Con respecto al cine y la literatura creo que el cine es un arte más completo. Apela a las sensaciones. Cuando uno lee una novela, como me pasó con la última de Houellebecq o leyendo a Amelie Nothomb, hay una voz que nos queda dentro de la cabeza. Esa voz al salir a la calle, por decir algo, relata nuestra propia vida. Con el cine es una sensación, una especie de vivencia lo que nos queda adentro. Eso me pasó con la última película de Terrence Malick, King of cups. Lejos de ser buena, pero uno se enriquece con la vivencia y la potencia de las imágenes produce la sensación de que la vida puede ser de esa manera. Lo mismo se puede decir de El banquete de bodas, de Ang Lee (la fotografía del inicio del post).
La literatura, en cambio, en su uso nos invita a construir un lenguaje más complejo y menos completo, mientras que el cine nos acompaña en un modo de ver y sentir el mundo simple y compacto. Las mejores novelas apelan a imágenes en su devenir, como las de Bernhard y Bellow.
Podríamos decir que el resultado de ver cine propicia un acto postural, físico, y la literatura uno de la impostura.
Adrián Fares