Mi nueva novela, Seré nada (2021) tiene nueva portada.
Con Seré nada, incursioné nuevamente, luego de Gualicho y Mr. Time, en la ficción de terror.
Quería volver a la novela (la última en invención fue Intransparente, también llamada Elortis).
Quería que fuera de terror, y quería que fuera ficción oscura (o fantasía oscura).
No sé si hubiera podido escribirla sin antes ensayar los cuentos de terror y ciencia ficción de este blog.
Tenía muchas ganas de inventar algo nuevo y de poder compartirlo. Y en cierto modo, de poner lo que aprendí estos últimos años en este arte de invocar historias.
Escribiendo Seré nada aprendí a redactar mejor.
Espero que disfruten de esta aventura, que se conmuevan un poco como yo al escribirla.
Claro que una vez que la terminen pueden opinar lo que gusten y, si les gustó, también compartirla para que otros la descubran.
Terminar una novela es como despertarse de un sueño (o de una pesadilla)
Mientras me desperezo, voy a escribir algunas palabras sobre Seré nada y sobre el tema y la intención de la novela. Ahí vamos:
Sobre Seré nada (Novela, 2021, 200 páginas)
Con Seré nada, traté de incursionar nuevamente, luego de Gualicho y Mr. Time, en la ficción de terror.
Quería volver a la novela (la última en invención fue Intransparente). Quería que fuera de terror, y quería que fuera ficción oscura (o fantasía oscura). No sé si hubiera podido escribirla sin antes ensayar los cuentos de Los tendederos.
Tengan en cuenta que mis proyectos de cine de terror fantástico lamentablemente aún no pudieron ser filmados. Por lo que tenía muchas ganas de inventar algo nuevo y de poder compartirlo. Y en cierto modo, de poner lo que aprendí estos últimos años en este arte de invocar historias.
Por otro lado, me venían diciendo hace tiempo que escriba algo sobre la sordera y creo que en torno a ese tema fui construyendo Seré nada.
La intención era que los protagonistas tuvieran hipoacusia pero que la historia no fuera sólo las circunstancias de las personas con sordera. También traté de darle cierta épica a la sordera. El tema es la adaptación, pero también la identidad, hay que decirlo, y la «discapacidad».
Otra intención fue rescatar lo mejor y lo peor del Sur del conurbano bonaerense. Había olvidado la torre de Interama hasta que el año pasado subí a la terraza a estirarme, digamos, y la vi. Había olvidado que todavía hay caballos.
No considero Seré nada una novela de vampiros. Admito que traté (como en mis proyectos de cine) de crear nuevos monstruos.
Stephen King dice que es lo más difícil y lo que vale la pena (en Danza macabra o Danse macabre, un ensayo que escribió sobre cine y sobre novelas de terror)
A la vez, los monstruos de Seré nada son humanos, tanto los más simpáticos como los más desagradables (que son más humanos todavía)
La historia del caso de bullying está basada, tristemente, en un caso real que tomé de las noticias.
Veo influencias de películas en Seré nada, creo que ni hace falta que diga cuáles son.
Y está esa ternura que me señalaron que tengo y de la que no reniego. Y también soy un poco visceral o espero haberlo sido.
Sé que recordé al escribir a Shirley Jackson (por La lotería) Por otro lado, leí mucho el año pasado a Richard Matheson (yo creo que El hombre menguante es la mejor novela sobre personas con discapacidad, y sin dudas una de las mejores novelas de terror y fantasía)
En los vericuetos de escribir en tercera persona, me ayudó Matheson y ningún otro. Fue una búsqueda y releí toda la ficción de terror (y la de no terror) que pude antes de ponerme con Seré nada. Esto último no quiere decir nada, pero al menos me dio un poco de seguridad al escribir.
Escribir es invocar imágenes, como el cine, incluso de los mejores poemas lo que quedan son imágenes.
Pero a diferencia del cine, cuando escribo literatura, sin olvidarme que sin imágenes no hay nada, trato de apoyarme en algo que obligue a usar ese lenguaje (por ejemplo, la historia de los serenados está interpretada y escrita por Roger, Gema se comunica escribiendo; en Intransparente toda la novela es la re interpretación de la protagonista de una conversación por mensaje de texto)
Espero que disfruten de esta aventura, que se conmuevan un poco como yo al escribirla.
Claro que una vez que la terminen pueden opinar lo que gusten y, si les gustó, también compartirla para que otros la descubran.
Leyendo Seré nada. Capítulo 46. En Seré nada, tres amigos con sordera parten hacia el Sur del Conurbano bonaerense en busca de una mítica comunidad de personas sordas. En cambio, encuentran un barrio de personas silentes, pero ¿qué secreto sus bocas cerradas impiden revelar?
47.
El sol resplandecía en las chapas que no estaban herrumbradas, brillaba en los bordes metálicos de las claraboyas, destellaba en la pintura plástica de los tanques, perfilaba el morro de un gato azulado que descansaba en el borde de una pared, se reflejaba en los respiraderos metálicos de la fábrica.
En la azotea de la casa de sus padres, Ersatz tenía los ojos cerrados, las manos a los costados del cuerpo y la cabeza erguida dirigida hacia el noroeste, hacia la bola centelleante y blanca. Cada tanto bajaba la mirada o cambiaba la postura y veía todos los objetos brillantes entre una bruma rojiza.
Cerca, a unos pasos, Silvina apretaba los músculos del estómago, y tenía los ojos cerrados y el rostro relajado.
El cable semitransparente del agarre de la prótesis auditiva —la única que le quedó— de Silvina también brillaba con el resto de casi todo lo que había en la terraza.
Hacia el sureste, más arriba, cerca del bordillo del techo sobre el que estaba el tanque de agua, estaba Fanny, en la misma postura que los otros dos.
A sus espaldas, abajo, en la calle, el portón negro de la fábrica tenía escrito con letras rosadas, cursivas, una palabra:
SERENADE.
El trazo era fino, pero las puntas eran redondeadas y al final de la palabra la E parecía arrastrada hacia abajo por una cola que terminaba en una flecha, como la de los diablos de los dibujos animados.
En la calle, más allá, doblando la esquina, sobre el techo del auto, se erguía Gema.
Tenía los ojos abiertos, a diferencia de los otros tres, y miraba de lleno al sol. Parpadeaba cada tanto, y era lo único que se movía de su cuerpo.
Sus labios arrugados, los pliegues sobresalidos, lastimados, algo resecos, arrimados, sin tensión, pero firmes, morados sólo en las comisuras y en el resto de la piel que se estaba curando.
Unos metros más al sur, sobre el balcón de la casa de Roger, un hombre tan largo como un árbol, con un cuello que parecía seguir creciendo desde los hombros, con los ojos abiertos, los labios también apretados, los brazos a sus costados con las palmas vueltas hacia la luz potente que le llegaba, con la cabeza rasurada como Gema, parecía dirigir una plegaria en silencio hacia el astro refulgente a lo lejos.
Era Lungo.
Epílogo.
Yendo hacia la avenida, había muchas cabezas nuevas que brillaban en las terrazas, todas apuntando hacia el mismo lugar, estáticas, con melenas, con una mata de pelo corto, peladas.
Desde lo alto del barrio, desde el cielo, surcado por pájaros grises, se podía observar que los pisos de las terrazas donde estaban clavados los pies de los individuos dirigidos hacia el sol estaban pintados de negro.
Uno de los individuos en una de las terrazas cercanas a la avenida, un hombre delgado, de pelo encrespado y nariz prominente, peludas fosas nasales, giró la cabeza, abrió los ojos, y observó con el ceño fruncido por unos segundos, entre manchas rojizas, a las otras siluetas en lo lejos. Relajó el rostro.
Cerró los ojos.
Fin.
por Adrián Gastón Fares.
Gracias por leerme.
Esta es la portada que diseñé en estos días para Seré nada.
Portada Novela Seré nada. 200 páginas aprox. Novela de Adrián Gastón Fares (y diseño de portada)
Es la que podrán encontrar en el .PDF con la novela completa que pueden descargar ya mismo gratis.