En la noche
en un banco de
zapatero
reposa mi mejilla
En la pantalla del teléfono
leo una novela
Y una cara me sorprende
Escupe orbes rojizas que vuelan
Los espíritus de los árboles
me visitan
en las noches de lectura
agradecidos son.
Porque le dije adiós,
al papel y a la madera
Yo vuelvo a la novela
a la pantalla negra
y a las letras blancas
que me separan de la oscuridad
como esta frágil tarea;
la de vengar las cosas buenas.
Flotan las flojas orbes fantasmeras
sobre el cajón ancho y largo
Para que pueda jugar a gusto
la envuelta
en este asunto.
Es la tumba un arbusto
menos en el bosque
A la dueña de la imprenta
¡Déjenla arañar la tapa!
Tal vez sus uñas pudieran
Destejer el hilo grueso
De esa tapa de madera
Y cuando la mano irrumpa
Y la garganta el viento fresco inhale
Yo dejo mi novela
La esperanza no se le niega a nadie.
Me sobran tapas de acero
Y tengo tornillos a montones.
Después me dispongo a la ciudad
A buscar otra condena
Si en tus manos las hojas de un libro tiemblan
Son las mías las que te esperan
No lo hago por las buenas
Lo mío es matar bien abajo
Para que griten alto
hasta la copa de los desaparecidos
árboles.
Y yo me vea
en ese espejo redondo
el acero
donde me descubrí la vez primera.
por Adrián Gastón Fares
buenos versos
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Gracias, Pippo!
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