El viejo sabio. Poema.

Cuando le preguntan qué le gustó de ella,

siente que el amor es intraducible.

No sabe qué decir.

Tanta cháchara antes.

Tanto duelo y tanto lío.

Y él calla ante la pregunta.

Duda.

No recuerda qué le gustaba,

como si todo fuera una amnesia.

O ya fuera un caracol que se hunde en la arena cuando trata de agarrarlo,

antes de que la nueva ola se lo lleve; antes de que lo cambie de lugar.

Ese amor intraducible.

Y él no sabe qué decir.

Es como si naciera muerto después de tanta gestación.

O ya anunciara la distancia y el olvido.

En cambio los amantes son divinos.

Nada está dicho.

No hay preguntas que no se puedan contestar.

Uno se levanta y se viste.

Uno se salva porque deja ir,

o se va.

Es preferible a terminar llorando como un nene.

Vayan a explicarle a él, que tiene que dejar ir.

Vayan a decirle que todo ha terminado.

Que los imperios se levantan y se caen.

Que nada para es siempre.

Que pasaron años y ella no es la misma.

Que hay que levantarse y seguir.

Que hay gente tirada en la calle.

Que hay gente que no come.

Lisiados,

personas con problemas de salud.

En fin, que hay cosas peores que querer y no ser querido.

Yo conozco a un viejo sabio,

que se olvidó cómo se llamaba la marca de los cigarrillos que fumaba,

cuando fue a comprarlos,

por tener la cabeza puesta en un antiguo amor.

por Adrián Gastón Fares.

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