La amiga imaginaria.

Dos amigos en un banco de una plaza.

La amistad crece y se convierte en una historia de amor,

son novios de la mano van,

y cuando uno pierde eso,

pierde dos cosas,

la amistad y el amor.

¿Qué hacer cuando un hombre llora todo el día?

Por algo de hace años, despertado por alguna locura.

El hombre se repliega en sí mismo,

camina por la casa porque si se sienta,

le vienen las imágenes más fuertes a la cabeza, imágenes

del pasado en las que se refugia y que, a la vez, no puede tolerar.

Dicen el pasado pisado, pero el hombre

está caminando sobre su pasado.

Encontrando sus errores,

evaluándolos,

llorando a cada paso.

Sopesa escapar de alguna manera pero no sabe cómo.

Ya no es un hombre, es un niño que perdió a una amiga imaginaria.

O un niño que jamás había tenido una amiga imaginaria y que estaba solo,

convertido en un hombre solitario hasta que apareció una amiga real.

Y la amiga desapareció, se hizo imaginaria; un fantasma, es un hombre al que deben tratar otros hombres o mujeres con conocimientos científicos.

Ahora es alguien que espera, espera que de alguna manera esa amiga

vuelva en forma de amiga,

vuelva en forma de novia,

vuelva como sea, pero que vuelva.

Él, que pensó que nunca iba a perderla,

que pensó que se iba a morir con ella

y se lo dijo; la perdió.

Fin de la historia, principio de un duelo interminable.

La fundación de la melancolía.

El desamor como una pecera vacía.

por Adrián G. Fares.

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