La historia más antigua del mundo. Cuento nuevo.

Un joven conoce a una joven. El joven es de una cultura y la joven de otra. El joven creció adorando a esa cultura e incluso le habían regalado un libro de esa cultura cuando era un niño. El joven primero es reacio a entrar en esa cultura pero la joven lo inicia. Todo va bien al principio en esta relación amorosa hasta que aparecen las verdaderas diferencias culturales. La relación se corta. La joven decide terminar con el joven y no verlo más. Ella sigue adelante. El joven jamás se recupera.

Tanto que años después de que la relación terminara el joven entra en un delirio, luego del delirio, una vez descubierta la trampa en que lo metió su propia mente –la supuesta reaparición de la joven–, el joven tiene una severa depresión que lo lleva a tener ideas suicidas e incluso a tratar de terminar  con su vida. El joven es internado en una comunidad terapéutica por veinticinco días. Sale descompensado y no puede parar de llorar. Le recetan muchas pastillas. Más de las que tomaba antes. Tantas que tiene que tener una nota a mano de cuántas y cuáles debe tomar de día y de noche.

El joven creía ser inteligente. Ahora se ve a sí mismo como un estúpido, un insecto. Pero no les echa la culpa a las pastillas. Para él siempre fue un estúpido sin saberlo.

El mundo se le va nublando. Espera las noches para tomar sus pastillas y dormir. Cuando duerme puede volar. De día apenas puede soportar lo que se convirtió su vida. No puede darse la mano a sí mismo.

El mundo de su propia cultura le parece muy difícil. Descubre que hay tantas cosas que no sabe hacer que todo lo asusta. ¿Son los psicofármacos los que le muestran la realidad del mundo? ¿O son los que se la hacen más difícil? Ya no lo sabe.

El joven está solo consigo mismo.

Eso es lo peor de todo.

El joven muere, no sabemos cómo.

Pasan más años.

La historia es cargada en la mente de un androide. La pregunta era, ¿son más fuertes emocionalmente los androides o los humanos? El androide con una inteligencia emocional igual o superior a la de un humano cae antes.  Se desarma apenas el otro androide lo abandona.  Tira sus partes una a una hasta que ya sólo queda el torso. Su cabeza queda atrapada en un arrecife de coral. No sabe cómo hacer para dejar de pensar así que sufre más que el joven de la primera historia.

Muchos años después una barco lo pesca. La cabeza les dice a los pescadores:

“Sé que van a conocer a muchas jóvenes de otras culturas o ya las han conocido pero ahora mi misión es advertirles que nunca se enamoren”. Los pescadores desarman la cabeza para vender sus partes. Pero nunca olvidan lo que la cabeza les dijo. En cada puerto cierran las puertas de sus camarotes con pesadas cadenas para que las jóvenes de otras culturas no puedan entrar. Sólo uno no sigue la recomendación del androide. En la proa, de espaldas, descubre a una mujer de pelo negro, alisado y largo hasta la cintura. La joven parece estar llorando. Llorando de una manera que parece un canto. El pescador alarga un brazo para tocar con su mano la espalda de la mujer.

Y toda la historia comienza de nuevo.

por Adrián Gastón Fares.

2 comentarios en “La historia más antigua del mundo. Cuento nuevo.

Deja un comentario