Hace unas semanas, luego de esta entrevista, una empleada del INCAA se tomó el trabajo de llamarme para dejarme en claro que aún con un permiso del Instituto yo no podía ver el expediente de la película que desarrollé desde cero. Pero no fue solo eso, si no que se desquitó conmigo de sus problemas personales y me dio a entender que no existo como ser humano ante el INCAA, etc. etc. Estamos hablando del Instituto de Cine Argentino.
Puedo filmar Gualicho cuando quiera con quién quiera, eso está claro, pero el premio se devaluó y jamás cobré un peso por mí trabajo (pero lo que más me preocupa es que si el INCAA hubiera actuado bien otro productor hubiera hecho la película y yo no estaría escribiendo esto)
Parece que seguimos igual en este país, que cada vez entiendo menos y menos, más teniendo en cuenta las cosas que me tocaron vivir.
Cómo habrán entendido si leyeron Seré nada, Argentina es cada vez menos mi hogar, cada vez me representa menos y me considero más italiano (mi madre es italiana) que Argentino.
Querer un país en el que se sufre tanto es un masoquismo que no me voy a regalar.
Los que conozcan mí historia y sean empáticos (y puedan ponerse en el zapato de los demás) sabrán lo difícil que me fue lograr llevar adelante mis trabajos en cine. Sabrán que mi intención fue aportar algo a un cine y, en general, a la cultura de un país que simplemente no me merece.
Por suerte, puedo darme cuenta de eso y pasar la página.
Dejo la entrevista que me hicieron en Radio Ciudad.
Mi solidaridad contigo, Adrián. En efecto, es muy difícil levantar producciones de cine y quienes se supone que deben facilitarlas, pues…
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