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Seré Nada. 5. Nueva novela.

Leyendo Seré Nada, por Adrián Gastón Fares. Resumen Episodio 5: Se comenta el extraño blog creado por Joseph, quien cuenta de que una tal Riannon creó una controversial comunidad de sordos e hipoacúsicos en el sur del Gran Buenos Aires. Ilusionados, Manuel, Silvina y Ersatz no pueden dormir esa noche.

5.

El artículo del blog decía que cerca de Villa Caraza, donde Ersatz había crecido, donde Ramoncito había matado a sus compañeros de clase, existía una colonia de sordos e hipoacúsicos llamada Serenade. Había hasta fotografías de los símbolos que iban marcando la cercanía de la colonia. Corcheas pintadas en postes de luz. Eran tres fotografías consecutivas en las que en una aparecía una corchea pintada con un negro acrílico, en la segunda dos, una al lado de la otra, y en la tercera eran tres arracimadas.

El autor, que firmaba como Joseph, contaba que una mujer llamada Riannon había emigrado de Martha´s Vineyard, una de las primeras comunidades de no oyentes, para enseñar la lengua de señas americana por todo Latinoamérica.

Se decía que la habían despreciado y menospreciado en cada una de las ciudades en las que intentó lograr su objetivo, educar ella misma a las personas sordas que habían sido criadas en la tradición oralista y religiosa, y que, cansada de rebotar de un lugar a otro, eligió el sur de Argentina y luego el de Buenos Aires para afincarse con los alumnos, un séquito que había rescatado de la tiranía de la voz de Dios y de los normoyentes.

Y se decía, también, que su método era controvertido y estricto.

Joseph dejaba en claro que contaba lo que había escuchado de boca de terceros en su peregrinaje por el sur del Gran Buenos Aires que parecía haber tenido lugar durante la Tyson21.

Según algunas personas, Riannon había logrado mejorar la calidad de vida de las personas con sordera. El compañerismo en su colonia era tan grande que les cambiaba la vida para bien a quienes se acercaban a los espacios educativos que había formado, donde enseñaba una lengua de señas refinada, que hasta había ampliado la comprensión no sólo del mundo sino también del universo de quienes la aprendían y luego adoptaban.

La nota no era pródiga en fotografías además de esas corcheas que indicaban la ruta a la comunidad.

Silvina les envío otro enlace que llevaba a una nota cuyo texto repetía lo de la primera pero que aportaba dos fotografías más que les hicieron brillar los ojos al grupo disperso en la oscuridad de cada uno de sus departamentos.

Una era difusa. Un fogón con personas reunidas alrededor. En la otra se veía a mujer canosa, con la cara lavada por un rayo de sol, de pie, en el centro de un grupo de jóvenes con ropas coloridas que parecían estar danzando. En el pie de la foto decía: Un baile sin música.

Esa noche no pudieron dormir.

por Adrián Gastón Fares.

Seré Nada. 4. Nueva novela.

Serenade. Capítulo 4. Grupo de chat «La oreja» Resumen: Silvina les cuenta de Serenade, una supuesta comunidad de sordos. ubicada en Lanús, a sus amigos Manuel y Ersatz.

4.

Grupo de Chat La Oreja

Silvina

¿Escucharon hablar de Serenade?

Er

¿Qué?

Silvina

Serenade.

En un blog dice que es una colonia de personas… como nosotros.

Manuel

¿Superhéroes?

Er

Hipoacúsicos, sordos…

Silvina

Personas con sordera. Hay comunidades así. ¿Qué dije ayer? No me escuchan nunca.

Perdón.

Er

La del Próvolo era una colonia de sordos…

Me sale esa.

Silvina

Siempre escabroso.

Manuel

Los mellizos estudiaron en California, en una escuela de sordos.

Fremont.

Er

¿Los del subtitulado?

Manuel

Sí, los del foro.

Silvina

Esta que digo no es una escuela. Es una comunidad en Lanús. ¿No eras de ahí, Er?

Er

Sí.

Silvina

Dice más allá de las calles Carlos Tejedor y la Avenida San Martín. Busqué en Maps y parece un signo de la paz desde arriba, tiene sentido…

Er

¿Signo de la paz?

Lanús es. Pero ya no me acuerdo de esas calles.

Manuel

Esperen que se me va a escapar uno que se quiere llevar un queso.

Silvina

Dejalo, que se lo lleve, che…

Ahí les envíe el artículo por email…

Manuel

Claro, después me lo descuentan a mí.

Silvina

Creo que llegó un alumno.

Er

¿El japonés?

Silvina

Debe ser.

Er

¿Hace bien el saludo al sol?

Silvina

Perfecto.

Me cambiaron de tema… La colonia no puede estar lejos de tu antiguo barrio.

Er

¿Vos me querés hacer volver a Lanús? ¿Es un chiste?

Silvina

Habías dicho que la casa sigue ahí. No sabés ni si está tomada.

Er

No creo. Si no hay nadie por esa zona.

Te gusta cazar fantasmas, Silvina.

Te gusta la chatarra espacial…

Silvina

Claro… Y los viajes en el tiempo.

Manuel

Ya tengo el queso en mis manos.

Silvina

¿No les gustaría ir?

A ver, aunque sea.

Er

Mail recibido.

Manuel

Igual. Gracias, Silvina.

A la noche lo leo.

por Adrián Gastón Fares.

Seré Nada. Capítulo 2. Nueva Novela.

Leyendo el Capítulo 2 de Seré Nada / Serenade, mi nueva novela. Pueden escucharlo ya mismo o bien leerlo en esta entrada.
Podcast en Spotify donde iré a de a poco leyendo Seré nada / Serenade. Están disponibles Capítulo 1 y 2.

2.

En la ciudad de Buenos Aires no había mucho para hacer.

Ersatz trabajaba en una obra social. Llevaba encomiendas al correo, más que nada cajas de útiles para los niños de los beneficiarios. Recogía de la imprenta cajas con formularios con la carretilla de carga. Y, el colmo, pagaba las cuentas de los servicios básicos de sus superiores. Un lunes lo acusaron de no llevar unos sellos que debía duplicar… durante sus vacaciones. Recién llegado de unas vacaciones en que se las pasó escribiendo en su departamento, y con esa acusación injustificada, Ersatz decidió partir.

Guardó su termo en una bolsa con el resto de las cosas para el mate, borró toda la información que había en su computadora —también llenaba plantillas de datos y había filmado algunos eventos culturales—, metió los cuentos que había escrito en el pendrive que siempre llevaba en su mochila, saludó al único compañero que respetaba y desapareció.

Le quedaban algunos alumnos online de escritura de guiones con los que podría arañar la suma total del pago del alquiler. De última, se habían devaluado las propiedades y era fácil cambiar de casa. Pero estaba cómodo ahí. Sabía dónde estaban los negocios con los mejores precios. Llevaba tiempo descubrir un barrio nuevo. Lo único que no le gustaba de su departamento de un ambiente era que nunca daba el sol. No le parecía sano.

Haciendo trámites recibía los rayos de sol necesarios para diferenciar el día de la noche sin proponérselo. Ahora que no tenía excusa para salir lo hacía igual inventándose alguna compra urgente en negocios lejanos en los que al llegar se limitaba a mirar la vidriera para cerciorarse de que su producto elegido todavía siguiera disponible. Por lo general, la tristeza era real las pocas veces que otro producto reemplazaba al elegido o sólo quedaba el espacio vacío entre los otros.

Si eran unos auriculares inalámbricos nuevos, cuyas revisiones positivas venía siguiendo en Internet, desandaba los pasos con los hombros caídos hacia el edificio donde vivía.

En un día así, descargaba su frustración en conversaciones sobre temas aleatorios con los dos hipoacúsicos como él que conocía, como la duración de las baterías de los audífonos de cada uno, las películas que se estrenaban en los cines de Lavalle —que habían vuelto a abrir porque los evangelistas que los llenaban también desaparecieron de la ciudad—, y sobre la búsqueda eterna de encontrar o reproducir el zumbido que escuchaban, él de manera continua, pero Silvina y Manuel intermitente. Las palabras cuando tocaban este tema eran acompañadas de enlaces a YouTube con grabaciones de frecuencias extrañas. Y de elucubraciones por lo menos sospechosas, como que el zumbido, el pitido, el tinnitus, era en realidad alguna señal proveniente de los primeros satélites lanzados, que seguían dando vueltas en nuestro sistema solar o de alguna nave, propiedad de la humanidad o no, que andaba rondando el espacio interestelar.

En esas ocasiones, en el grupo de chat La Oreja, los mensajes iban y venían. Eso fogueaba la amistad que habían iniciado en un foro virtual y luego ampliado en algunos espacios más reales como antiguos cafés. Ese día notaron la incertidumbre de Ersatz y convinieron en reunirse el fin de semana.

por Adrián Gastón Fares.

Serenade/Seré Nada. Copyright Adrián Gastón Fares. Todos los derechos reservados.