Nadie entiende lo que es el amor.

Nadie entiende lo que es el amor,

hace diez años que te fuiste y todavía

arrastro la pena de haberte perdido.

Me dicen que es peor el frío en la calle,

que hay gente con problemas graves de salud,

que algunos no llegan a fin de mes,

tratan de explicarme que el pasado ya no vuelve

y, sin embargo, para mí está presente.

Este poema, como los otros, tal vez, es una llamada

sin respuesta, un arañazo al pasado para que

se vuelva presente.

¿Por qué era todo diferente cuando estabas a mi lado?

¿Por qué jamás pude sonreír de nuevo desde que me enviaste

una carta que me partió el corazón?

Y yo, que no fumaba hacía mucho tiempo, fui corriendo al quiosco a comprarme cigarrillos.

¿El vicio de querer retenerte será porque con vos salí del claustro de mi soledad?

Vos me llenaste de alegría, desde el día que acercamos nuestras manos

en las calles algo cambió en mí para siempre.

Ya no fui libre y me acostumbré a quererte.

Nadie entiende lo que es el amor,

te dicen ya pasó mucho tiempo,

lo deberías haber superado.

Te dicen ella ya no es la misma, y eso no importa

porque antes éramos los mismos y, aunque las cosas

cambian, para el amante no existe el tiempo.

Señalan que todo terminó mal, pero eso tampoco importa.

Si había empezado bien.

¿Sólo importa el final?

¿El principio no se vivió?

¿Y si damos vuelta las cosas?

Me dicen que seguro ya conociste a mucha gente.

Que debes estar casada, o con hijos, pero a mí

no me importa ser desprolijo con la razón.

El amor es esa desprolijidad en la vida, ese salvarse

sin prever que uno puede morirse en el trascurso

de esta aventura grande que el ser humano inventó.

¿Inventó?

No parecían inventos tus besos en el dorso de mi mano.

No parecía invento el día que me lloraste por el amor de tu infancia recién fallecido.

Y no quiero ser indiscreto para que este poema no salga fallido y pueda leerse

como un llamado pasivo a un pasado perdido.

Nadie entiende lo que es el amor,

pero una tía mía entendía,

me dijo que todavía no había conocido a lo más peligroso de la vida.

A ella la habían dejado, yo era chico y lo sabía.

Y yo sí puedo entender lo que sufría;

ella que era tan alegre, tan sonreída, contenía la pena

de saberse una vez no querida.

Yo extraño tus ojos rasgados,

el sentirme acogido por tu comunidad,

nunca pensé que eso iba a ser importante, la verdad.

Pero aquí estamos escribiendo sobre viejos tiempos.

¿Para qué?

Si nadie entiende lo que es el amor perdido,

algo que sucedió y para los demás parece no haber sucedido.

Aunque en el Gran Cementerio cuentan que las pesadas estatuas se suicidaron.

Nadie entiende lo que es el amor.

Que incluso una amistad hubiera servido para no sentirme tan desplazado.

Que saber de vos me haría bien, aunque nunca más quisiste saber de mí.

Desplacemos el pasado, tengo que dejar de lloriquear y de caminar,

entre errores que me señalaste que ya no pueden arreglarse.

Ya sólo me queda sentarme,

y en una puesta de sol olvidarte.

Porque nadie entiende lo que es el amor,

me dicen que la gente tiene mil parejas,

que se separan de una y se ponen con otra,

que las parejas en estos días ya no duran,

que por una cosa u otra ya te hubieras ido igual.

Pero yo estoy perdido.

Nadie entiende lo que es el amor.

Y entonces no hay consuelo.

En un refugio me he escondido,

para soplar la llama que he encendido y

revivir en las paredes con sombras

el lindo pasado con vos compartido.

por Adrián Gastón Fares.

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