Poema para las arañas patonas.


Bulbo colgante, oh araña patona,
entrevista en el cuadrante
del maricielo.
Suspendida.
Nunca un pienso,
vive del alumbrado.

La cuidamos para que no se vaya
La llamamos para que no venga

Yo la escondo en la medianera
Y ella trepa por el cielo
rayando las nubes
saltando baldosas
hilando las falanges verdosas del pino gótico fondero
tejiendo lavandinas arcoireadas, dibujando sonidos.

La araña patona,
vuela
y vive en las mustias hostias
que los curas nunca comieron.
En la capilla vacía donde el semen se agrieta.
Tierra seca.
Zen se cena.
Y la araña patona la historia cuenta
de múltiples ojos muertos.
Escarchada por el rocío,
empujada por el viento
nunca un desaliento.

Persistiendo en el vértice del baño,
en el pasillo sin salida,
indiferente a los gemidos del viento
soñando ríos,
riendo pampas.


Siempre cayendo y subiendo
como yo,
como vos.


El mundo se detuvo y las arañas patonas nacieron
y cada tanto se vuelve a detener
para que sus huevos eclosionen
en las cuencas de las calaveras
salen como pimpollos que el buen huertero guardará en sus apretados
bolsillos.
La araña patona nunca patea
y la niñez niña
y la vida es por ellas.


¡Ácara injusticia!
No hay libro que lo diga.
Por eso una vez cada cinco mil microaños
conviene atarles las patas
contar hasta diez mil
y esperar…


Y listo cuando el torso habla:
Te seguirá.


Y no hay nada más lindo que la compañía de nueve arañas patonas,
cuando el sol se indispone el horizonte rinde más.

por Adrián Gastón Fares, 23 Octubre 2020.

2 comentarios en “Poema para las arañas patonas.

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