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Fotografía Flores A. G. F

Soñé con el amor. Poema.

Soñé con el amor,
y era lo mismo que antes.

Ví caer iglesias
Crecía el fuego en la parroquia

Esa emoción parásita de los sueños
Que parece querer devolvernos a la trampa

Pero soy el resultado de miles de años de responder a este sueño.

No abriré las puertas
Cerraré los postigos
Cortaré el agua
Bajaré las persianas

Y te trataré como un objeto.

Cómo una mosca atrapada en una telaraña que ni siquiera yo he tenido la suerte de tejer

Dejemos que se afilen las puntas de la verdad y que los cuerpos de los culpables se desangren sobre el metal brillante como fue anunciado por su propia estupidez.

Yo te ví sonreír mientras me clavabas el cuchillo

Eso basta para que el odio detenga los relojes.

El tiempo congelado.

Dónde uno puede pasar toda la vida, reescribiendo la historia.

No movamos un dedo.
Cruzados de brazos.

Miremos.

Cómo los gusanos despellejan
Al ser necesitado que alguna vez fuiste
Esa cosa minúscula que provocaba sonrisas
Y preocupaciones
Que nunca fueron las mías.

Sino la del ejército de imbéciles
Que son capaces de cuidar a un gorrión
Y abandonar a un ser humano

En nuestro fogón

Ellas cantan venganzas

Y escriben canciones para las cunas vacías

Luego solemos beber y pescar en un río oscuro

Y de nuestras garras peludas
Solo escapan los esqueletos
Que la corrupción y la mentira
Han carcomido

Estoy debajo de la pila de muertos
Y mi boca murmura palabras que desintoxican el veneno
Que mató a los que flotan río abajo
Donde las capullos crecen grandes
Y los vivos no los tocan

Hasta que florecen, y lloran como en el sueño donde una mujer escapa por pasillos pintados con murales con mi nombre oculto.

Conozco un concierto donde los instrumentos tocan solos una canción que ellos mismos escribieron y que evitará que empiece otro poema con la frase
Soñé con el amor y que sigue con
Llore en el sueño, pero pasó el tiempo
Y no vale la pena.

Recursos y carácter para batir estas yemas.

La guerra a las promesas
Comienza rompiendo cartas.

Tal vez en ese lugar donde lo voluntad mueve montañas y el mundo es tan justo como la cumbre nevada donde guardaron a los huesos de los animales extintos.

Tan justo para que tu asesino deje de matar personas
Porque en mi historia fue criado con palmadas leves en la espalda.

Con dulces y sonrisas
Como un sueño
Punto final, al desencuentro.

por Adrián Gastón Fares

Estoy pensando el nombre de mi poemario donde rejuntaré los poemas publicados en el blog. Ya aparecerá el nombre… A. G. F.

Soñé con el amor.

Soñé con el amor,
y era lo mismo que antes.

Ví caer iglesias;
crecía el fuego en la parroquia.

Esa emoción parásita de los sueños.
Que parece querer devolvernos a la trampa.

Pero soy el resultado de miles de años de responder a este sueño.

No abriré las puertas.
Cerraré los postigos.
Cortaré el agua.
Bajaré las persianas.

Y te trataré como alguien que puede convertirse en un objeto de la noche a la mañana. Alguien sin recuerdos, sin cariño, sin cuidado. Que te puede arrancar de la órbita y dejarte solo en otro universo. Convertirte en marciano.

Oh, la subjetividad.

Mi subjetividad cantando himnos que nunca escuchó.

Serás una mosca atrapada en una telaraña que ni siquiera yo he tenido la suerte de tejer.

Dejemos que se afilen las puntas de la verdad y que los cuerpos de los culpables se desangren sobre el metal brillante como anunciaba su propia estupidez.

Te ví sonreír mientras clavabas el cuchillo.

Eso basta para que el odio detenga los relojes.

El tiempo congelado.

Dónde uno puede pasar toda la vida, reescribiendo la historia.

No movamos un dedo.
Cruzados de brazos.

Miremos.

Cómo los gusanos despellejan
Al ser necesitado que alguna vez fuiste.
Esa cosa minúscula que provocaba sonrisas.
Y preocupaciones
Que nunca fueron las mías.

Sino la del ejército de imbéciles
Que son capaces de cuidar a un gorrión.
Y abandonar a un ser humano.

En nuestro fogón.

Cantan venganzas.

Y escriben canciones para las cunas vacías.

Luego bebemos y pescamos en un río oscuro.

Y de nuestras garras peludas;
solo escapan los esqueletos
que la corrupción y la mentira carcomen.

Estoy debajo de la pila de muertos.

Y mi boca murmura palabras que desintoxican el veneno
que mató a los que flotan río abajo; donde las capullos crecen grandes, y florecen cuando los vivos no los tocan.

Vuelan, y lloran, o dejan caer
las gotas que sus alas despliegan como en el sueño donde una mujer escapa por pasillos pintados con murales de mi nombre oculto.

Conozco un concierto donde los instrumentos tocan solos una canción que ellos mismos escribieron y que evitará que empiece otro poema con la frase:
Soñé con el amor.

Y que sigue con:

Llore en el sueño, pero pasó el tiempo.
Y no vale la pena.

Recursos y carácter para batir estas yemas.

La guerra a las promesas;
comienza rompiendo.

Cartas.

Tal vez en ese lugar donde la voluntad mueve montañas y el mundo es tan justo como la cumbre nevada donde se juntan los huesos de los animales extintos.

Tan justo para que tu asesino deje de matar.

Porque en mi historia fue criado sin palmadas leves en la espalda.

Y nunca pude distinguir el bien del mal.

Criado con dulces y sonrisas.
Cómo en un sueño, y pañuelos blancos, manos negras.

Punto final,al desencuentro.

por Adrián Gastón Fares.

Soñé con el amor

Soñé con el amor,
y era lo mismo que antes.

Ví caer iglesias
Crecía el fuego en la parroquia

Esa emoción parásita de los sueños
Que parece querer devolvernos a la trampa

Pero soy el resultado de miles de años de responder a este sueño

No abriré las puertas
Cerraré los postigos
Cortaré el agua
Bajaré las persianas

Y te trataré como un objeto.

Cómo una mosca atrapada en una telaraña que ni siquiera yo he tenido la suerte de tejer

Dejemos que se afilen las puntas de la verdad y que los cuerpos de los culpables se desangren sobre el metal brillante como fue anunciado por su propia estupidez.

Yo te ví sonreír mientras me clavabas el cuchillo

Eso basta para que el odio detenga los relojes.

El tiempo congelado.

Dónde uno puede pasar toda la vida, reescribiendo la historia.

No movamos un dedo.
Cruzados de brazos.

Miremos.

Cómo los gusanos despellejan
Al ser necesitado que alguna vez fuiste
Esa cosa minúscula que provocaba sonrisas
Y preocupaciones
Que nunca fueron las mías.

Sino la del ejército de imbéciles
Que son capaces de cuidar a un gorrión
Y abandonar a un ser humano

En nuestro fogón

Ellas cantan venganzas

Y escriben canciones para las cunas vacías

Luego solemos beber y pescar en un río oscuro

Y de nuestras garras peludas
Solo escapan los esqueletos
Que la corrupción y la mentira
Han carcomido

Estoy debajo de la pila de muertos
Y mi boca murmura palabras que desintoxican el veneno
Que mató a los que flotan río abajo
Donde las capullos crecen grandes
Y los vivos no los tocan

Hasta que florecen, y lloran como en el sueño donde una mujer escapa por pasillos pintados con murales con mi nombre oculto.

Conozco un concierto donde los instrumentos tocan solos una canción que ellos mismos escribieron y que evitará que empiece otro poema con la frase
Soñé con el amor y que sigue con
Llore en el sueño, pero pasó el tiempo
Y no vale la pena.

Recursos y carácter para batir estas yemas.

La guerra a las promesas
Comienza rompiendo cartas.

Tal vez en ese lugar donde lo voluntad mueve montañas y el mundo es tan justo como la cumbre nevada donde guardaron a los huesos de los animales extintos.

Tan justo para que tu asesino deje de matar personas
Porque en mi historia fue criado con palmadas leves en la espalda.

Con dulces y sonrisas
Como un sueño
Punto final, al desencuentro.

por Adrián Gastón Fares.