Con la invocación o poema o conjunto de frases Dondequiera empezaba el 30 de Marzo la temporada de escritura de este 2020 que ya venía raro, cuarentenoso y extrañado.
Un guión de largometraje de ficción, género terror y thriller psicológico fue lo primero que terminé.
Luego, seguí con una novela que me llevó bastante más tiempo y que también es hermana de Señor tiempo (Mr. Time) y de Gualicho en cierta forma.
Todavía me guardo los títulos de ambos proyectos.
Entretanto, con Bombay Films intentamos y estrenamos dos cortometrajes vía zoom en los que disfruté la cercanía virtual de trabajar con actores: Boda Negra, Anzur, se suman a otros cortometrajes en los que participe en otros años con diferentes grupos de personas, como Entre nosotros, Motorhome, Cine Sordo, Inextinguible y otras ansiedades parecidas. Y ya escribimos uno nuevo que está por producirse.
Ahora pienso qué sigue. ¿Es el camino ceremonioso de Gualicho? ¿O el del nuevo guion que terminé este año? ¿Serán otros anteriores como Las órdenes? ¿La serie La sociedad de los parientes asesinos? ¿La venta? ¿Señor tiempo?
¿O directamente dejaré el cine porque cuesta tanto y el camino ha sido tortuoso ?
¿Y que haré con esta última novela con una historia que me mueve desde lo personal y lo ficticio?
No lo sé.
Es momento de cerrar la temporada de escritura del 2020 y de comenzar a transitar las tardes soleadas y calurosas del Gran Buenos Aires con otras historias.
Hay unos ensayos que me gustaría escribir. Tal vez lo haga.
Y hay personajes que necesitan ser sacados a pasear, necesitan esa imperceptible energía de la rueda del mouse ajeno, del dedo que acaricia una pantalla para hacer desaparecer un grupo de párrafos y que aparezca otro, la señal de la punta de la hoja doblada por misteriosos dedos que les regalan ese símbolo en sus celulosos cielos.
Cierro está temporada de escritura y de trabajo 2020 con el deseo de que mis libros encuentren a sus lectores y mis películas (son guiones todavía, claro; la única realizada ha sido Mundo tributo) susurren a las cámaras que las van a grabar las palabras que no se oyen y que movilizan ejércitos de sonidos e imágenes.
Es la literatura y es el cine lo que me gusta.
Es donde encuentro todo lo que perdí.
Es donde enfrento al mundo y donde me calzo guantes para colgarme de vigas de palabras, pasar el pescuezo y mirar la luna sobre el pasillo de las baldosas que aprendieron a soñar.
El pasillo está plateado y repetimos el mantra que de poema no tiene nada:
Dondequiera que sople
leve viento.
Donde líneas y círculos
seduzcan y enciendan los motores
de la ola roja
que llevamos dentro.
(con estas palabras iniciamos esta temporada de escritura, de trabajo, y de disfrute en lo imposible y en lo posible)
En Marzo, decía:
Lxs invito a arreglar cosas, a escribir, a sudar, a mirar más y sentir más, sin dejar de reflexionar en lo que fuimos y en lo que seremos. Después de todo, seremos igual o lo que tenga que ser, será igual.
Seguimos.
Adrián Gastón Fares
¿O directamente dejaré el cine porque cuesta tanto y el camino ha sido tortuoso ? No tires la toalla, por favor. Las historias son necesarias.
¿Y que haré con esta última novela con una historia que me mueve desde lo personal y lo ficticio? Publicarlas en papel y que se puedan leer en todo el planeta.
Fuerza!
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Gracias por tus palabras!
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