Querido Adrián,
Estoy persiguiendo a un piscicultor. El tema es que no cría goldfish, carpas ni nada de eso si no que se dedica a los peces abisales. Creó unos cuantos monstruos ciegos que lanzó a una piscina de un barrio cerrado. Los animales redujeron a los bañeros a unos jirones de carne.
Es un joven cuya novia se enamoró de un profesor de física. Cuando lo abandonó, el chico enloqueció y comenzó a usar su Impresora Riviera para crear No-seres ilegales. Su intención era largarlos en el momento en que el profesor se zambullera en la piscina. Pero no fue el caso. Como suele suceder, sufrieron otras personas que nada tenían que ver con el asunto.
Por ahora esto me mantiene ocupado. No he vuelto a enfrentarme con Taka y al hombre de cara larga.
No sé qué estarán tramando porque el otro día en el hangar de Riviera se llenó de caracoles que secretaban una baba de color púrpura. Como leí bastante a Patricia Highsmith, sé que ella criaba caracoles, eran sus mascotas, y que hasta se desplazaba con ellos en sus viajes.
Pusimos una cuantas hojas de lechuga hidropónica para lograr que los caracoles se arracimaran. No pudimos evitar pisar algunos y el gas de color violeta que expulsaban nos hizo entrar en una especie de letargo plagado de visiones.
Te vi sentado en un café con tu socio, muy tensionados, y trabajando en la película (¡felicitaciones!)
Te vi también en el cementerio de Avellaneda, entrando en la cripta donde están los restos de tus familiares y despidiendo a tu tía abuela.
Antes, en el velatorio, tomaste de una bolsa unos caramelos ácidos, uno de naranja y otro de limón. Sé que previste todo lo que ibas a ver ahí pero un detalle se te pasó por alto…
Acompaño tu desconcierto. Todavía no podés creer que esa persona con la que creciste entre bastidores, bordados, máquinas de coser, en esa casa chorizo de Lanús que visitabas, ya no forme parte de este mundo. Vas a extrañar escuchar ese dialecto italiano, tal vez llamado genovés o calabrés, de Villapiana, Calabria, porque ya no quedan italianos que lo hablen en tu familia.
Por más que pueda escribir desde el futuro te aseguro que no entiendo nada sobre la muerte.
Sé que pensás que el tiempo no existe, pero que tiene que ser algo palpable. Yo me preguntó, ¿para qué trabajar? ¿Qué sentido tiene perseguir estos seres si en un futuro no muy lejano yo y los que los crearon seremos roca?
Vos te debés preguntar ¿Para qué escribir? Y encima cosas fantásticas en tu caso.
Sé que estás cavilando mucho.
¿Cómo creamos en nuestra imaginación un zombi si tras la muerte el cuerpo está duro como una roca y frío?
En mi caso, ese último contacto con los seres queridos, cuando sé que ya son una roca, me da paz. Pero hay tanto misterio en la vida que la muerte no puede abarcar. Y después de todo, son palabras, pensamientos, a los que hemos llegado tras observar, con el método inductivo, ciertos ciclos. ¿Pero dónde está lo real? ¿Dónde el factor que lleva al cambio? El que persiguen tanto los científicos.
La lagartija grande que viste en el vértice del cielo raso de la habitación de tu tía abuela cuando ella ya había decidido que no quería vivir más, que los noventa y un años eran suficientes, y se lanzó a una huelga de hambre que la llevó a la anorexia, como una adolescente, te hizo pensar que siempre hay algo más que la muerte, por lo menos para la imaginación. ¿Por qué ese bicho, sin temer a nadie, decidió apostarse en ese lugar?
En dos horas voy a hacer sonar tu teléfono.
No vas a escuchar ninguna palabra mía, me gustaría pero es imposible, ni como una vez que llamé, sólo la canción Sultans of Swing de Dire Straits.
Vas a escuchar una estática, el ruido de fondo del universo.
Te saluda con fervor, desde un futuro donde todo es casi posible, y donde los caracoles exudan secreción púrpura, para el deleite de Patricia Highsmith, tu amigo.
Von Kong.
PD: Te dejo un koan. ¿Estás seguro que las estrellas no fuman?
Hola Adrián,
Qué vertiginoso tu relato!, me ha encantado! y es que creo que es enormemente enriquecedor leer historias diferentes y alejadas a las propias! 😜; en este caso, me quedo con la siguiente idea: » … y por qué no?»
Feliz domingo!
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Gracias, hay que leer de todo, claro, hasta las etiquetas de los vinos 🙂 Saludos!
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¡Brillante relato Adrián! y me das para reflexionar.
Gracias compañero
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Gracias a vos! Saludos.
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