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La habitación de las estrellas.


En esta habitación
Donde el viento apenas asoma su cabeza de polvo grisáceo
Pensé dos historias
Y viví una tercera
Hay estrellas
De mentira
En el techo que brillan
En la oscuridad
Es una habitación de niña
Pero soy un niño
Que camina
Entre las estrellas
Al que nunca se le hubiera ocurrido algo tan bello
Cómo pegar la escurridiza luna arriba de la cama
Ahora busco el camino en el cielo raso
Evito las aspas del ventilador si está encendido
Dicen
Que de un laberinto se sale por arriba
Pero no sé qué dicen
Sobre escapar de un nudo de estrellas dónde los hilos no se ven y tal vez sean la materia oscura que apaga la bombita incandescente
Todo lo que podía salvar
Al niño cielo raso
De estrellas artificiales y cajitas musicales nunca usadas
Está escondido
Entre dos o tres palabras de distancia
Ocultas en las historias pensadas en esta habitación.
Pero que en la oscuridad, a diferencia de las pléyades adherentes y fosforescentes,
no pueden verse hasta que el niño cierre los ojos y sus neuronas bostezen e iluminen el amplio y verde sendero dónde a los costados, entre los pastizales, se esconden de la lumbre de otras estrellas de ignoto y desinteresado brillo.

Por Adrián Gastón Fares.

PD: está habitación de las estrellas, en la que dormí un tiempo el año pasado, me inspiró para escribir parte de mí nueva novela, Seré nada, una historia suburbana de terror.

El monstruo. Poema.

Dejar este mundo porque ya nada vale la pena.

Extrañar los atardeceres promisorios,

las comidas imperiales,

el sol fuerte,

las copas de los árboles,

pero más que nada el trabajo como un fin y no como un medio.

El crepitar de las hojas bajo cuatro pies.

La comprensión,

las miradas ardientes,

las lenguas entrelazadas que al soltarse charlan de cosas triviales y necesarias.

Lo que parecía natural y ahora es como la carcasa de un robot destruido en una ciudad de lata.

Incomparables las órdenes de las esperanzas y los desórdenes del cuerpo.

Dejar este mundo de una vez por todas cuando falta lo elemental y lo natural se hizo mecánica y palabra.

Yo no soy ese monstruo que soñaron una tarde en familia.

Mis pies están desnudos en la playa.

por Adrián Gastón Fares

PD: no recuerdo si este poema lo escribí en 2015 o en 2018, en cualquier caso, esta es una corrección porque siempre me viene a la mente el penúltimo verso de esta manera, que es mejor que el original creo (no suele pasar que mis poemas me vengan a la mente).

Ruido sordo. Poema.

Ruido sordo
Corte magro.
No completo.

Succionado.
En la mitad.

Para que sea antes:

Tiene que existir y oírse.

Como entender mal y decirlo bien.

O engañar
O mentir
O el potenciar, para expresar.

Lo verdadero.

Un grito callado
Como el llorar hasta:

Reír.

En silencio.

Imágenes.

Noches de palabras.

Mar y arena.

Retro avance.

Sosiego.

Vértigos.

Recursos estéticos,

del cine.

Desamplificarse.

Y mostrar.

Sin soñar.

Sin sonar.

(Diciembre 2019)

De paso, lxs invito a leer la edición en PDF de mi novela anteriormente llamada Elortis como le digo a Intransparente
Pueden hacerlo online directamente aquí:

http://www.corsofilms.com/intransparente.pdf

PD: El de la fotografía de la sombra curiosa y monstruomorfa es el autor de este blog en este curioso 2020.

Adrián Gastón Fares

El autor de este blog entre sombras raras en este 2020.

Poema para las arañas patonas.


Bulbo colgante, oh araña patona,
entrevista en el cuadrante
del maricielo.
Suspendida.
Nunca un pienso,
vive del alumbrado.

La cuidamos para que no se vaya
La llamamos para que no venga

Yo la escondo en la medianera
Y ella trepa por el cielo
rayando las nubes
saltando baldosas
hilando las falanges verdosas del pino gótico fondero
tejiendo lavandinas arcoireadas, dibujando sonidos.

La araña patona,
vuela
y vive en las mustias hostias
que los curas nunca comieron.
En la capilla vacía donde el semen se agrieta.
Tierra seca.
Zen se cena.
Y la araña patona la historia cuenta
de múltiples ojos muertos.
Escarchada por el rocío,
empujada por el viento
nunca un desaliento.

Persistiendo en el vértice del baño,
en el pasillo sin salida,
indiferente a los gemidos del viento
soñando ríos,
riendo pampas.


Siempre cayendo y subiendo
como yo,
como vos.


El mundo se detuvo y las arañas patonas nacieron
y cada tanto se vuelve a detener
para que sus huevos eclosionen
en las cuencas de las calaveras
salen como pimpollos que el buen huertero guardará en sus apretados
bolsillos.
La araña patona nunca patea
y la niñez niña
y la vida es por ellas.


¡Ácara injusticia!
No hay libro que lo diga.
Por eso una vez cada cinco mil microaños
conviene atarles las patas
contar hasta diez mil
y esperar…


Y listo cuando el torso habla:
Te seguirá.


Y no hay nada más lindo que la compañía de nueve arañas patonas,
cuando el sol se indispone el horizonte rinde más.

por Adrián Gastón Fares, 23 Octubre 2020.

El libro sumergido. Poema.

(Nota: La Lavoza es un personaje que creé para Mr. Time. Este poema por lo tanto es una introducción que escribí para ese proyecto cinematográfico) El nombre, El libro sumergido surge de la pre historia, de Mr. Time)

El libro sumergido.

De nuestra especie es
unir ciertas estrellas con la vista en la mente
Y llamarlas centaurides
Pero no podemos espolearlas para que nos galopen el universo
Sin embargo
Los ojos rastreros de las Lavozas no podían
Mirar tan lejos
Y descubrieron esas blancas pupilas
En el agua calma del río
Así llegaron a la luna
Antes que nuestras naves
Así se convirtieron en nadadoras
Y tocaron lo más hondo
Dónde reina lo que no vemos
Y no existen las interpretaciones
Ni los juicios
Así saben que no sirve pensar cuando
No se Escucha
Ni se puede Mirar
En lo recóndito de lo negro
No existe la culpa
Ni la angustia
Que arruinan a los que quisieron ser humanos
Saben que solo hay que mantener la horizontalidad heredada
Las que no repiten palabras
Las que evitan las variedades
Buscan el tiempo
Mudan nuestros caminos
Aplastadas como una hoja de papel
Dejan que la gravedad escriba sobre ellas
Solo cuando un maremoto
Admite una bocanada de luz
Se curvan
Y leen los signos en su cuerpo
Luego esperan
Siguen aplastadas hasta que
Otro milagro llega
Y un astro de los que perseguían
Hace millones de años cuando se
Lanzaron a lo ignoto
Cae con tanta fuerza
Que roza lo profundo
Recuperan su volumen
Parten en dos a las mares costeros
Respiran hondo en el suelo que queda más allá de lo profundo y estiran sus piernas, sus espaldas, sus brazos
Lejos de donde ellas eran tan singulares
Que hasta se daban el lujo de repetirse
Dóciles, dejaron que les escriban todas las aventuras que vivimos
En vano si no nos animamos
a dar el segundo paso
A seguir su plateado guion
Cuando ahora miramos a los cielos
Con nuestra vista tan entrenada
No son las estrellas lo que vemos
Son las tachuelas de plata
Tras las que ellas se zambulleron
Lavozas
De canto aguado
Sus pies de barros y algas
Son a veces cercenados por los hombres
Luego besados y orados en secretos altares
En Julio y otros meses he escrito sobre lo que una Lavoza
Es capaz de hacer despegada del fondo del mar
Para cambiar lo malo
Por lo que piensa bueno
Dejo a ustedes la decisión
De recibir o no la historia
Antes de que ellas mojen mis papeles
Con sus uñas húmedas
Y los lancen al cercano río
Para que el menos abisal de los peces abisales deje el testimonio de las victorias de sus madres en el libro sumergido que van compilando sus repetidas hijas.

por Adrián Gastón Fares.

La abandonada.

Dejada.
Separada.

Por un varón al que quería como a nadie.
Verde ágape en una casa chica y austera pero luminosa
Decidí vivir sola en la mansión López
La que embrujada
La que gritos sin gargantas
La que sombras sin cuerpos
Que corrían por las paredes
La que los pomos de las puertas giraban sin que hubiera nadie detrás
Enseguida los conocí
Eran cinco
O más bien una sola presencia
Dividida en varias
Y encontré otra vez la esperanza
entre cuadros que se desplomaban
Entre hábitos blancos que solo el viento inflaba en los corredores
Entre cadenas que rodeaban mi cama
Y me alegraban
Con sus fríos sonidos
Pero un sábado, justo, vino rosado descorchado,
para otra noche de difusa compañía
Para bañarme en los orbes brillantes en la penumbra
Ver levantarse sin motivo el polvo del suelo y hasta pegarse al techo.
Iba a recibir nuevos mensajes
Escritos en las paredes por esa entidad de manos virtuales
No importa que;
eran a mí las palabras.
Mi solitaria aventura desconocida.
Otro ágape peculiar.
Yo también era lo que no es
percibido.
Pero llegó el atardecer y el fulgor naranja despintó las paredes empapelando negro
Y en mi querida mansión
Nada crujió
Nada aulló
Las incoherentes palabras no escritas.
Las invisibles manos, desaparecidas.
Ni las cortinas se mecian abrazando a la forma que una vez quise acariciar como si pudiera.
Ni las luces se apagaban y prendían sin razón.
Ellos
también,
se habían ido.

Y entonces,
junte fuerzas.

Grité,
hasta que mi voz también se fue.

Poema por Adrián Gastón Fares adriangastonfares.com

PH: Adrián Fares
ph: Adrián Fares

Poema para no olvidar.

El amor es un mensajero
Y no hay que olvidarlo
Porque ese sentimiento
Es un un cuento
Una narración
Un invento
Del homo sapiens
Una historia de sangre, inocencia, sensualidad y seducción, sin sinopsis, ni reseña en idioma conocido
Que no suele parir
A los que la sienten
Ni a los que la cuentan
Ni a los que la viven
No hay barreras, ni sabiduría, grietas,
Ni razonamiento
En los embrujos
De las ilusiones muertas
Que no ventilamos
Pero SÍ soñamos
Porque la verdad de la historia está detrás de la hoja del libro abierto que un exagerado suspiro volteó
Es un dominó empujado y con tantos brazos enmarañados como un rompecabezas de esos pulpos gigantes que se tragaban a las naves
Un dominó
Que un encuentro incongruente
Aparentemente infructifero
Desvía hacia donde nunca imaginaste que apuntaba
Y las fichas que nunca cayeron
Son las paredes de las habitaciones de tus sueños mansos
Y las caídas formaron las escaleras por las que desciendes hacia la ciudad hoy, el pueblo, tu vía crucis,
porque en todas las esquinas hay uno, dónde revolotean en círculos los papeles de las promociones rechazadas
Con los dientes apretados debajo de pañuelos que parecen las anheladas sonrisas de los finales felices de algo que no tuvo inicio ni fin
Porque ese no era su objetivo
Un mensajero
Y no hay que olvidarlo
Es un chiste,
El desencanto canta
Lo que te ocultaron:
Naciste en un establo donde
Todas las estrellas señalaban el camino para los que debían encontrarte
Pero allá lejos y hace tiempo
El cielo es mudo y ya no brilla
Por eso es un secreto el camino a tu oscuridad
que solo roza las historias que cuentan los grillos aplastados entre los pastos quemados por el meteorito anunciado y nunca estrellado
Los que no saben hacer la pregunta
De por qué vieron
prodigios en un castillo sin suelo
Deben salir al mundo
A lanza y espada por no haber preguntado como se pregunta en la noche inmóvil por qué se consumen los pabilos sin el oxígeno de la duda.

Por Adrián Gastón Fares.

Corredores

Soy el fantasma de un niño que deambula en un castillo
A veces lo asusto en los pasillos
Y el cararota
En vez de,
aterrado,
gritar…
Me traspasa
Para seguir adelante en su camino
Y, con el tiempo, convertirse,
en el fantasma de otro niño valiente,
ad infinitum.

Por Adrián Gastón Fares.

Es grupo.

Somos casi

Y lo casi no es el todo

Que llaman grupos

También aquí en Argentina:

Para decir que es mentira

Decimos

O decían

Es grupo

Significado:

Es mentira.

Es grupo.

La verdad duerme en las cajas

que no tienen fuerzas para iluminar los nombres escritos en cielo.

Pero hasta cuándo no será perceptible

El exceso de ataque silente

Del halago complaciente

Hasta cuándo nada de responsabilidad

afectiva,

modas

operandis

que merece escucharse

Medios y fines.

Hay que remarcar en rojo

O con el color que más te guste

Fines.

Hasta cuándo

Por un grupo

Hasta cuándo tu coraza puede aguantar el calor

Eso que se divide antes y luego de golpear

El gran golpe

El pequeño desmonte

Como los que roban un banco y luego se traicionan unos a otros por el botín

del grupo.

El sufrimiento.

No es un camino

No es el destino

Es cosa del grupo

Casi siempre de un:

Grupo.

por Adrián Gastón Fares.

Confiesa.

Confiesa! Vos, primera.
Confiesen!
Es el momento de que caigan las máscaras
Es el momento del climax
Donde todos los datos se cruzan en la mente del detective
Donde todos están reunidos en la casa para escuchar el misterio revelado
Las pesquisas
Las conclusiones
Que llevaron a descubrir
Por eso hace rato que
Le pedi a los míos que confiesen
Lo que hicieron conmigo desde que tengo 34 años
Y certificado de discapacidad por sordera
Persona sorda
Les pedí que reparen el mal que me hicieron
Por como actuaron ante un diagnóstico
Que querían ocultar toda la vida
Estos años
Desde 2012
Fin del mundo
En adelante
Desde los dos audífonos
Y mi redoblar fuerzas para seguir
En la sociedad digamos:

(I was born but not in 1977

Not in 2012, I was born but not;

Two times)

Que uno puede elegir no sufrir
Con audífonos y no escuchar
Porque amplifican todo
Y duelen como algo que te clavan en el cuerpo
En este caso en los oídos
Se te clavan en los sueños
Estos años fueron los peores
De mi vida
Los de ver la indiferencia
Los de malos consejos
Los de caer en malas personas porque uno en el estrato de la soledad injusta trata con almas en pena
Estos años fueron impunes
Los sigo sufriendo y ninguno
De los involucrados en lo que paso desde 2012 (peor en 2014) hasta ahora
Se preocuparon por mi jamás
Confiesen
Padres
Hermanas
Madres
Ex cuñados
Ex parejas
Lo que han hecho con un sordo
Lo que han dejado que le suceda
Sin responsabilidad alguna
No tienen perdón.
Es el momento de prender un puro.

De exhalar verdad y obnubilarlo todo para volverlo primero.

Por Adrián Gastón Fares.

El monstruo. Poema.

Dejar este mundo porque ya nada vale la pena.

Extrañar los atardeceres promisorios,

las comidas imperiales,

el sol fuerte,

las copas de los árboles,

pero más que nada el trabajo como un fin y no como un medio.

El crepitar de las hojas bajo cuatro pies.

La comprensión,

las miradas ardientes,

las lenguas entrelazadas que al soltarse charlan de cosas triviales y necesarias.

Lo que parecía natural y ahora es

como la carcasa de un robot destruido en una ciudad de lata.

Incomparables las órdenes de las esperanzas y los desórdenes del cuerpo.

Dejar este mundo de una vez por todas cuando falta lo elemental y lo natural se hizo mecánica y palabra.

Yo no soy este monstruo que decidieron soñar una tarde en familia.

Mis pies están desnudos en la playa.

por Adrián Gastón Fares.

 

Donde el silencio no reina. Poema.

Por que yo no olvido
A los que quiero
Por más mal que me hicieron
Porque recuerdo a la Lavoza
La del afluente canto y torrente
Señor Tiempo, presente.

Distraigo a las amapolas
De los gigantes melódicos
Donde el silencio no reina.

Ancianas del tiempo
Perdido
Las llevo conmigo

En el el altar de los cuentos
Arranco las hojas de los libros
Las profano en sus honores
Las arrugo y machaco
Hasta formar una cara de papel
Y pegamento

El busto de los callados
Arrastra la sombra de un barco de piedra

En el altar te rezo
Debajo de tu falda de vuelo y delantal

Todos se huelen la mano
En los viajes primeros
Donde se descubre el sexo y su caudal.

A mí mismo me recuerdo que
No he de perdonar
Que nos separaron a todos
Y nos hicieran llorar

En estos ritos que llaman
Querida Sociedad
En lo mejor de la fiesta
Te vienen a buscar.

Arreglate un poco
Te vamos a llevar
a Sorpresas-Festejar
Que bueno ese lugar
En la pena caerás
Cuando la luz se prenda y no estemos nomás

Somos lo que soy
Mientras me derramaba al mundo
Con la ayuda de un atrapa almas cucharón
Escucharon
Esos son los salmos que rezamos en su altar

La anciana que convida
Serenidad Sirena
Lavoza primera
Mucho gusto,
Doña Sincera.

Por ti no nos perdonamos
Por ti nos matamos
Por ti clavamos las uñas en la pizarra.

La idea era conservar el verano, el zumbido de las chicharras
Esas frecuencias agudas
Que se clavan como la punta de De la Torre de Interama
En el reflejo pútrido
Del riachuelo
Donde los colectivos afluyen
Y el agua traspasa las napas
del sur profundo en los fondos del reino Chorizo

Sociedad querida degollarte quisiera y que cruzar el rio turbio fuera un delito
De esos que encarcelan
para que sea difícil llegar al templo tuyo, Sirenidad sincera.

por Adrián Gastón Fares.

La abandonada.

Dejada.
Separada,

Por un varón al que quería como a nadie.
Verde ágape en una casa chica y austera pero luminosa
Decidí vivir sola en la mansión López
La que embrujada
La que gritos sin gargantas
La que sombras sin cuerpos
Que corrían por las paredes
La que los pomos de las puertas giraban sin que hubiera nadie detrás
Enseguida los conocí
Eran cinco
O más bien una sola presencia
Dividida en varias
Y encontré otra vez la esperanza
entre cuadros que se desplomaban
Entre hábitos blancos que solo el viento inflaba en los corredores
Entre cadenas que rodeaban mi cama
Y me alegraban
Con sus fríos sonidos
Pero un sábado, justo, vino rosado descorchado,
para otra noche de difusa compañía
Para bañarme en los orbes brillantes en la penumbra
Ver levantarse sin motivo el polvo del suelo y hasta pegarse al techo.
Iba a recibir nuevos mensajes
Escritos en las paredes por esa entidad de manos virtuales
No importa que;
eran a mí las palabras.
Mi solitaria aventura desconocida.
Otro ágape peculiar.
Yo también era lo que no es
percibido.
Pero llegó el atardecer y el fulgor naranja despintó las paredes empapelando negro
Y en mi querida mansión
Nada crujió
Nada aulló
Las incoherentes palabras no escritas.
Las invisibles manos, desaparecidas.
Ni las cortinas se mecian abrazando a la forma que una vez quise acariciar como si pudiera.
Ni las luces se apagaban y prendían sin razón.
Ellos
también,
se habían ido.

Y entonces,
junte fuerzas.

Grité,
hasta que mi voz también se fue.

Por Adrián Gastón Fares, 17 de diciembre de 2019.

El colmillo de la noche. Poema.

En una cripta a ras del piso
Restaba mi pasado
Los que conocí y los que no
También
(Más que nada los que no)
Todo era gris
El cemento reluciente y frío
Me asomé a la cripta
Y a través del vidrio y de los herrajes
Ví la melena roja del león
Aunque en la cementeriosa penumbra
El felino y sus fauces apenas reflejaban su temible custodia de la cripta.

Huido,
luego conocí una máquina de decir la verdad
Era como la de un parque de diversiones
Esas máquinas que el abismo dispone
Algunos sacaban un papelito con una pregunta
Pero no sabían la respuesta
Era fácil
Y además estaba escrita del otro lado
Soñar;

Vicio interminable y no empezado,
dicha de los reclusos
El oro de los tontos
La vedette de los viejos
La pradera azul de tus ojos
Lo perdido por no luchado no es peor que lo perdido por demasiado
Pedido como la burocracia del caparazón de la tortuga
Que no se formó de una,
Que como un querer creció con el tiempo
Como crece
La oscura trama de la noche bajo mis párpados
En el templo de los sueños
En el baile nocturno de las neuronas muertas
Que también sueñan

En revivir
En pasarse de las rayas ausentes
De mi entrecejo aplanado
Esa llanura o cielo que les regalo por las noches;
Porque en los sueños nunca hizo falta esforzarse
Para entender nada
Y las arrugas olvidan la piel
Y todo es permeable, transparente;
Contado sin ser.

Noble cielo chispeante. Ojalá se hubieran conocido antes.

Por Adrián Gastón Fares.

Veníamos a buscarte.

Nunca olvides nuestra intención.

Si no pasa, debería haber pasado.

Conocemos las maneras de tirar del hilo

que deshilacha la realidad.

De acceder a las cañerías del gigante dormido en una terraza.

Tal vez caminar tanto nos cansó.

No era nuestra idea.

Por eso volamos.

Recuerda que en los pastos negros de la ciudad una noche:

Una mujer espera afuera de un casorio porque no aguanta la iglesia y no aguanta lo que dicta el amor. Mira un destino más allá de la oscuridad y un joven, un conocido, pasa de los brazos de otra que lo iba a llevar

¿Adónde?

Pero las miradas se cruzan.

Y todas van más allá.

Allí estamos.

Alineadas.

Si tu vida es vieja
Pero no tanto
Y la zozobra y el llanto
Te enseñaron el canto.

Calla.

Porque es hora de retroceder en el tiempo para esculpir un grito.

Nuestro trabajo,

La puerta entornada.

Él y ella sueñan despiertos.

No podemos.

No usarlos.

El tren de la oportunidad

Pasa infinitas veces.

Nosotras no.

Nunca hubo escrituras que nos descansaran.

Las tres les diremos:

De aquí en más,
jamas nos separaremos.

Nada era auténtico.

Nunca escriban en las vísperas cartas de amor.

Antes borramos los libros de
literatura comparada y maniobramos por la ciudad
hacia la bruma que no alcanza para bañarnos.

Las pantallas bajan solas su nivel de brillo.

Justo a tiempo.

A cosechar pasillos.

A traspasar muros.

Mientras, sostenemos la repisa donde descansan las biografías de los abecedarios.

Es que nuestra empresa es la más grande proveedora

de lo que flota

entre letras y murmullos.

Silencio.

Juntos.

No paramos hasta el barrio de las intuiciones.

Falta poco.

Nuestras manos tiemblan.

 

Por Adrian Gastón Fares.

El hombre sin tacto.

Algunos dicen que no se puede cambiar,

que hay cosas que nunca van a pasar,

pero las cosas que

auguran

que nunca van a pasar

pasan seguido

y los que decían eso no saben ya

qué decir.

No es imposible.

Uno se puede ir y puede

volver

esto es posible

En el mundo.

Hoy.

Siempre pasó,

pero hay pocos testimonios

porque lo que cambia se va,

se ausenta de un día para el otro,

como aquel hombre del que Josep Pla escribió

que dejó su pueblo,

solo,

con los reveses en su espalda,

pesando toneladas,

con la gente murmurando,

pero aquel hombre

simple

dejó su pueblo

no tan simple como él

pasó por la fuente del pueblo

bebió el agua por última vez

y partió

para nunca volver.

Esto es sobre el chico,

el muchacho

cambiador

No podía sentir

El sentido del tacto lo tenía muerto

como otras ilusiones

Pero un día descubrieron como hacérselo funcionar

Un científico lo hizo

Un científico loco quizás

No lo sabemos

Pero logró que el chico sintiera

Y entonces el chico rozó las palmeras con las manos

Frotó naranjas contra su piel

Sintió su propio cuerpo y el de los demás

El respirar de su perro en su cara

Lo despertó

Y la felicidad que sentía era tan grande que el chico

Que en realidad no era tan chico

Se sintió joven otra vez

Se descontó años

Multiplicó los suyos por

Cero

Coma

Siete

Y pensó

Que ahora que sentía al pasto doblarse cuando se recostaba sobre él

con la espalda

desnuda

A sus propias lágrimas derramarse sobre su cara hasta llegar

a su nariz

Pensó que si alguien podía devolverle el tacto,

entonces el podía pensar hasta llegar a lo impensado

y lo hizo.

Llegó.

Y me dijo

Que había cosas que ya no podía volver a sentir

Porque ya no estaban

Las que sólo sentía en los sueños

Y esto lo enfrentó con una pared

Una pared de sentimientos hechos con ladrillos

como las que levantaba su abuelo

cuando era chico y la vida parecía

larga

insensible

y había otras paredes

de colores de luces de ciudades ya descubiertas pero desaparecidas de bichos bolitas y de animales que corrían en el claroscuro de algún bosque que no era bosque pero que para él lo había sido

Ojo con los bosques que no son bosques pero que para uno lo son

porque cuando desaparecen y sus árboles se secan

uno cree haber estado ahí

en lo imposible

Punto.

Entonces yo le dije

Que era como un Úlises

Un Úlises que volvía a Ítaca

Sin una Penélope que lo esperara

Y eso le dolió

le dolió como las cosas que son simples y reales

Como un Quijote sin caballo

Como un río sin cauce

Y se calmó y sonrió

Nunca entendí por qué

El chico ahora sensible se calmó

Cuando le dije algunas cosas terribles.

Y se lo dije.

Te dije cosas terribles para que entendieras

Que yo siempre sentí todo pero que era y soy como vos.

Lo que te pasa.

Lo sé.

Lo sé muy bien.

Lo que te pasa, querido.

Y me contestó que él quería ser terrible también.

Que era su derecho

Y que lo ejercería a gusto.

Y jamás lo volví a ver

pero en la noches que no llueve

pero que debería llover

a veces creo que el chico está cerca

bañándose en la agua

que debería caer.

por Adrián Gastón Fares

La forma de la memoria.

Los santos sobre mi cara para alejar el silencio.
Y digo lindo, con ironía.
Cómo diciéndo qué horrible.
Cómo si ya no hubiera explicado que eso me duele.
Pero no porque odiara santos
Si no porque reconozco la falta de sensibilidad
De las estatuas…
vivientes.

Cómo si quisieran enterrar árboles presionando desde la copa,
los gigantes del ritmo
repetido a propósito
en un bosque que no es mío
y no existe pero cuido.

La forma de la memoria es la rima,
y como nunca debió haber ocurrido afrentar mi inocencia
paciencia y comprensión.
Porque de estúpido no tengo nada
lo feo de tan desagradable lo rimo
para recordar y que no se ensañen conmigo,
los errores del olvido.

Por Adrián Gastón Fares.

Corte.

Ruido sordo
Corte magro.
No completo.

Succionado.
En la mitad.

Para que sea antes:

Tiene que existir y oírse.

Como entender mal y decirlo bien.

O engañar
O mentir
O el potenciar, para expresar.

Lo verdadero.

Un grito callado
Como el llorar hasta:

Reír.

En silencio.

Imágenes.

Noches de palabras.

Mar y arena.

Retro avance.

Sosiego.

Vértigos.

Recursos estéticos,

del cine.

Desamplificarse.

Y mostrar.

Sin soñar.

Sin sonar.

Por Adrián Gastón Fares (Diciembre 2019)

Las vueltas

Una campana

Nunca agitada

Un pabilo

Nunca encendido

Para avisar que la oscuridad se acerca

Eran

Como todo lo que inventaron

Sin hacerse cargo

Y para aprovechar el Cargo

Olvidando

El amor y la conquista

La pérdida

Deslizo injusticias

Con la rueda del ratón

De la computadora

Personal

De los resultados y de las resultadas

De los seleccionados y de las seleccionadas

Los de siempre

Y las de siempre

Siguen

Los que nunca

Las que nunca

Los de barrios con semáforos

Nunca paran

Los de barrio con cielo alto y terrazas bajas

Nunca pueden

Se esfuerzan más

La rueda que fue inventada para ir para adelante y no hacia atrás

Porque el arte es sólo futuro

Pero todos en su burbuja horrenda

Descansando en su mentiras para alimentar

El ego

Y el dinero

Y también la líbido

Claro

No importa

Si sos negro o blanco

Ciego o ciega

No importa

De las guerras de la memoria

y del presente

Nadie ni natalidad

Te salva

Porque tu mentira es tan grande

Que repercute en tus ancestros

Que ya son piedras

O dioses

Y siempre deciden

Sin tener las manos atadas

Sin gordos ni flacos

Todos alcanzaron su peso ideal

Hablo con las mías y míos para que ayuden

Comprendan

Y accionen

Ni los que ven más lejos

Ni los que ven más cerca

Ni los que oyen más

Ni los que oyen menos

Ni los que son más altos

Ni los que son más bajos

Ni los que tienen granos

Y los que no los tienen

Nadie escapa al desastre que crea ni a la falta de responsabilidad de levantar

El polvo de viejos caminos

El mundo es tierra y es agua

Hora es

De zambullirse

Para no tocar el fondo

O de emerger

Para que los rayos del sol

Sequen las gotas de nuestras oscuras y cansadas espaldas

En ese instante

Mientras más allá, la tierra seca de lo desigual se resquebraja

En tus ojos hay palabras

Que no puedes ver

Tu piel contaba historias que

Sin cercanía

No se pueden

Descifrar

Tus pies sostienen a la luna

Y al negro cielo

Brillante que fue y ya no es

Es una voluntad que llueve

Para que los pasos sean rápidos

Y traten de que sí

Y no que No

Juntos

Vida es

Y si no es porque es de día

Y sos un niño o una niña

Corramos a la terraza donde las nubes esconden grandes naves

Extraterrestres que no verás pero que aparecerán

En tus sueños después

Cuando ya no subas corriendo ni esperes

Tanto

Porque si la voluntad es el único camino

del cuerpo y la esperanza es el de las ficciones

y los augurios de la mente,

el planeta pierde su órbita

y los muertos girarán en sus sepulcros.

Entonces el Caos

Y las vueltas serán muchas

Por Adrián Gastón Fares

 

Kunda.

Donde en las buenas y en las malas

Kunda

de las sabrosas frutillas y los hongos venenosos

Kunda

el río cenagoso que nos tragamos con el agua

de la canilla

Kunda

la palabra que repiten las naranjas en el ocaso

Kunda

el silbido del señor Tiempo haciendo llorar tus ojos

Kunda

cundió

el tiempo cundido

palabra que ya no usamos

pero que existe en tantos

libros quemados

lo que despierta, lo que nunca durmió

pero está

presente

como en esos iniciales viajes

en coches

o en colectivos

donde la verdad estaba siempre detrás

Kunda

las montañas sagradas de lo que no puede olerse pero debería escucharse

Kunda

la piel degustada luego de abandonar el tabaco

pero no la muerte

lo que sueñan los ancianos cuando

dejaron el placer

para disfrutar de lo real

Kunda

todo lo que parecer ser y no es pero que sirve para que otra cosa sea

Kunda

el tiempo que no estuvimos y no nos dimos cuenta que no

estábamos

Kunda

el tiempo que no estaremos

y no sabremos nada

aunque hayamos

estado

y todo sea distinto

Kunda

el terreno llano

entre el amor

y el desamor

entre esta vida y la otra vida

como los pasos silvestres

que llevan a la montaña de restos

de huesos

de animales

de personas

de plantas

de estrellas que buscamos en lo alto

pero que ya no están hace mucho

el polvo de su desintegración está más cerca

debajo de nuestros pies

mientras miramos y buscamos en el cielo nocturno del

Kunda

acumulación

dispersión

inspiración

desesperación

lo negativo

lo positivo

convertido en blanca piedra y luego

en ocre púrpura

piedra que

brilla

pero no existe

la pintaron,

pero nunca

Kunda

como los fantasmas de la Torre de Londres

o de los pasillos de Villa Fiorito,

un peloteo en el barro,

un fútbol sin reglas

y sin arco

sin pelotas

donde

siempre

casi

no

pasa

nada

por Adrián Gastón Fares.

 

 

Soñé con el amor.

Soñé con el amor,
y era lo mismo que antes.

Ví caer iglesias;
crecía el fuego en la parroquia.

Esa emoción parásita de los sueños.
Que parece querer devolvernos a la trampa.

Pero soy el resultado de miles de años de responder a este sueño.

No abriré las puertas.
Cerraré los postigos.
Cortaré el agua.
Bajaré las persianas.

Y te trataré como alguien que puede convertirse en un objeto de la noche a la mañana. Alguien sin recuerdos, sin cariño, sin cuidado. Que te puede arrancar de la órbita y dejarte solo en otro universo. Convertirte en marciano.

Oh, la subjetividad.

Mi subjetividad cantando himnos que nunca escuchó.

Serás una mosca atrapada en una telaraña que ni siquiera yo he tenido la suerte de tejer.

Dejemos que se afilen las puntas de la verdad y que los cuerpos de los culpables se desangren sobre el metal brillante como anunciaba su propia estupidez.

Te ví sonreír mientras clavabas el cuchillo.

Eso basta para que el odio detenga los relojes.

El tiempo congelado.

Dónde uno puede pasar toda la vida, reescribiendo la historia.

No movamos un dedo.
Cruzados de brazos.

Miremos.

Cómo los gusanos despellejan
Al ser necesitado que alguna vez fuiste.
Esa cosa minúscula que provocaba sonrisas.
Y preocupaciones
Que nunca fueron las mías.

Sino la del ejército de imbéciles
Que son capaces de cuidar a un gorrión.
Y abandonar a un ser humano.

En nuestro fogón.

Cantan venganzas.

Y escriben canciones para las cunas vacías.

Luego bebemos y pescamos en un río oscuro.

Y de nuestras garras peludas;
solo escapan los esqueletos
que la corrupción y la mentira carcomen.

Estoy debajo de la pila de muertos.

Y mi boca murmura palabras que desintoxican el veneno
que mató a los que flotan río abajo; donde las capullos crecen grandes, y florecen cuando los vivos no los tocan.

Vuelan, y lloran, o dejan caer
las gotas que sus alas despliegan como en el sueño donde una mujer escapa por pasillos pintados con murales de mi nombre oculto.

Conozco un concierto donde los instrumentos tocan solos una canción que ellos mismos escribieron y que evitará que empiece otro poema con la frase:
Soñé con el amor.

Y que sigue con:

Llore en el sueño, pero pasó el tiempo.
Y no vale la pena.

Recursos y carácter para batir estas yemas.

La guerra a las promesas;
comienza rompiendo.

Cartas.

Tal vez en ese lugar donde la voluntad mueve montañas y el mundo es tan justo como la cumbre nevada donde se juntan los huesos de los animales extintos.

Tan justo para que tu asesino deje de matar.

Porque en mi historia fue criado sin palmadas leves en la espalda.

Y nunca pude distinguir el bien del mal.

Criado con dulces y sonrisas.
Cómo en un sueño, y pañuelos blancos, manos negras.

Punto final,al desencuentro.

por Adrián Gastón Fares.

Yo también.

Me chiflan los audífonos.
Y los otros humanos me lo advierten.

Casi no puedo tampoco
abrazar a otros;
porque también chiflan.

Y más que nada chiflan solos.

Ahí se dan cuenta más.

Y me preguntan: ¿escuchás ese chiflido?

Y les digo que claro que no.

Desde que me di cuenta de
mi diferencia, hace ya mucho tiempo, hice un movimiento
de traslación y rotación
para ser comprendido.

Pero sólo hacía falta que algo chifle.

Moleste a los demás.

Eso genera comprensión.

Un poco.

La molestia.

Así que perturben a todas y todos,
con sus molestias.

Por mí, está bien.

Debería existir un mecanismo para el ser invisible que lo haga visible.

Como este acomple, que debería poder fabricarse en una industria que le cambiaría la vida a muchas personas.

Para que lo pulsen a gusto, en el momento necesario.

Como un timbre para decir:

Paren un poco.

No se ve, pero aquí estoy yo, y me cuesta escuchar, mucho, y así y todo lo hago como puedo.

Por eso, busquen justicia y no se dobleguen.

Porque cuando alguien diferente cae,
cada vez que ocurre eso,
caen mil matices más y más personas que los traen.

Siento compasión por las personas.

Ni eso, a veces.

Me río.
Porque ya no da para llorar.

Cuánta mímesis imposible.
En las buenas; todos quieren parecerse a vos,
¡Y en las malas también!

Ahí está.

La mentira.

Y, tal vez, una salida.

Reconocerse.

Impermeable.

Lanzar un tiro al arco desde la mitad de la cancha y que nadie mienta y diga, haya entrado o no;
¡yo también!

Vivimos en tiempos distintos.

Y estoy acá para dejar anotado lo imposible.

Para que se vuelva increíble.

Entonces,

No querida,
No querido.

Vos también, ¡no!

No es lo mismo.

Nunca hay que negar el poder de la negación.

Como Charly dijo.

por Adrián Gastón Fares.

Basta y se acabó.

Nunca hay que doblegarse a uno mismo.
La gendarmería está para eso.
Nunca hay que ceder a las estupideces de los demás.
La muerte está para eso.
No hay que pensar otro camino
Otros están para acompañarnos en esos traspiés.
Calmos.
Sin llamar la atención.
Pero cruzando miradas.
En un paso tras otro.
Nos entendemos.

Los que hemos sabido mantenernos firmes e imperturbables (y transformables cuando era y daba)

Aunque sea abrazados al suelo.

Es mejor tomarse otro Fernet en soledad que aceptar un trago más caro.

De esos sofisticados que seducen absortos por el poder.
Y atontados por el éxito.

Los que no saben el valor de una palmada de aliento en la espalda.

Que uno aprende tarde en la vida.
Como si ya no la quisiera.
Ni la necesitara.

Pero revive el cuidado.

Nuestra vida no fue cómoda.

Nuestro destino fue siempre sobrevivir
A una pelotudez detrás de la otra.

No conozco bombas
Cómo esas.

Ni columnas que no se dispersen ante el derrumbe.

Somos el derrumbe.

Y las piedras esparcidas.

La vida es dura
Y no hay estupidez compartida en Facebook que aminore
Lo dura que es.

Son paliativos idiotas que no convencen ni al que los comparte.

Esas palabras de más que nunca difundo.

Por Adrian Gastón Fares.

Credos

Somos todos grandes
Monstruos terribles.
Monstruos
Planetas descolocados
Tratando de ponerle sentido
Al viento
El viento lo tiene
Causa y efecto
Nuestros cuerpos también
Pero nuestras mentes
No son humanas
Creemos ser humanos
Pero es un cuento viejo ese
Más vale reconocer
Que si uno se atreve a serlo
La soledad será eterna
Y eso no es nada raro
Los árboles aprendieron a vivir más
Que los seres humanos
Porque saben lo que somos
Todos los embustes
Todos los inventos
Hacemos lo posible por matarnos los unos a otros
Somos una sanguijuela pensante
Y la capacidad de producir y difundir
La destrucción del la mente humana
No tiene parangón en el universo
Tanta evolución para leer el diario
Tanto arte para un vacío que nunca se llena
Más vale perder toda esperanza
Endurecerse como una piedra
Ser artista de una mente que aún no existe
Reescribir Frankestein desde la perspectiva de la nena ahogada bajo el agua que ya no puede llorar
Destruir nuestro cuerpo
Para que la conciencia ya no exista
Porque nuestro cerebro no es más bello que el colmillo de un león
Es más afilado
Y más certero
La vida para los humanos es un egoísmo creciente y justificable
Escondido incluso con las mejores artimañas
Destruir nuestra falsa humanidad
Separarnos definitivamente unos de otros
De esos inventos para utilizar al otro
Para sobrevivir
Mujeres de hombres y todas las variantes posibles incluso la de la mentirosa amistad
Debería ser el objetivo de cualquiera
Que se quiera un poco
Y el cinismo es la única opción adaptativa
Nunca ponerse en el lugar del otro
Porque ese lugar
No existe
No somos padres
No somos hermanos
No somos esposas
No somos hijos
No somos hijas
No somos amantes
Ni madres
Somos el escupitajo de unos órganos
Que no sabían lo que iban a terminar produciendo
Pero qué tal vez algún día lo puedan reconocer
Y este cuento de la falsa evolución
Se termine de una vez por todas
No hay que creerle a nadie
Ni a ninguno que justamente cuente historias de superación personal
Menos
Huir
Correr con pies de niños hacia la nada de los ojos muertos de las estrellas
A nadie
Etiquetar a todos
Menos a uno mismo
He ahí la salvación
Y la única forma de amor que no miente
Tal vez así pueda algún día yo solo
Destruir todas las adaptaciones programadas
Para ser libre otra vez
Para escapar de los ojos raros que me leen o que podrían llegar a leerme en un mañana que en este momento
No existe.

Por Adrián Gastón Fares

El pájaro de vuelo bajo

Cuando vuela bajo

porque las alas no dan para alto

se aleja de los demás pájaros

y un día algún pájaro lo arrastra

así nomás

a lo más alto

y él los reconoce

a los de vuelo alto

y hasta extraña lo que nunca conoció

y no debió conocer

porque un pájaro es un punto único

un desprendimiento

polvo de planeta viejo

pero así y todo es un pájaro de vuelo bajo

que conoce el viento que sopla en las hondonadas

en el giro de la montaña

en los valles más secos

en realidad

no es pájaro

es viento que empuja

no siente ser pájaro

aunque vuele con los pájaros de vuelo alto a veces

que bajo sus alas tienen tatuadas las palabras

pájaros

en mayúscula así:

PÁJAROS

y pueda brillar el sol grande desde más cerca en sus oscuros y pequeños ojos

pero también podía verlo desde abajo

donde parecía más distante

imaginarlo cercano

dar esas imprevistas vueltas alrededor de los árboles

Como hay tantas especies de pájaros

el pájaro de vuelo bajo sabe que también hay muchas especies de puntos negros

aunque esos puntos crean ser todos iguales

y él pueda aterrizar en las torres

cruzar el puente levadizo antes de que cierre

descansar en el bastidor de una ventana

conocer los misterios de los huesos y las membranas

conversar con los murciélagos

en la zona más oscura de los zoológicos

donde la salida cegadora está cercana y más vale no detenerse

un pájaro de vuelo bajo trasciende secretarias y secretarios

encara el vuelo a la montaña nevada

ese pico blanco que no es boca pero sí alimento y está

más arriba pero en otro mundo distinto

esa cabaña que guarda la flor de muchos

y de ningún

color

por Adrián Gastón Fares

La historia de mis oídos (poema)

A veces tomo la forma de una bola de cristal

Que refleja el pasado

Como si me agitaran

La nieve empieza a caer.

Lo bueno es que puedo lanzar la bola de cristal

Tan lejos como se me antoje

He creído ser oyente

Uno más de la manada.

Pero no lo era.

Nunca olvido.

Que en el año dos mil doce

Me dieron el certificado

Porque nunca escuche bien.

Seguía tocando el timbre de aquel

edificio, cuando ya me habían abierto la puerta desde arriba.

Entonces, recién en el año dos mil doce, con mis queridos audífonos, esas lombrices tan preciadas, tuve que adaptarme al rugido del mundo.

Me daba vergüenza acercarme a las chicas en un bar.

Me daba vergüenza que descubrieran mis putridos oídos.

Cómo un cadáver vivo que mira sus falanges descarnarse.

Nunca olvidaré, la distancia autoimpuesta de la prueba.

Nunca la palabra prueba significó nada para mí hasta ese día de 2011 o 2012, que más da.

Y la zozobra del ser o ya no ser.

Igual.

Así y todo elegí usarlos.

Era eso o no entender.

El sol se pone, pero el ruido se impone.

Los seres humanos cerramos los ojos, nunca los oídos.

Tan vitales son que permanecen atentos, aún cuando la alarma resuena y los tapamos con las manos.

Mis oídos eran como viejos caracoles que retumbaban con el viento.

Mi alma joven quería escucharlo todo. Incluso lo inexcuchable.

Antes de los audífonos, para la risa ajena; subtítulos, por favor.

Todavía no sé lenguaje de señas, pero conozco las marcas que deja la creciente
sensación de no comprender.

Aunque lo que no se dice a veces lo entiendo bien.

Pagué el precio de la incomprensión y de los que saben pero se hacen que no saben, de los que querían que fuera otro que no podía ser.

He sido abandonado: en los peores momentos.

Empujado al abismo: En los peores momentos.

Es un fundido lento como en las películas.

A otro ser, devenir.

Entusiasmo, renovado.

Tirité descalzo en el vacío.

Y un día apareció la casa, la rosa y, ay, la gran montaña blanca.

Yo que le temía a lo desproporcionado

a las imágenes grandes de animales

a la boca abierta del elefante marino

a la trompa de la orca encostrada en la diapositiva

Descubrí que no somos cámaras si no proyectores que apaga un dios ignoto por las noches.

Miedo hasta a los restos flacos de las ballenas que ya no nadan en los pisos de madera de esas feas instituciones.

Pero las ballenas eran animales,

¿quién era yo?

El que seguía algunas reglas,escritas por seres que tenían un sentido distinto al mío.

He sido ingenuo.

Y tan seguro para afuera como mis orejas me han permitido ser.

Lo sé.

No hay piedad en el mundo,

Ni camino recorrido,

Para la historia de mis oídos.

por Adrián Gastón Fares

22 enero de 2019 (reescrito 10 de Agosto de 2019)

El hombre sin tacto

Algunos dicen que no se puede cambiar,

que hay cosas que nunca van a pasar,

pero las cosas que

auguran

que nunca van a pasar

pasan seguido

y los que decían eso no saben ya

qué decir.

No es imposible.

Uno se puede ir y puede

volver

esto es posible

En el mundo.

Hoy.

Siempre pasó,

pero hay pocos testimonios

porque lo que cambia se va,

se ausenta de un día para el otro,

como aquel hombre del que Josep Pla escribió

que dejó su pueblo,

solo,

con los reveses en su espalda,

pesando toneladas,

con la gente murmurando,

pero aquel hombre

simple

dejó su pueblo

no tan simple como él

pasó por la fuente del pueblo

bebió el agua por última vez

y partió

para nunca volver.

Esto es sobre el chico,

el muchacho

cambiador

No podía sentir

El sentido del tacto lo tenía muerto

como otras ilusiones

Pero un día descubrieron como hacérselo funcionar

Un científico lo hizo

Un científico loco quizás

No lo sabemos

Pero logró que el chico sintiera

Y entonces el chico rozó las palmeras con las manos

Frotó naranjas contra su piel

Sintió su propio cuerpo y el de los demás

El respirar de su perro en su cara

Lo despertó

Y la felicidad que sentía era tan grande que el chico

Que en realidad no era tan chico

Se sintió joven otra vez

Se descontó años

Multiplicó los suyos por

Cero

Coma

Siete

Y pensó

Que ahora que sentía al pasto doblarse cuando se recostaba sobre él

con la espalda

desnuda

A sus propias lágrimas derramarse sobre su cara hasta llegar

a su nariz

Pensó que si alguien podía devolverle el tacto,

entonces el podía pensar hasta llegar a lo impensado

y lo hizo.

Llegó.

Y me dijo

Que había cosas que ya no podía volver a sentir

Porque ya no estaban

Las que sólo sentía en los sueños

Y esto lo enfrentó con una pared

Una pared de sentimientos hechos con ladrillos

como las que levantaba su abuelo

cuando era chico y la vida parecía

larga

insensible

y había otras paredes

de colores de luces de ciudades ya descubiertas pero desaparecidas de bichos bolitas y de animales que corrían en el claroscuro de algún bosque que no era bosque pero que para él lo había sido

Ojo con los bosques que no son bosques pero que para uno lo son

porque cuando desaparecen y sus árboles se secan

uno cree haber estado ahí

en lo imposible

Punto.

Entonces yo le dije

Que era como un Úlises

Un Úlises que volvía a Ítaca

Sin una Penélope que lo esperara

Y eso le dolió

le dolió como las cosas que son simples y reales

Como un Quijote sin caballo

Como un río sin cauce

Y se calmó y sonrió

Nunca entendí por qué

El chico ahora sensible se calmó

Cuando le dije algunas cosas terribles.

Y se lo dije.

Te dije cosas terribles para que entendieras

Que yo siempre sentí todo pero que era y soy como vos.

Lo que te pasa.

Lo sé.

Lo sé muy bien.

Lo que te pasa, querido.

Y me contestó que él quería ser terrible también.

Que era su derecho

Y que lo ejercería a gusto.

Y jamás lo volví a ver

pero en la noches que no llueve

pero que debería llover

a veces creo que el chico está cerca

bañándose en la agua

que debería caer.

por Adrián Gastón Fares

PD:

Índice de mis poemas en este blog.

Poemas

Las patriarcales

En esta tragedia no me encuadro

Vuela la imaginación cuando tenemos que salvarnos

De un fantasma que no pide venganza

Nadie es culpable hasta que muerte llegue

Y después todo se pierde

Estampitas de casamiento

Dije

Y las copas que nunca se encuentran

Llenas se piensan

Dice

Tal vez

Aquí,

Las identidades caen y se levantan,

Digo,

Y dejemos entrechocar a las máscaras del destino

Ya no hay dolor

Que no pueda ser vertido

Ni penas

Por las que no podamos pelear

En lo negro no hay luces inútiles

En sus graves palabras

Digo

Hay algo

Arrimante

Encelado

Arrastrante como río

Y oliente como el pantano

Reconozco

Que el árbol no nació para cajón

Y la tierra no es el piso donde restan

Mis antepasados

Nada nos contiene

Digo

Joven saltadora

Corre libre a tu descuido

Rescataré

Tu trama sugerida

Ven

Paseate disfrazada

Entre tantos trajes

A tu ciudad es que te invito

Y tal vez podamos torcer el camino pisado

Donde los rezagados se han convertido

En Psicopáticos

Bufones

Compulsivos

Ya no hay nada que perder

Dice

Los pelos a veces crecen para contener las mentiras que los poros exudan

Los que vertieron el veneno en tu oreja

Tienen manos acuosas y flexibles

Dice

Es un consuelo perdido

El de los viajeros

Del espacio y el tiempo

Digo

Pero es tiempo de recreo

Y ya no hay velos

En este juego de espejos

He encontrado un camino

Las historias brillan en el cielo

Y cuentan el oculto pasado

Arriba miramos

Abajo caemos

Eso no cambiará

Hasta que de tanto caer

Creemos un agujero

Y otro universo

Nos amamante

Y dibujemos flores en papeles lisos

Con esa esperanza

Que nunca convino

El cristal estalla

Las casas caen

Una vieja cuenta cuentos

Hace temblar el húmedo pelo de su nariz

Ninguna tempestad como esa

Sacudió la tierra aún

Ningún hálito tuvo ese encanto

Para arrollar

Escribo bajo las estrellas

En un jardín descuidado

Donde un hada desprendida de un árbol me cuenta

Como la han sepultado.

Por Adrián Gastón Fares, 31 de Julio 2019

Dicha

Tierra hostil y
aparente
Cielo abarcante
Nubes blandas cumbias
Exiliadas pausadas
Hermanas, sí
Mejor adentro
Que salir a buscar
isla oscura
Ladrillo rojo
Colectivo imparable
Hasta el lugar donde perdí
Semilla y nada
Lo aprendido
Intenciones buenas
Furia
Tuya

Furia mía

Inesperable fiera en mi único

Pobre y pequeño paraíso

Es mi culpa creer que tierra

Dice verdad

Fotografía de flores

Que no brillan en tu noche sin luna.

Chau, monitor

Seré el que todo apaga

Levanto puente

Cómo un antiguo

Y terrible

Rey.

Por Adrián Gastón Fares

No es eso.

No es tu ábaco

No es tu psiquiatra

No es tu reikista

Ciertamente

No es tu nacionalista

No es tu metafísista

Más que nada

No es tu ontologisista

No es tu psicóloga,

Lo siento mucho,

Tampoco

Ni tu universidad

No es la media luna

No es la traición que le hacen a los chicos

De tergiversar la nada de la media luna por el todo de lo que la tapa

¡No!

No hay que negar el poder de la negación

Cómo escribió Charly,

En su pared

La ciencia soy Yo.

Esta cosa viviente

Con resultados

Y sin resultados.

Tu monstruo.

Tu abandono más evidente.

Y el que debería hacerte culpable

Más allá de todo.

La ciencia somos,

Nosotros.

Los demás,

sigan participando,

opinando

pero nunca pensaron dos segundos.

Creyeron en cosas pasadas.

Un grave error.

No es tu comodidad.

por Adrián Gastón Fares

El colmillo de la noche

En una cripta a ras del piso
Restaba mi pasado
Los que conocí y los que no
También
(Más que nada los que no)
Todo era gris
El cemento reluciente y frío
Me asomé a la cripta
Y a través del vidrio y de los herrajes
Ví la melena roja del león
Aunque en la cementeriosa penumbra
El felino y sus fauces apenas reflejaban su temible custodia de la cripta.

Huido,
luego conocí una máquina de decir la verdad
Era como la de un parque de diversiones
Esas máquinas que el abismo dispone
Algunos sacaban un papelito con una pregunta
Pero no sabían la respuesta
Era fácil
Y además estaba escrita del otro lado
Soñar;

Vicio interminable y no empezado,
dicha de los reclusos
El oro de los tontos
La vedette de los viejos
La pradera azul de tus ojos
Lo perdido por no luchado no es peor que lo perdido por demasiado
Pedido como la burocracia del caparazón de la tortuga
Que no se formó de una,
Que como un querer creció con el tiempo
Como crece
La oscura trama de la noche bajo mis párpados
En el templo de los sueños
En el baile nocturno de las neuronas muertas
Que también sueñan

En revivir
En pasarse de las rayas ausentes
De mi entrecejo aplanado
Esa llanura o cielo que les regalo por las noches;
Porque en los sueños nunca hizo falta esforzarse
Para entender nada
Y las arrugas olvidan la piel
Y todo es permeable, transparente;
Contado sin ser.

Noble cielo chispeante. Ojalá se hubieran conocido antes.

Por Adrián Gastón Fares, 8 de julio de 2019

El Joven pálido.

El joven pálido
se erizó de sueños
y por las calles vagó
sorbiendo cemento
soleado.

El que desayunó aires
por ahora no le preocupaba.
Mejor era bañarse
en las islas personales,
que se separaban por el cemento
en esa mañana corriente.

Mujer era bañarse
en las islas personales.

Adónde vamos,
¿quién soy?
¿por qué?
Eran palabras que a él ya no le molestaban.

Los caminos cruzados,
caminos perdidos.

I will write a story
about pain and glory.

En la casa del conde,
¿dónde estará?
¿dónde se esconde?

Joven Pálido Mujer Dibujito A Fares

Joven Pálido Mujer Dibujito A Fares

 

Las mentes deberían adaptarse
a cualquier felicidad;
no importa de dónde venga
ni cuánto dure,
la verdad.

por Adrián Gastón Fares

El joven pálido. Terraza.

Un sueño:

hoy soñé con marcianos

y una amiga en el verano

un gordo vivía en el altillo

y se veía el mar a lo lejos

en la casa también estaba la que quería

y descubría que la amiga era mía

y era ella también.

¿Qué son esas formas que en los sueños nos vienen a consolar

y las otras que a nuestro lado sentimos en la cama grande?

Yo les canto porque sé

que perdieron la costumbre de recitar

sólo quieren a su manera avisarnos

que dejemos de soñar.

por Adrián Gastón Fares (2011)

La ciencia del mañana

Tirar una piedra al río
Los círculos
Tienen una causa y un efecto
Me gustan las palabras
Causa y efecto
Cómo también
Naranja y limón
Los antiguos, los chinos,
Entendieron mal,
Creyeron que las vivencias se repiten en otra vida
Pero está esta nada mas
Nadie vio otra
En esta se repiten
Los malos momentos
Pero también los buenos
Lo que nosotros creemos que es malo para nosotros y lo que
Creemos que es bueno
Pero otra cosa no hay
La expansión de los acontecimientos es así
Cómo un acantilado que se forma
Para que algo se desmorone desde la cima
Y forma otro acantilado bajo el agua
Una roca que rodean los peces
Pero la noticia es
que lo bueno también se repite
Lo bueno vuelve
Y es ciencia no es mentira ni creer en cosas raras
Es la ciencia del buen vivir y del buen pensar
Esa sociedad secreta en la que fui iniciado
Con vos

Por Adrián Gastón Fares