Seranes épicos sin son. Poema.

Pronto se vienen novedades en narrativa literaria y otras yerbas (como el cine)

Mientras tanto comparto este Poema que formará parte algún día de mi poemario. A. G. F

Seranes épicos sin son.

Caminar sobre las aguas.
Leer muchas páginas.
Reverberación sin falta.
Medianoche y naranjas.

Sentir la espada que traspasa.

Mi Esqueleto.

Hasta los volcanes de hogares lejanos.

Y ahí expuesto.

Frente a esas familias que guardan silencio en las cenas porque se han comido

a Papa Noel,

ahumado

con verduras.

Y no solo eso

tienen encerrado a los Reyes Magos tras cuatro candados

de plata.

Eran hombres lobos

Ellos que seguían a una estrella atada a sus animales.

Una estrella.

Un planeta lleno de balcones cayendo al vacío.

Y dividir las aguas
Era bautismo.

Gotas de sus dedos, en nuestra cabeza.

Las que no eran la muerte salada resbalando en los ojos.

Y las que no eran nos enseñaron las que serían.

Ese viejo truco

del no ser para Ser.

Cuando ya es tarde.

Para todo.

Y la informe.

Forma.

Ese viejo truco.

Que será cosa de todas las veces.

Así nomás maduran los monstruos.

En las tierras de las hadas.

El despropósito sana magia es.

Así como,

Judas era barrer debajo de la alfombra.

Lo de Lazaro es

habernos animado

a tomarte de la mano.

No sabíamos que se podía ordenar a un hombre inspirado.

Dos

Mil

Años

Atrás

Revivir.

A otros.

Exhalantes seres.

Como ese viento que dicta las formas de las escaleras.

Pero,

Ascender era bajar
En el ascensor
Salir a la calle
A buscarnos
Y volver con un libro
De Marlene Dietrich
María Magdalena

Y así empieza.

Cruzando el espejismo,

un cuento infante.

Que nos llevó

A la guerra

a la paz

Y a vos.

Estabas a nuestro lado

y nunca te habíamos visto.

Mirarnos.

Perdón entonces

por el tiempo

con el que calentaste

tu traspasador metal.

Estimadas estigmadas,

Nosotros
coleccionamos libros de actrices
muertas
Para que bañen las noches
lágrimas de ataúdes.

Es sangre,
pero ella está viva.

La mujer araña.
Informe.

Hay que comerse las palabras para dar con ella.
Destruir los muebles.
Quemar la guitarra.
Soplar el humo.
Y doblarse en el suelo.
Con las palmas hacia arriba.
La frente pegada al frío,
pegajoso
brillante
parquet.

Todo sea para rescatar a los reyes magos y ahogarlos para siempre en un vaso lleno de burbujeantes vampiresas que succionarán nuestra mente.

Para no verte.

Ascensor a la terraza.

A través del agujero.

De los clavos.

En nuestras palmas.

Vemos el eclipse.

De tu mirada.

Las pieles de tus párpados.

Que deberían mantenerse bajos.

Porque es hora de cerrar este negocio en mi presente.

Mañana tal vez te encuentre cuando el sol brille y yo busque a mis zapatos que no eran cuatro para salir a la ciudad.

A comprar el pan.

por Adrián Gastón Fares.

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