene capítulos dirigidos por el gran Carl Franklin, que hizo una película que me hizo feliz llamada Devil in a Blue Dress.
Una de mis últimos descubrimientos preferidos en el terror, mejor dicho corto, no se rían es: Toy Story: of Terror, de Angus Maclane. Gran narración. Dura veinte minutos y está en Netflix.
HBO:
La primera temporada de Westworld, creada por Jonathan Nolan, es notable por momentos y lo hace pensar a uno en qué está pensando y cómo lo piensa, justamente. El escritor de Jurassic Park debería tener una estatua en algún lugar. Aunque la serie supera a su versión de su propia historia que veíamos en Sábados de Super Acción.
Por último una reflexión, las buenas películas son esas que recordamos planos que al verlas otra vez nunca existieron.
por Adrián Gastón Fares
PD: nadie se puede quejar de la última de Tarantino, Once upon a time in Hollywood, ni los animales, ni los hombres, ni las mujeres; los únicos que se pueden quejar son los fanáticos y a esos los iluminó con su propia medicina. Una película que parece gestada entre vinos y actores, sincera en casi todo. Terrible, como debe ser el cine (de melancólica no tiene nada, leí por ahí que decían eso algunos; no comprenden)
Gualicho, terror, drama, thriller.
Mr. Time: misterio, terror, ciencia ficción.
Las órdenes, drama, thriller.
Embrión, social, género, drama, thriller, Road movie.
SPA (serie) drama, thriller, aventuras.
Mundo tributo (largometraje estrenado) documental, comedia dramática, rock.
La venta. Suspenso, comedia, terror.
Más información:
corsofilms/press
contacto: info@corsofilms.com
En cuanto a novelas, cuentos, etc, pueden leerlas buscándo en el índice de este blog o averiguar más en este enlace:
Links a Novelas y Cuentos de Adrián Gastón Fares
Por Adrián Gastón Fares, guionista, director, productor de cine argentino.
Desde la mirada de director, escritor y guionista, y no la de un crítico, claro, van mis opiniones de algunas de las películas y series que fui viendo y sus efectos inmediatos y a largo plazo.
Dogman, de Mateo Garrone. No podía dormir luego de verla. Buscar aprobación…
The Beach Bum, de Harmony Korine. Me gustó mucho porque estaba medio borracho ese día y me sentí cercano al personaje principal. Además tiene buenas canciones.
Call me by your name de Luca Guadagnino Guadagnino pertenece a la sociedad secreta del buen gusto. Hay que llegar a la escena final. ¡Cuánta emoción!
La Odisea de los Giles, de Sebastián Borensztein. El terror se sentía en la sala. Recordar el 2001 argentino en esta época, por más humor que tenga la película de Sebastián, creo que recortó algunas risas y potenció otras. Es de esas películas que hay que ver con la sala llena.
La escafandra y la mariposa, de Julian Schnabel. Me hizo ponerme en la piel del protagonista. Película bastante triste.
At Eternity´s Gate, de Julian Schnabel. Entendí a Van Gogh un poco más. Creo más en la versión de su historia de Carriere que en las anteriores. No sé cómo termine escuchando en Spotify la canción Vincent, de Don Mclean, que me llevó a otra que grabó el mismo artista que usó David Lynch en Mullholland Drive (Crying, si no me equivoco)
Basquiat, de Julian Schnabel. Desde que la vi, a veces tengo ganas de decir que quiero irme a Maui.
Border, de Ali Abassi. Eh, ¿quiénes éramos?
Re loca, de Martino Zaidelis, esta remake argentina me gustó por varios motivos que no esconderé. Trabaja el actor de uno de los cortometrajes que escribí y dirigí Motorhome (aparece en una de las escenas; el siempre creativo Jonathan Jairo Nugnes) Fue producida por el buen productor argentino Sebastian Aloi (quien me ha dado algunos consejos sobre Gualicho y una atención que aprecio) y el personaje de Diego Torres me pareció muy risible, real y reconocible a kilómetros de distancia.
Rocketman, de Dexter Fletcher. Me gustan las canciones de Elton John y varios de sus discos. Raro que no me gustara esta película y me dejara un poco perplejo a la vez. Nunca vi cantar con burbujas bajo el agua. Admito que su comparación incomprable, la película sobre la vida del líder de Queen, tiene otra intensidad a nivel espectáculo. Pero también con esos ojos brillantes del final recuerda un poco a las películas de Zefirelli sobre Cristo que pasaban en Pascuas (lo que da bastante miedo; ese cristo sangrante con ojos azules brillantes siempre me dio terror) Además en Mundo tributo, el documental que produje y dirigí junto a Leo Rosales, no aparece ninguna banda tributo a Elton John.
Siguiendo con Guadagnino, su Suspiria. Su final me dio ganas de cambiar mi vida para siempre. El efecto duró bastante (tal vez persista) Recuerda un poco a los inicios del cine de terror, tiene esa fuerza explícita y elegante a la vez.
Okuribito (Departures), de Yojiro Takita. La última película japonesa que se llevó el Óscar a mejor película extranjera. No la había visto aún. No quedaba otra que me gustara. No soy de piedra. Ya verán en la película.
Io sonno il amore, de Luca Guadagnino (la volví a ver), como El desprecio de Godard. Las dos grandes películas sobre lo terrible, en el bueno y en el mal sentido, que es el amor.
John Wick 2, de Chad Stahelski. Me la recomendó la directora argentina Lucila Las Heras y de las tres es la que más me gustó. Me hizo acordar y extrañar al primer John Woo.
A Star is Born, de Bradley Cooper. Claro que salí con ganas de llorar de esta película y bastante triste. Fue la primera que vi con los audífonos nuevos (esas casualidades…) Empecé a escuchar a Lady Gaga y aprecié sus cualidades camaleónicas. Incluso me enteré del lupus que sobrelleva a través de un documental sobre su vida.
Toy Story 4, Josh Cooley. Me emocionó y me entretuvo.
Aterrados, de Demian Rugna. Demian supo captar cierta atmósfera del conurbano bonaerense en la que casi todos coincidimos en que es la mejor película argentina de terror argentina hasta el momemtum. No es perfecta en el guión pero mucho en la atmósfera, lo que no es poco decir.
Bridge of Spies, de Steven Spielberg. Así creo que deben ser los abogados y las personas, como el personaje que interpreta Tom Hanks (que existió en la vida real) No comulgo mucho con el ¿Serviría de algo?, como ya se nota en lo que escribo, salvo cuando medito, pero me parece una frase encantadora.
Mary Shelley, de Haifaa al-Mansour tengo que admitir que disfruté y me inspiró más esta película que la de mi querido Ken Russell (Gothic)
El Potro, de Lorena Muñoz. La vida es una lucha aunque seas exitoso y esa es una historia que se vuelve a contar cada tanto. Más allá de la banda sonora (no las canciones sino el score me pareció ajustado), la película tiene eso mortuorio, ya le encontraré el mejor adjetivo, tan argentino que casualmente puede encontrarse en otra, por ejemplo, de terror, como Aterrados (¿quién dijo que lo nuestro es el tango?; son los cajones de madera y la música acorde a la temática)
Esa película que llevo conmigo, de Lucía Ruiz. Fui a ver el estreno al Gaumont pero entendí menos de la mitad por el sonido de la sala, porque era un documental, y porque estaba detrás de todo (invitado por Leo Rosales) Tenemos que subtitular todas las películas, ponernos de acuerdo en eso en Argentina y en España si es posible.
Dolor y Gloria, de Pedro Almodóvar. Ese toque hitchockiano de las imágenes del principio es lo que más me gusta de él. Soy así. Es su ocho y medio, ¿no? No entendí bien al niño, lo que decía.
Us, de Jordan Peele. Después de Big, de Frank Marshall, es mi película preferida con un parque de atracciones. Trastorna un poco y no a través de gritos y dilaciones faciales a lo Babadook (ese cine de terror no me gusta: otro ejemplo de lo contrario de Us es Hereditary; no ví aún Midsommar y no me atrae por ahora)
En Netflix para ver ya mismo:
Una de mis pocas series preferidas es Mindhunter, con algunos capítulos dirigidos por David Fincher. La temporada 2, recién estrenada, está muy bien pensada y escrita. Juega con los personajes y con el espectador de manera magistral. También tiene capítulos dirigidos por el gran Carl Franklin, que hizo una película que me hizo feliz llamada Devil in a Blue Dress.
Una de mis últimos descubrimientos preferidos en el terror, mejor dicho corto, no se rían es: Toy Story: of Terror, de Angus Maclane. Gran narración. Dura veinte minutos y está en Netflix.
HBO:
La primera temporada de Westworld, creada por Jonathan Nolan, es notable por momentos y lo hace pensar a uno en qué está pensando y cómo lo piensa, justamente. El escritor de Jurassic Park debería tener una estatua en algún lugar. Aunque la serie supera a su versión de su propia historia que veíamos en Sábados de Super Acción.
Por último una reflexión, las buenas películas son esas que recordamos planos que al verlas otra vez nunca existieron.
por Adrián Gastón Fares
PD: nadie se puede quejar de la última de Tarantino, Once upon a time in Hollywood, ni los animales, ni los hombres, ni las mujeres; los únicos que se pueden quejar son los fanáticos y a esos los iluminó con su propia medicina. Una película que parece gestada entre vinos y actores, sincera en casi todo. Terrible, como debe ser el cine (de melancólica no tiene nada, leí por ahí que decían eso algunos; no comprenden)
En este capítulo de Alimenta tu zombi con cerebros recomendaremos algunos libros de cine, pero daremos una vuelta en calesita alrededor de un tema que divide las aguas de las bañeras de nuestros departamentos, donde ya los zombies no nos bañamos y mantenemos algunos cuerpos flotando: ¿qué diferencia hay entre el cine y las series?
Trataré de demostrar esta diferencia tratando de repasar algunas películas de Brian de Palma y haciéndole una permanente a las series (algo más rápido y mecánico; los temas se tratan según su mérito)
De Palma, un cineasta muy particular que salió en los setenta para reescribir algunas películas, más que nada y hacernos enamorar del cine de otros. Vi a De Palma antes que a Vértigo, ese caso De Palma es como una especie de Borges que señala a Stevenson, a Chesterton a otros escritores que realmente tienen un valor (a diferencia de Tarantino que no señala como dicen; Tarantino es un valor en sí mismo, regurgita otras películas que realmente, en su maroría, no valen la pena ver; salvo algunas de John Woo)
Entonces, el cine, representado por De Palma en este artículo tiene una distancia con las series muy notable. Esa distancia está dada por un sólo hecho: las series reconstruyen la idea de vivir en comunidad. Una serie es seguida por una persona para sentirse parte de un universo de personas ficticias diariamente; ¿por qué? Vivimos absolutamente aislados. Como vivo aislado me pongo a ver Mad Men o me pongo a ver Stranger Things, para volver a esa experiencia primigenia de la niñez de estar rodeado de gente, de vivir un tiempo con personas.
A veces me preguntan cómo me gustaría conocer a una chica. Digo, me gustaría conocerla en una comunidad posapocalíptica como pasa en ciertas ficciones, los dos lavando la ropa sucia todos los días en un lago. Eso me gustaría, pero por ahora es imposible.
Entonces el aislamiento psicosocial de la globalización es el que lleva a que las personas amen a las series. Y no importa qué tema traten, la serie es escapismo a su máxima expresión (no importa si esa serie es una de Bergman, quien también ha hecho miniseries; la miniserie es mucho más noble que la serie por su extensión).
A diferencia de las películas, que (oh, casualidad las de superhéroes son las más vistas, que se parecen a las series porque nos incluyen en una comunidad de personajes que ya conocemos), a diferencia de las películas repito que son una forma de aislarse del mundo, de reflexionar, de diferenciarse, la serie tiende al cambio de figuritas en el recreo.
Incluso hoy en día se siguen vendiendo figuritas así que eso no cambió. Uno puede cambiar las figuritas de Mad Men, pero no puede ciertamente cambiar las de Sisters (Hermanas), de De Palma. Quedaría solo en el patio del recreo sin nadie que se le acerque y se volvería a su casa con las mismas figuritas de la película De Palma.
No estoy en contra de las series, me gustan varias, pero las series, antepuestas ante cualquier film son el ejemplo de escapismo máximo en este mundo, no importa lo desafiantes y buenas que sean, porque la serie trabaja con un universo continuo, con una repetición de personajes y situaciones, y con una familiarización de la ficción, y más que nada, una menor adaptación: una vez que uno entró al universo de una serie, no debe hacer un esfuerzo intelectual para adaptarse a otro universo como pasa con las personas que miran películas diariamente.
Así las cosas, diré que las series siempre serán un género menor al del cine, no importa lo buena que parezcan (aunque sea excelente el Episodio 3 de la Primera Temporada de Mad Men; eso no importa) Eso no quiere decir que no sea un gran género, pero no puede aspirar a lo mismo que el largometraje.
Por otro lado está el cine, con su aislamiento, su adaptación continúa a cada película, la isla que es cada film más allá de lo parecido que pueda ser el lenguaje de un director de una película a otra.
Entonces diremos, el género favorito de los zombis tradicionales son las series. ¿Por qué? El esfuerzo, la exigencia, de adaptación para verlas es menor. ¿Si queremos escapar del mundo qué elegiremos? Series. Si queremos pensar un poco y sentirnos más miserables o más felices, pero no al instante, ¿qué elegiremos para alimentar a nuestros zombis posapocalípticos adaptados al desastre? Cine. Películas.
Molestemos con la relación de algunos films de De Palma. Quiero que la extensión se vuelva carne:
De sus comienzos, el más desconcertante de todos fue Sisters (Hermanas, 1973), la escena del asesinato del que ha sido el protagonista los primeros minutos de la película pone los pelos de punta y lanza una intrigante, hasta el agobio, historia de siamesas y homicidios. cabe acotar que es la primera colaboración de Bernard Herrmann (el creador de la banda incidental de algunas de las mejores películas de Hitchchock) con De Palma. Herrmann sigue remarcando la escenas con su música; ya comprobamos en Psicosis que el hombre es capaz de variar nuestra respiración, en Vértigo de hacernos enamorar de un fantasma.
Carrie (1976) lo hace famoso a De Palma. La novela que Stephen King tiró a un tacho de basura fue rescatada por la Sr. King para De Palma. El director divide la pantalla para mostrar paralelismos (Tarantino, un gran fanático de De Palma, hace lo mismo en Jackie Brown, Triple Traición)
La siguiente película que rescataremos es Obsession (Fascinación), también de 1976. Nos intriga y nos agobia en igual proporción a Sisters. Herrmann otra vez hace de las suyas con su música; si hubiese sido tan desfachatado como su director, no hubiera dudado en copiar lo que se había escuchado en Vértigo. Herrmann introduce variaciones en su música, no tantas de Palma en lo que vemos: un hombre obsesionado por una mujer parecida a otra, obviamente una esposa muerta y muy amada. La historia de Vértigo, escrita por Boileau y Narcejac, se repite hasta en los detalles. Si tuviéramos que enumerar todos los parecidos de puesta en escena y argumentales entre Vértigo y Fascinación, este capítulo se convertiría en novela. Lo mismo pasa con respecto a Hitchcock en las siguientes películas. Intuyo que Fascinación, el título de la traducción es mejor que el original; de alguna manera roza una comprensión del cine con la que me siento identificado, un cine que evolucionó para volverse algo que fue vivido a partir de los sesenta por la humanidad y ya incorporado mentalmente por los que nacimos después. No ahondaré en este tepa aquí, pero el futuro del cine está en la fascinación, en la elación. Recuerden esto.
Sigamos. En The Fury (La Furia), de Palma adaptó a otro escritor de historia de terror; este muy barato, llamado John Farris. Si tenemos la oportunidad de ser chicos nuevamente, entonces tal vez nos vuelva a gustar esta película. Hay más eventos parapsicológicos. En la mayoría de los casos con la idea torpe de realizar con un tremendo esfuerzo mental lo que se puede hacer con un simple movimiento de la mano: suda la gota gorda la protagonista para desviar a una locomotora de juguete, menos a mi vecinito romper lo que tenga delante sin gastar una neurona. En La Furia, por lo menos, De Palma descansa de copiar textualmente a su querido maestro (para copiarse a sí mismo)
Encontramos más adelante Blow Out (Impacto, 1981), una versión del clásico de Antonioni que a la vez era una adaptación del cuento Las babas del diablo, de Cortázar. Esta vez Hitchcock es recordado en persecuciones a lo North by Northwest (Intriga Internacional).
La versión de Scarface de De Palma (Caracortada, 1983) una melodramática tragedia moderna, pese a los convencionalismos y a la belleza ya casi eterna de Michelle Pfeiffer, conmueve. El guión lo firma un tipo desconocido en ese entonces: Oliver Stone. Ya había escrito Midnight Express (El expreso de medianoche) para Alan Parker y después escribiría, a regañadientes, Conan, the barbarian (Cónan el bárbaro) antes de alcanzar fama y Óscar con Platoon (Pelotón).
Body Double (Doble Cuerpo, 1984), desnuda el cuerpo de Melanie Griffith y, de paso, confirma los gustos cinematográficos de nuestro sinvergüenza director. En la coctelera entra La ventana indiscreta (el protagonista es testigo de un asesinato al mirar obsesivamente por un lujoso mirador) y Vértigo (nos hace revivir la escena del beso en 360 grados y los travelling subjetivos del protagonita con la mirada fija en una melena) Por lo menos al final todo lo ocurrido resulta ser una pesadilla.
Siguen la caída del carrito de bebé de las escaleras en The Untouchables (Los Intocables, 1987; su mejor homenaje; a la escena de las escaleras de Odessa en El acorazado Potemkin, de Sergei Eisenstein) Y otra buena película : Casualties of War (Pecados de guerra, 1989)
Toparse con una oriental en un subterráneo le trae muy malos recuerdos a Michael Fox, a nosotros nos brinda un interesante desarrollo que cuestiona la ética en tiempos de guerra. De Palma se contiene en sus ejercicios visuales y termina ganando.
Luego comienza a perder, tanto que esta nota muy pronto terminará.
Adapta a Tom Wolfe, abandonando momentáneamente el suspenso en The Bonfire of the Vanities (La hoguera de las vanidades, 1990) Fracaso de crítica. Los estereotipos descuellan en el film. Nadie ve nada de la urticante novela del periodista Wolf en su película. Tras este fracaso retorna al suspenso con Raising Cain (Demente, 1992); logra una buena actuación de John Lithgow y algunos sobresaltos.
Carlito´s way (Atrapado por el pasado, 1993) es conocida aquí como la película en la que Jorge Porcel aparece con Pacino (o era) La historia del mafioso vuelve a trasuntar los tópicos del género; esta vez remeda a Scarface con un tratamiento más depurado de los personajes y una fotografía impecable. La película introduce una variante a las escena-de-acción-en-escalera (acaso John Woo supo filmar en A better tomorrow II, impunemente traducida al castellano como Amenaza Final II, una de las mejores, con Chow-Yun Fat cayendo de la escalera y disparando en cámara lenta; antes de que Woo diera el salto a Estados Unidos y dirigiera a Tom Cruise y a unas cuantas palomas en Missión Impossible II)
En los noventa, la fórmula de los estudios es más rígida que en las inmediatas décadas anteriores, una película de acción y suspenso debe tener escenas exageradas que confirmen hasta el aburrimiento la clasificación; Missión Impossible (1996) es muy buena al principio y luego bastante torpe en su desarrollo. Ha sido superada por las otras películas de la franquicia; incluso por las de John Woo (si dejamos de lado la escena de la pecera que explota y esa confusión inicial de buenos y malos tan genial; el juego de muñecas rusas de casi todas las películas que bordean de manera tan excelsa el vértigo y la ética de la niñez)
Y me detengo con una película de De Palma que disfruté muchísimo en el cine Ocean allá por los noventa, antes de que parte de la población nos convirtiéramos en zombis y ese cine Ocean fuera reemplazado por un templo evangelista. Snake Eyes (Ojos de Serpiente, 1998) tiene un comienzo espectacular, un desarrollo mediocre y un final pésimo. Hay algunas escenas parecidas a las de Doble Cuerpo, y eso sigue siendo lo mejor, esa repetición de lo mejor que agrada tanto; entre zoom in y travellings el personaje de Nicholas Cage sigue en cámara subjetiva a una misteriosa rubia.
Una de las mejores cosas del libro del filósofo argentino Domin Choi, El fin de lo nuevo, con el que comparto algunos pensamientos, es que cita a Kierkegaard, uno de mis filósofos preferidos y dice con él, que una posible felicidad es la de la repetición, quizá la única. Esto es clave.
En Mission to Mars (Misión a Marte, 2000), De Palma se dedica a chorrearle algunos planos a Kubrick (2001, Space Odissey; una película que fue señalada por la buena crítica de cine Pauline Kael, como «de un cineasta amateur» en la época de su estreno) pero la trama de ciencia ficción es poco interesante.
Zombie como somos, hemos criticado a Brian de Palma por ser un cleptómano, un descarado manipulador de materiales ajenos, que reescribe y nos hace rever ciertos films. La verdad es que ese ladrón, por lo menos, tenía buen gusto cinematográfico. Si vamos a robar, que nuestro objetivo sea digno del riesgo (la cuestión de la elección; clave para definir cualquier estrategia de adaptación y de construcción de una identidad)
Los que vaticinaban la muerte del cine lo que en realidad estaban haciendo era afirmar la muerte del autor, y elevar la figura del espectador; el espectador es el que domina ahora, y en este artículo lo que he hecho es alejarme de patio de recreo, como ejemplo, donde jugábamos los que luego nos convertimos en zombies, para demostrar que es mucho más difícil compartir figuritas con las películas que con las series, que es más fácil acercarse a la gente hoy en día con las series para charlar que para revisitar ciertas películas y ciertos autores. Cuanto más aislado viva el ser humano, más series se van a hacer y más series vamos a necesitar ver. Cuanto menos aislado esté más va a querer volver al cine, para recuperar ese lugar de diferenciación e identidad que supo ser desde que unos críticos de cine franceses, que además tenían la osadía de filmar, crearon la figura del director de cine.
Apúrense si quieren adquirir el libro de Domin Choi, que trata desde la filosofía al cine y a las series, porque la primera tirada es de 1000 ejemplares (en este blog somos casi 2500 si no me equivoco) Acaba de ser editado hace un tiempito por Libraria Ediciones:
http://www.librariaediciones.com.ar/el-fin-de-lo-nuevo/
Si encuentran un link para comprarlo en libro electrónico sería buena que lo compartan ya que yo no lo encontré (tengo la edición impresa; pero me parece que sería bueno para los que no viven en Argentina y me están leyendo)
Aquí en Cúspide.
https://www.cuspide.com/Libro/9789873754227/El+Fin+De+Lo+Nuevo
Aquí en Gould:
https://www.gould.com.ar/cine/sobre-cine/el-fin-de-lo-nuevo-domin-choi-libraria/
Por otro lado, no puedo dejar de recomendar que lean Mi último suspiro, el libro de memorias de Luis Buñuel, tan útil para desapolliranos de tanta correción política inútil.
https://www.megustaleer.com/libros/mi-ultimo-suspiro/MES-001075
Y por otro lado, para ver lo capital que fue la ayuda estatal y de fundaciones en el advenimiento de ciertos cineastas lo bueno sería repasar la biografía de Polanski (y más para los que quieran preparse para el estreno de Once Upon a Time in Hollywood, la nueva película de Tarantino, y saber que Bruce Lee fue uno de los sospechosos de los crímenes de Mason, por ejemplo)
Memorias, de Roman Polasnki
https://www.casadellibro.com/libro-memorias/9788416665877/5420103
David Lynch por David Lynch (Lynch by Lynch, edited by Chris Rodley):
https://www.casadellibro.com/libro-david-lynch-por-david-lynch/9788489846418/630324
Editado en Argentina por El Cuenco de Plata:
https://elcuencodeplata.mitiendanube.com/cine/9789873743832/
También pueden leer de Lynch, Atrapa al pez dorado; lo esencial que hay que saber sobre él, más meditación trascendental, café oscuro y mucha azúcar para que funcione bien y rápido el cerebro zombie.
Aquí pueden leer un fragmento y también conseguirlo:
https://www.megustaleer.com.ar/libros/atrapa-el-pez-dorado/MES-013389/fragmento
por Adrián Gastón Fares. Alimenta tu zombi con Cerebros, 2019.
PD. No soy muy fan de Sherlock Holmes, pero el episodio 2 de la temporada 4, llamado El detective mentiroso es buenísimo. Y su score compuesto por David Arnold que me llevó a ella, impecable.
Mientras leo sobre cine independiente, cine subsidiado, cine comercial, cine de calidad y preparo un necesario y contundente artículo, se me ocurrió relacionar el country noir (la ficción narrativa audiovisual que habita en la ciudad pero crece en el campo) con cierto libro que cayó en mis manos, a veces digitales.
Sue Hubbell es (ya verán porqué no me apresuro a decir fue) una escritora norteamericana especializada en el género nature writing o escritura de la naturaleza.
Mientras leía el libro de Hubbell (Un año en los bosques, en castellano, A country year, en inglés), una crónica de su vida en el bosque en la región de Ozark (medioeste de los Estados Unidos) me asaltó una duda. No conocía a Hubbell, su libro está emplazado en el bosque de los Ozarks, donde la escritora se dedicaba a la apicultura (y practicaba con su sobrino una técnica para convertirlo en un superhéroe de las picaduras de abejas; dejaba que una lo picara, luego dos, y más, progresivamente, para insensibilizarlo al veneno) y a asombrarse por las ranas pegadas a su gran ventana, las arañas y serpientes de su granero, y otros descubrimientos dignos de mención de la naturaleza tuve una duda, esta mujer ¿seguía viva? (no había visto la fecha de publicación del libro, me adentré en sus páginas conservando mi virginidad de lector, no adrede sino de casualidad)
Constaté que Hubbell había muerto en 2018, el año pasado. Como no figuraba la causa de su muerte en Wikipedia seguí investigando. Resulta que Sue Hubbell murió de demencia según otro artículo. Una enfermedad que por sí sola no causa la muerte y cuya definición está en continuo cambio desde la época de, por lo menos, los filósofos cínicos en Occidente. Sus consecuencias desencadenan óbitos, ciertamente, como el caso de Hubbell, que apareció un día perdida en el medio del bosque, sin saber cómo se encontraba allí, pero viva y que luego decidió practicar una forma de suicidio bastante común como la de dejar de alimentarse (ya en la casa de su hijo) hasta la desaparición.
En el medio de la naturaleza, sin la necesidad de señales digitales, y rozando el manifiesto a favor de este tipo de vida verde, yo había pensado mientras leía Un año en los bosques, que no había maneras de precisar la época en qué fue escrito. Los índices eran pocos. Y de noche uno es menos exigente con lo leído que con uno mismo.
El descubrimiento de que la mujer que tan encantadora vida había tenido en la naturaleza, libre de emanaciones tóxicas y comiendo alimentos que ella misma cosechaba, decantó en la locura (¿Qué es la locura?; la demencia ciertamente no puede relacionarse con su causa de muerte; por lo mismo, ni loco aquí me pondré a analizar esas etiquetas que lastiman a las personas que las llevan puestas) me hizo recordar que la serie de suspenso que estoy mirando True detective, temporada 3, está ambientada en los Ozark, así como otras muchas series, me indican en Internet, que nunca vi ni veré (no se puede mirar todo; ya lo dijo Godard del cine; imagínense con las series). Estas series son etiquetadas dentro del ya madurado género country noir (supongo que sus orígenes están más claros en la conocida serie de David Lynch)
Pero sigamos con Sue en el bosque. Su brújula mental estropeada, su bello suicidio (no es suicidio dejar de alimentarse; parece ser una protesta al tedio de estar vivo pero lo escribo así porque a su hijo le pareció apropiada esta historia sobre su fin) puede relacionarse con las series negras (noir) emplazadas en el campo, en las inmediaciones del lugar donde ella tenía su cabaña. Después de todo, los árboles siempre han sido testigos mudos de asesinatos, desencuentros, perversiones, amores clandestinos, sueños idealistas, ambiciones, entre otras actividades que definen al ser humano como el animal más turbio que existe.
Los árboles saben, los árboles cuentan, el viento que mueve sus hojas también nos confunde, nos inspira y perturba los sentidos; tal vez por eso, y por esas ganas impúdicas de volver a la naturaleza entre la selva de señales digitales en que estamos viviendo, donde la vida verde ya nunca será lo que fue, proliferan tantas ficciones que tienen un pie en el campo y otro en las formas de la muerte. Los enormes saltos temporales en la narración audiovisual, que antes no se usaban tanto y ahora sí, tal vez indiquen que la humanidad se quiere alejar de los pastos altos para mirarlos con el ojo de la renovada ciencia de la mente (y de las mentes).
Esa tensión entre querer acercarse a lo que alguna vez fue la naturaleza desde los escalones de barro del pensamiento actual está dando frutos de irregulares, y llamativas, formas. Y parece ser que los Ozark, esa región montañosa estadounidense, es uno de los lugares donde suelen recolectarse.
por Adrián Gastón Fares, 18 de Febrero de 2019.
Nota: Lean a Sue Hubbell, y no dejen de leer el primer cuento del libro La profundidad del mar amarillo (2006) de Nic Pizzolatto, escritor y creador de la serie True Detective.
Otra nota: Acercarse, aunque sea sin intención, a la erudición en la actualidad está, ciertamente, de más.