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La pasión vestida de situación.

En su ensayo A Gossip on Romance (Memories and portraits), el gran escritor Robert Louis Stevenson nos comparte su reto: la parte plástica de la literatura, lo más difícil de lograr, es encarnar en un acto del personaje una emoción. Fácil, y necesario creo, es tomar el concepto desde un punto de vista cinematográfico y tratar de analizar cuáles son los films que cumplen esta indispensable propuesta. Digo indispensable, ya que uno comprueba que las películas que más valen la pena (las que, luego de llevarlo de la mano, dejan al espectador frente al precipicio de la catarsis, dirían los griegos, pero yo mejor diría que producen un, perdón el inglés, rush of blood to the headuna oleada de sangre a la cabeza) son aquellas que en algún momento condensan la historia en una imagen o acto. Stevenson dice en su ensayo:

“This, then, is the plastic part of literature: to embody caracter, thought, or emotion in some act or attitude that shall be striking to the mind’s eye. This is the highest and hardest thing to do in words (…)”

El creador de El extraño caso del Doctor Jekyll y el señor Hyde da el ejemplo de Robinson Crusoe y el hallazgo de las huellas en la isla.

Como práctica vamos a agregar algunos ejemplos más:

Aquiles llevando el cuerpo de Héctor a Príamo, Pilatos lavándose las manos, la institutriz que encuentra a Miles mirando la torre a mitad de la noche en Otra vuelta de Tuerca (James es un genio con las imágenes, basta recordar lo bien que lo siguió la cineasta Jane Campion en A portrait of a woman), el pescador que arrastra a tierra los restos del animal gigante que mató en El viejo y el mar, el príncipe Mychkin, en el piso, otra vez idiota (El Idiota), el “preferiría no hacerlo” de Bartleby (Bartleby, el escribiente) y todo el barco en Benito Cereno. Un libro que resplandece en un sótano de San Telmo (El Aleph, de Jorge Luis Borges)

Sabrán qué molesto puede llegar a ser explicar la razón de estas imágenes o la parte que juegan en el todo; esperando que identifiquen las demás me ahorro el sufrimiento y clarifico uno de los ejemplos; en general, lo que causa catarsis en la “escena” mencionada de El Idiota (la novela de Dostoyevski) es la súbita comprensión de que su trato con la sociedad lo perjudicó. Lo hizo volver a su estado inicial. Si desapareciera todo el cine y toda la literatura, uno podría tomar El Idiota (si el mundo sigue siendo el mismo, claro, y se ve que desde que nuestro gran amigo ruso la escribió nada cambió) y tener una respuesta de por qué es necesaria la narrativa.

Pasemos a las películas. La más obvia: en El ciudadano, el trineo con la inscripción Rosebud quemándose en la hoguera es la imagen a la que se refiere Stevenson en su ensayo; “la pasión vestida de situación”. La pasión significa el elemento de contenido de una obra, el tema llevado a la perfección y a su clímax en una imagen.

La madre enternecida frente al bebé (que nunca vemos) en El bebé de Rosemary es otro ejemplo. En Psicosis, la casa gótica es el elemento alrededor del cual ronda todo el misterio y desesperación de la cinta. La computadora muriendo en 2001, Odisea del Espacio y el astronauta anciano frente al objeto del espacio que une las secuencias, son temas interesantes llevados a imágenes-síntesis, como el encuentro de una oreja entre los yuyos en Terciopelo azul.

Estropearemos esta última imagen, explicándola; como sugiere Stevenson, Lynch encarna en la situación de la oreja un carácter; de ahí en más, sabemos que el protagonista es curioso y ama los misterios, que es suficientemente valeroso como para enredarse en uno (no se limita a mirar a la oreja, sino que la levanta). Por otro lado, un pueblo donde se encuentra una oreja es mucho más macabro que uno donde tropezamos con un cuerpo; ni hablar de la persona que anda cortando orejas por ahí. De esta forma, una imagen nos describe el carácter del protagonista y su entorno.

En El Exorcista, la imagen del cura frente al ídolo africano que concluye la introducción es quizá demasiado simple como para tener en cuenta, pero anticipa y completa el tema del film; la dilatada lucha entre un cura y un demonio (la posesión de Megan es la estrategia del demonio para volver a encontrarse con el padre Merrin).

En El Banquete de Boda, Ang Lee termina esta comedia dramática con la imagen de un padre levantando las manos, en cámara lenta, para que lo revisen al pasar la aduana; ¿cómo trasladar en palabras la manera simple y a la vez maravillosa con que la imagen completa el film? Antes, vimos que el padre descubre que su hijo es homosexual y sabemos que, junto con la madre, que también levanta las manos, estuvo esperando toda la vida la estampita de casamiento con la chica de sus sueños (de ellos para su hijo).

Por último, permítanme señalar el final de Dioses y Monstruos (gran película del siempre fiable Bill Condon); si bien la película utiliza de manera exagerada el flash-back, la idea de unidad que enlaza la trama desequilibra cualquier crítica; cómo no sentirse gratificado ante la imagen final del protagonista bajo la lluvia imitando a Frankestein (recordamos que en el film nos sugirieron la inquietante relación padre-criatura entre James Whale y su jardinero). No es raro que Condon sea uno de los creadores de The Greatest Showman, donde hay una escena en la que una persona con «discapacidad» entrega una manzana a un niño hambriento. Un niño hambriento que se convertirá en un empresario circense (está basada en la vida del artista P. T Barnum) y le dará lugar en su espectáculo a personas con capacidades diferentes.

No hay duda de que las películas más interesantes, como los mejores libros (Stevenson creía que ninguna floritura de estilo podía reemplazar una buena historia, una idea bien desarrollada), tienen una o varias de estas imágenes poseídas (de la trama, del personaje, etc.), “significativas para el ojo de la mente”, como dice el escritor que unió a los piratas y a los loros.

Comprobamos, en esta enumeración, que la ubicación de las mismas en la trama suele ser el desenlace, aunque no siempre es así, y en algunos casos cierran la introducción.

Luca Guadagnino es una especie de genio tutelar en esto último y yo diría que lo lleva a cabo a la perfección en el final de las películas de él que más me gustan: Io sonno il amore (I´m love), Call me by your name y la remake de Darío Argento (Suspiria).

En ninguno de esos tres títulos falla la transmisión de emoción, ese a rush of blood to the head. Se van a la cabeza.

Lo mismo ocurre con muchas de las películas de Martin Scorsese (el catolicismo está lleno de imágenes), de Sergio Leone (puede hacer que el simple acto de cerrar una puerta de un rancho en Once upon a time in the West, C´era una volta il West, sea algo increíble) y, cuándo no, su gran alumno Quentin Tarantino (escena del tendido de la mesa en Django: Unchained)

Para finalizar, diré que me parece bastante maravilloso que un conjunto de frases (una novela de ficción, un libro) o una sucesión de imágenes (un largometraje de ficción) puedan generar esa oleada de sangre a la cabeza, algo tan físico, y a la vez tan mágico, que especialmente en estos tiempos convulsos (hablo de los tapabocas y el 2021) nos puede hacer recordar que todavía somos seres humanos. Es un motivo enorme para seguir leyendo libros y mirando cine.

Por Adrián Gastón Fares

PD: El destello en la cabeza (a rush of blood to the head) y cómo obtenerlo bien podría ser la trama de un relato, un gran relato que tal vez ya fue escrito millones de veces, en torno a un secreto. Ese secreto no se compara con el amor, ni con el enamoramiento, ni con el acto sexual, ni con el ágape, ni con ninguna otra sensación. Es obra del ser humano. El resultado final, esa flor, pariente del vértigo, tiene un pétalo de miedo, uno de cariño o amor, otro de sorpresa, otro de bronca, otro de calma. Y ahí se levanta en pura rebelión. Tiene todos los colores y a la vez ninguno. Todos los sonidos, pero no suena. Pero transforma. Parece un producto puramente humano (el miedo de un animal no sabemos cómo es; tal vez los animales tengan rushes of blood to their heads todo el tiempo) Bien podría ser un resultado de la meditación, sobre un tema, tanto para el artista como para la audiencia, bien podría ser esa transmutación de algo en otra cosa tan glosada, bien podría ser un modo de trascender por un momento, o un mero sucedáneo de un acto primitivo olvidado. Puede ser una transmisión de pensamiento entre los creadores y su público. Es lo contrario al entumecimiento (por ejemplo, cuando se duerme algún miembro del cuerpo) Es algo que es innombrable porque si pudiera describirse se anularía.

Nota: En nuestras librerías no será fácil encontrar los ensayos de R. L. Stevenson; los interesados pueden dirigirse al sitio www.gutenberg.net, la mejor librería virtual gratuita (en inglés; en realidad hay libros en español también y en otros idiomas) de la web. Estos libros son un poco incómodos; por lo menos no tienen pulgas.

Hay otros escritores que son muy buenos en esto de la subida a la cabeza como Salinger, Saul Bellow, Shirley Jackson, Clarice Lispector, Thomas Bernhard, George Eliot, Tolstoi, y la lista, como sabrán, sigue y sigue.

La pasión vestida de situación es un artículo revisitado que escribí en 2001, llamado Stevenson y las imágenes. En esa época yo escribía críticas de cine en un portal llamado Cineismo (era muy bravo como crítico de cine) y también escribía en dos portales de la recién nacida (por lo menos para mí) Internet, uno se llamaba Desenchufate y el otro era un sitio que se llamaba Fotogramas. Hoy estuve buscando entre mis papeles el artículo sobre Brian De Palma pero por ahora no apareció.

Nota: Agrego otros directores de cine que tal vez ya nombré en otros artículos o recomendaciones: Kenneth Branagh, Jane Campion, Tim Burton, claro, M. Night Shyamalan, Guillermo del Toro, James Cameron, Riddley Scott, Steven Spielberg, claro, Haifaa al-Mansour Andrew Ahn y muchas y muchos más. Es una buena época para reever cine, mientras esperamos algunas películas prometedoras.

Alimenta tu zombi con cerebros. III. Cine y Series.

En este capítulo de Alimenta tu zombi con cerebros recomendaremos algunos libros de cine, pero daremos una vuelta en calesita alrededor de un tema que divide las aguas de las bañeras de nuestros departamentos, donde ya los zombies no nos bañamos y mantenemos algunos cuerpos flotando: ¿qué diferencia hay entre el cine y las series?

Trataré de demostrar esta diferencia tratando de repasar algunas películas de Brian de Palma y haciéndole una permanente a las series (algo más rápido y mecánico; los temas se tratan según su mérito)

De Palma, un cineasta muy particular que salió en los setenta para reescribir algunas películas, más que nada y hacernos enamorar del cine de otros. Vi a De Palma antes que a Vértigo, ese caso De Palma es como una especie de Borges que señala a Stevenson, a Chesterton a otros escritores que realmente tienen un valor (a diferencia de Tarantino que no señala como dicen; Tarantino es un valor en sí mismo, regurgita otras películas que realmente, en su maroría, no valen la pena ver; salvo algunas de John Woo)

Entonces, el cine, representado por De Palma en este artículo tiene una distancia con las series muy notable. Esa distancia está dada por un sólo hecho: las series reconstruyen la idea de vivir en comunidad. Una serie es seguida por una persona para sentirse parte de un universo de personas ficticias diariamente; ¿por qué? Vivimos absolutamente aislados. Como vivo aislado me pongo a ver Mad Men o me pongo a ver Stranger Things, para volver a esa experiencia primigenia de la niñez de estar rodeado de gente, de vivir un tiempo con personas.

A veces me preguntan cómo me gustaría conocer a una chica. Digo, me gustaría conocerla en una comunidad posapocalíptica como pasa en ciertas ficciones, los dos lavando la ropa sucia todos los días en un lago. Eso me gustaría, pero por ahora es imposible.

Entonces el aislamiento psicosocial de la globalización es el que lleva a que las personas amen a las series. Y no importa qué tema traten, la serie es escapismo a su máxima expresión (no importa si esa serie es una de Bergman, quien también ha hecho miniseries; la miniserie es mucho más noble que la serie por su extensión).

A diferencia de las películas, que (oh, casualidad las de superhéroes son las más vistas, que se parecen a las series porque nos incluyen en una comunidad de personajes que ya conocemos), a diferencia de las películas repito que son una forma de aislarse del mundo, de reflexionar, de diferenciarse, la serie tiende al cambio de figuritas en el recreo.

Incluso hoy en día se siguen vendiendo figuritas así que eso no cambió. Uno puede cambiar las figuritas de Mad Men, pero no puede ciertamente cambiar las de Sisters (Hermanas), de De Palma. Quedaría solo en el patio del recreo sin nadie que se le acerque y se volvería a su casa con las mismas figuritas de la película De Palma.

No estoy en contra de las series, me gustan varias, pero las series, antepuestas ante cualquier film son el ejemplo de escapismo máximo en este mundo, no importa lo desafiantes y buenas que sean, porque la serie trabaja con un universo continuo, con una repetición de personajes y situaciones, y con una familiarización de la ficción, y más que nada, una menor adaptación: una vez que uno entró al universo de una serie, no debe hacer un esfuerzo intelectual para adaptarse a otro universo como pasa con las personas que miran películas diariamente.

Así las cosas, diré que las series siempre serán un género menor al del cine, no importa lo buena que parezcan (aunque sea excelente el Episodio 3 de la Primera Temporada de Mad Men; eso no importa) Eso no quiere decir que no sea un gran género, pero no puede aspirar a lo mismo que el largometraje.

Por otro lado está el cine, con su aislamiento, su adaptación continúa a cada película, la isla que es cada film más allá de lo parecido que pueda ser el lenguaje de un director de una película a otra.

Entonces diremos, el género favorito de los zombis tradicionales son las series. ¿Por qué? El esfuerzo, la exigencia, de adaptación para verlas es menor. ¿Si queremos escapar del mundo qué elegiremos? Series. Si queremos pensar un poco y sentirnos más miserables o más felices, pero no al instante, ¿qué elegiremos para alimentar a nuestros zombis posapocalípticos adaptados al desastre? Cine. Películas.

Molestemos con la relación de algunos films de De Palma. Quiero que la extensión se vuelva carne:

De sus comienzos, el más desconcertante de todos fue Sisters (Hermanas, 1973), la escena del asesinato del que ha sido el protagonista los primeros minutos de la película pone los pelos de punta y lanza una intrigante, hasta el agobio, historia de siamesas y homicidios. cabe acotar que es la primera colaboración de Bernard Herrmann (el creador de la banda incidental de algunas de las mejores películas de Hitchchock) con De Palma. Herrmann sigue remarcando la escenas con su música; ya comprobamos en Psicosis que el hombre es capaz de variar nuestra respiración, en Vértigo de hacernos enamorar de un fantasma.

Carrie (1976) lo hace famoso a De Palma. La novela que Stephen King tiró a un tacho de basura fue rescatada por la Sr. King para De Palma. El director divide la pantalla para mostrar paralelismos (Tarantino, un gran fanático de De Palma, hace lo mismo en Jackie Brown, Triple Traición)

La siguiente película que rescataremos es Obsession (Fascinación), también de 1976. Nos intriga y nos agobia en igual proporción a Sisters. Herrmann otra vez hace de las suyas con su música; si hubiese sido tan desfachatado como su director, no hubiera dudado en copiar lo que se había escuchado en Vértigo. Herrmann introduce variaciones en su música, no tantas de Palma en lo que vemos: un hombre obsesionado por una mujer parecida a otra, obviamente una esposa muerta y muy amada. La historia de Vértigo, escrita por Boileau y Narcejac, se repite hasta en los detalles. Si tuviéramos que enumerar todos los parecidos de puesta en escena y argumentales entre Vértigo y Fascinación, este capítulo se convertiría en novela. Lo mismo pasa con respecto a Hitchcock en las siguientes películas. Intuyo que Fascinación, el título de la traducción es mejor que el original; de alguna manera roza una comprensión del cine con la que me siento identificado, un cine que evolucionó para volverse algo que fue vivido a partir de los sesenta por la humanidad y ya incorporado mentalmente por los que nacimos después. No ahondaré en este tepa aquí, pero el futuro del cine está en la fascinación, en la elación. Recuerden esto.

Sigamos. En The Fury (La Furia), de Palma adaptó a otro escritor de historia de terror; este muy barato, llamado John Farris. Si tenemos la oportunidad de ser chicos nuevamente, entonces tal vez nos vuelva a gustar esta película. Hay más eventos parapsicológicos. En la mayoría de los casos con la idea torpe de realizar con un tremendo esfuerzo mental lo que se puede hacer con un simple movimiento de la mano: suda la gota gorda la protagonista para desviar a una locomotora de juguete, menos a mi vecinito romper lo que tenga delante sin gastar una neurona. En La Furia, por lo menos, De Palma descansa de copiar textualmente a su querido maestro (para copiarse a sí mismo)

Encontramos más adelante Blow Out (Impacto, 1981), una versión del clásico de Antonioni que a la vez era una adaptación del cuento Las babas del diablo, de Cortázar. Esta vez Hitchcock es recordado en persecuciones a lo North by Northwest (Intriga Internacional).

La versión de Scarface de De Palma (Caracortada, 1983) una melodramática tragedia moderna, pese a los convencionalismos y a la belleza ya casi eterna de Michelle Pfeiffer, conmueve. El guión lo firma un tipo desconocido en ese entonces: Oliver Stone. Ya había escrito Midnight Express (El expreso de medianoche) para Alan Parker y después escribiría, a regañadientes, Conan, the barbarian (Cónan el bárbaro) antes de alcanzar fama y Óscar con Platoon (Pelotón).

Body Double (Doble Cuerpo, 1984), desnuda el cuerpo de Melanie Griffith y, de paso, confirma los gustos cinematográficos de nuestro sinvergüenza director. En la coctelera entra La ventana indiscreta (el protagonista es testigo de un asesinato al mirar obsesivamente por un lujoso mirador) y Vértigo (nos hace revivir la escena del beso en 360 grados y los travelling subjetivos del protagonita con la mirada fija en una melena) Por lo menos al final todo lo ocurrido resulta ser una pesadilla.

Siguen la caída del carrito de bebé de las escaleras en The Untouchables (Los Intocables, 1987; su mejor homenaje; a la escena de las escaleras de Odessa en El acorazado Potemkin, de Sergei Eisenstein) Y otra buena película : Casualties of War (Pecados de guerra, 1989)

Toparse con una oriental en un subterráneo le trae muy malos recuerdos a Michael Fox, a nosotros nos brinda un interesante desarrollo que cuestiona la ética en tiempos de guerra. De Palma se contiene en sus ejercicios visuales y termina ganando.

Luego comienza a perder, tanto que esta nota muy pronto terminará.

Adapta a Tom Wolfe, abandonando momentáneamente el suspenso en The Bonfire of the Vanities (La hoguera de las vanidades, 1990) Fracaso de crítica. Los estereotipos descuellan en el film. Nadie ve nada de la urticante novela del periodista Wolf en su película. Tras este fracaso retorna al suspenso con Raising Cain (Demente, 1992); logra una buena actuación de John Lithgow y algunos sobresaltos.

Carlito´s way (Atrapado por el pasado, 1993) es conocida aquí como la película en la que Jorge Porcel aparece con Pacino (o era) La historia del mafioso vuelve a trasuntar los tópicos del género; esta vez remeda a Scarface con un tratamiento más depurado de los personajes y una fotografía impecable. La película introduce una variante a las escena-de-acción-en-escalera (acaso John Woo supo filmar en A better tomorrow II, impunemente traducida al castellano como Amenaza Final II, una de las mejores, con Chow-Yun Fat cayendo de la escalera y disparando en cámara lenta; antes de que Woo diera el salto a Estados Unidos y dirigiera a Tom Cruise y a unas cuantas palomas en Missión Impossible II)

En los noventa, la fórmula de los estudios es más rígida que en las inmediatas décadas anteriores, una película de acción y suspenso debe tener escenas exageradas que confirmen hasta el aburrimiento la clasificación; Missión Impossible (1996) es muy buena al principio y luego bastante torpe en su desarrollo. Ha sido superada por las otras películas de la franquicia; incluso por las de John Woo (si dejamos de lado la escena de la pecera que explota y esa confusión inicial de buenos y malos tan genial; el juego de muñecas rusas de casi todas las películas que bordean de manera tan excelsa el vértigo y la ética de la niñez)

Y me detengo con una película de De Palma que disfruté muchísimo en el cine Ocean allá por los noventa, antes de que parte de la población nos convirtiéramos en zombis y ese cine Ocean fuera reemplazado por un templo evangelista. Snake Eyes (Ojos de Serpiente, 1998) tiene un comienzo espectacular, un desarrollo mediocre y un final pésimo. Hay algunas escenas parecidas a las de Doble Cuerpo, y eso sigue siendo lo mejor, esa repetición de lo mejor que agrada tanto; entre zoom in y travellings el personaje de Nicholas Cage sigue en cámara subjetiva a una misteriosa rubia.

Una de las mejores cosas del libro del filósofo argentino Domin Choi, El fin de lo nuevo, con el que comparto algunos pensamientos, es que cita a Kierkegaard, uno de mis filósofos preferidos y dice con él, que una posible felicidad es la de la repetición, quizá la única. Esto es clave.

En Mission to Mars (Misión a Marte, 2000), De Palma se dedica a chorrearle algunos planos a Kubrick (2001, Space Odissey; una película que fue señalada por la buena crítica de cine Pauline Kael, como «de un cineasta amateur» en la época de su estreno) pero la trama de ciencia ficción es poco interesante.

Zombie como somos, hemos criticado a Brian de Palma por ser un cleptómano, un descarado manipulador de materiales ajenos, que reescribe y nos hace rever ciertos films. La verdad es que ese ladrón, por lo menos, tenía buen gusto cinematográfico. Si vamos a robar, que nuestro objetivo sea digno del riesgo (la cuestión de la elección; clave para definir cualquier estrategia de adaptación y de construcción de una identidad)

Los que vaticinaban la muerte del cine lo que en realidad estaban haciendo era afirmar la muerte del autor, y elevar la figura del espectador; el espectador es el que domina ahora, y en este artículo lo que he hecho es alejarme de patio de recreo, como ejemplo, donde jugábamos los que luego nos convertimos en zombies, para demostrar que es mucho más difícil compartir figuritas con las películas que con las series, que es más fácil acercarse a la gente hoy en día con las series para charlar que para revisitar ciertas películas y ciertos autores. Cuanto más aislado viva el ser humano, más series se van a hacer y más series vamos a necesitar ver. Cuanto menos aislado esté más va a querer volver al cine, para recuperar ese lugar de diferenciación e identidad que supo ser desde que unos críticos de cine franceses, que además tenían la osadía de filmar, crearon la figura del director de cine.

Apúrense si quieren adquirir el libro de Domin Choi, que trata desde la filosofía al cine y a las series, porque la primera tirada es de 1000 ejemplares (en este blog somos casi 2500 si no me equivoco) Acaba de ser editado hace un tiempito por Libraria Ediciones:

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http://www.librariaediciones.com.ar/el-fin-de-lo-nuevo/

Si encuentran un link para comprarlo en libro electrónico sería buena que lo compartan ya que yo no lo encontré (tengo la edición impresa; pero me parece que sería bueno para los que no viven en Argentina y me están leyendo)

Aquí en Cúspide.

https://www.cuspide.com/Libro/9789873754227/El+Fin+De+Lo+Nuevo

Aquí en Gould:

https://www.gould.com.ar/cine/sobre-cine/el-fin-de-lo-nuevo-domin-choi-libraria/

Por otro lado, no puedo dejar de recomendar que lean Mi último suspiro, el libro de memorias de Luis Buñuel, tan útil para desapolliranos de tanta correción política inútil.

ETA22306

https://www.megustaleer.com/libros/mi-ultimo-suspiro/MES-001075

Y por otro lado, para ver lo capital que fue la ayuda estatal y de fundaciones en el advenimiento de ciertos cineastas lo bueno sería repasar la biografía de Polanski (y más para los que quieran preparse para el estreno de Once Upon a Time in Hollywood, la nueva película de Tarantino, y saber que Bruce Lee fue uno de los sospechosos de los crímenes de Mason, por ejemplo)

Memorias, de Roman Polasnki

9788416665877

https://www.casadellibro.com/libro-memorias/9788416665877/5420103

David Lynch por David Lynch (Lynch by Lynch, edited by Chris Rodley):

lynch por lynch

https://www.casadellibro.com/libro-david-lynch-por-david-lynch/9788489846418/630324

Editado en Argentina por El Cuenco de Plata:

https://elcuencodeplata.mitiendanube.com/cine/9789873743832/

También pueden leer de Lynch, Atrapa al pez dorado; lo esencial que hay que saber sobre él, más meditación trascendental, café oscuro y mucha azúcar para que funcione bien y rápido el cerebro zombie.

Aquí pueden leer un fragmento y también conseguirlo:

https://www.megustaleer.com.ar/libros/atrapa-el-pez-dorado/MES-013389/fragmento

por Adrián Gastón Fares. Alimenta tu zombi con Cerebros, 2019.

PD. No soy muy fan de Sherlock Holmes, pero el episodio 2 de la temporada 4, llamado El detective mentiroso es buenísimo. Y su score compuesto por David Arnold que me llevó a ella, impecable.

Stevenson y las imágenes

Stevenson y las imágenes (2001)

“This, then, is the plastic part of literature: to embody caracter, thought, or emotion in some act or attitude that shall be striking to the mind’s eye. This is the highest and hardest thing to do in words (…)”

En su ensayo A Gossip on Romance (Memories and portraits), Stevenson nos comparte su reto: la parte plástica de la literatura, lo más difícil de lograr, es encarnar en un acto una emoción. Fácil, y necesario creo, es tomar el concepto desde un punto de vista cinematográfico y tratar de analizar cuáles son los films que cumplen esta indispensable propuesta. Digo indispensable, ya que uno comprueba que los únicos films que valen la pena (los que, luego de llevarlo de la mano, dejan al espectador frente al precipicio de la catarsis) son aquellos que en algún momento condensan la historia en una imagen o acto. Stevenson da el ejemplo literario, entre otros, de Crusoe siguiendo las pisadas. Me gustaría agregar éstos: Aquiles llevando el cuerpo de Héctor a Príamo, Pilatos lavándose las manos, la institutriz que encuentra a Miles mirando la torre a mitad de la noche en Otra vuelta de Tuerca, el pescador que arrastra a tierra los restos del animal gigante que mató en El viejo y el mar, el príncipe Mychkin, en el piso, otra vez idiota (El Idiota), el “preferiría no hacerlo” de Bartleby (Bartleby, el escribiente) y todo el barco en Benito Cereno. En Rayuela, Horacio buscando al azar a la Maga por las calles de París. Los ejemplos rebalsarían la hoja.

Sabrán qué molesto puede llegar a ser explicar la razón de estas imágenes o la parte que juegan en el todo; esperando que identifiquen las demás me ahorro el sufrimiento y clarifico uno de los ejemplos; en general, lo que causa catarsis en la “escena” mencionada de El Idiota es la súbita comprensión de que su trato con la sociedad lo perjudicó.

Pasemos a las películas. La más obvia: en El ciudadano, el trineo con la inscripción Rosebud quemándose en la hoguera es la imagen a la que se refiere Stevenson en su ensayo; “la pasión vestida de situación”. La pasión significa el elemento de contenido de una obra, el tema llevado a la perfección y a su clímax en una imagen.

La madre enternecida frente al bebé (que nunca vemos) en El bebé de Rosemary es otro ejemplo. En Psicosis, la casa gótica es el elemento alrededor del cual ronda todo el misterio y desesperación de la cinta. La computadora muriendo en 2001, Odisea del Espacio y el astronauta anciano frente al objeto del espacio que une las secuencias, son temas interesantes llevados a imágenes-síntesis, como el encuentro de una oreja entre los yuyos en Terciopelo azul. Estropearemos esta última imagen, explicándola; como sugiere Stevenson, Lynch encarna en la situación de la oreja un carácter; de ahí en más, sabemos que el protagonista es curioso y ama los misterios, que es suficientemente valeroso como para enredarse en uno (no se limita a mirar a la oreja, sino que la levanta). Por otro lado, un pueblo donde se encuentra una oreja es mucho más macabro que uno donde tropezamos con un cuerpo; ni hablar de la persona que anda cortando orejas por ahí. De esta forma, una imagen nos describe el carácter del protagonista y su entorno.

En El Exorcista, la imagen del cura frente al ídolo africano que concluye la introducción es quizá demasiado simple y maniqueísta como para tener en cuenta, pero anticipa y completa el tema del film; la dilatada lucha entre un cura y un demonio (la posesión de Megan es la estrategia del demonio para volver a encontrarse con el padre Merrin).

En El Banquete de Boda, Ang Lee termina esta comedia dramática con la imagen del padre del homosexual levantando las manos, en cámara lenta, para que lo revisen al pasar la aduana; ¿cómo trasladar en palabras la manera simple y a la vez maravillosa con que la imagen completa el film?

Por último, permítanme señalar el final de Dioses y Monstruos; si bien la película utiliza de manera exagerada el flash-back, la idea de unidad que enlaza la trama desequilibra cualquier crítica; cómo no sentirse gratificado ante la imagen final del protagonista bajo la lluvia imitando a Frankestein (recordamos que en el film nos sugirieron la inquietante relación padre-criatura entre James Whale y su jardinero).

No hay duda de que las películas más interesantes, como los mejores libros (Stevenson creía que ninguna floritura de estilo podía reemplazar una buena historia, una idea bien desarrollada), tienen una o varias de estas imágenes poseídas (de la trama, del personaje, etc.), “significativas para el ojo de la mente”. Comprobamos, en esta insignificante enumeración, que la ubicación de las mismas en la trama suele ser el desenlace, aunque no siempre es así, y en algunos casos cierran la introducción. También que no abundan los ejemplos; esto puede ser resultado de la dificultad: encarnar un complejo carácter o un pensamiento en una situación o un acto simple no es nada fácil. Y si seguimos con la metáfora de la posesión, y la trasladamos a medias, convenientemente, a la creación; sabemos que el demonio no elige a cualquiera.

Por Adrián Gastón Fares

Nota: En nuestras librerías no será fácil encontrar los ensayos de R. L. Stevenson; los interesados pueden dirigirse al sitio http://www.gutenberg.net, la mejor librería virtual gratuita (en inglés) de la web. Estos libros son un poco incómodos; por lo menos no tienen pulgas.

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Visceralismo

Cine

Funny Games de Michel Haneke y La pianista del mismo director. No había visto mucho de Haneke salvo Cache, y pude comprobar que es un director que no termina de gustarme del todo, es demasiado frío, demasiado calculador. No me disgusta, pero no llega nunca a encandilarme. ¿Vieron que cuando a uno lo encandilan cuesta un tiempo ver otra vez? Y mientras tanto vemos otras cosas, otras formas… Me falta ver El Séptimo Continente para rematar o no mis conclusiones.

Haneke es lo contrario de David Lynch, y está en las antípodas de Luis Buñuel. En especial el cine del maestro Buñuel es visceral e intuitivo, el de Haneke es cerebral y reflexivo. Lo único que debemos esperar de un artista es que sea visceral. Por ejemplo, la Martel a veces me aburre un poco, pero indudablemente, es una artista visceral. También Buñuel es mejor en Viridiana que en El Angel exterminador. Saquen sus conclusiones.

 

Música

Immagine in Cornice, el último dvd de Pearl Jam, que los captura en su gira por Italia, dirigido por Danny Clinch. El tipo mezcló filmaciones en super 8 (en algunos casos Eddie Vedder opera la cámara) con otras en alta definición. Sin otro objetivo que lograr transmitir la intensidad de la banda en vivo y el carisma de los integrantes. El final me gustó mucho. Es el mejor registro en vivo de Pearl Jam. Pero también es algo más.

Muchachos, si alguna vez vuelven, yo me ofrezco para hacerles el dvd.

 

Acuariofilia

El domingo estuve -luego de una peregrinación por varios acuarios porteños- en la Feria de los Pájaros de Pompeya, en búsqueda de peces de agua tropical (conocidos como africanos) Comprobé que este hobby es uno de los vicios más jodidos después del pucho y los chocolates.