Anotaciones de Lucas en uno de los manojos de fotocopias.
Creo que Laura leyó algo que debí haber encontrado a los cinco años. Puede ser también que fuera para mi tío o mi primo. Sin embargo, nadie comentó nunca nada en mi familia de un premio. Y antes que enfrentar la lectura de estos apuntes inútiles me pareció mucho más útil emprender el desafío de ese papelucho.
Parece que el destino era que lo encontrara un niño, o una niña, solitario. Ahora somos un grupo y, aunque propuse que dividiéramos las ganancias, mis compañeros se negaron y dijeron que iban a ayudarme a encontrar el premio sin nada a cambio.
Aunque tal vez ya de mucho no sirva, dejo constancia que he encontrado el susodicho papel, por las dudas.
La letra, con vocales redondas, no parece de hombre. No tengo idea qué antiguo Mastronardi pudo haber escrito lo que Laura leyó. Tampoco me parece algo importante.
Los trekkies nos hicieron jurar lealtad en una especie de ceremonia que armaron que me causó gracia, y un poco de miedo. Aproveché para hacerlos abrir las demás cervezas que al final terminaron en mi poder. La única empecinada con seguir con el trabajo práctico de Albatracio era Laura. Juró con desgano como si se tratara de un juego para ella. También susurró algo que ese tipo de nota no podía estar tan mal escrita. Afirmó que pudo ser escrita por una persona fuera de sus cabales.
De repente, agobiada, rompió a llorar. Le habrá afectado encontrar tantas incoherencias en tan poco tiempo. Observé cómo pasó del fervor por Drusila a desestimar lo de los indígenas y proponer, con firmeza, que debíamos terminar el trabajo por el que nos juntamos esa noche.
Aunque tal vez ya sea un poco tarde vuelvo a certificar a través de esta carta que yo, Lucas Mastronardi, he sido el que hallé el papel en el cogote del puma y que mis amigos, a cambio de nada, se proponían ayudarme a encontrar el susodicho premio.
Aguante los Mastronardi.
Yo, Lucas.
Anotación de Laura inclinada al costado de la página en fibra azul:
PAYASO.
por Adrián Gastón Fares.