¡Que la piel se vuele!
¡Se desarme en pedacitos!
Las uñas.
Pueden ayudar,
pero las uñas son
piel endurecida,
y nada,
solamente el tiempo
y otra mano
completan el trabajo.
El joven pálido piensa,
sendereándose,
emboca un pensamiento pasado,
cuando llevaba la cabecita enroscada que había sido su hijo en la mochila
y enseñaba máximas
al costado de un laguito.
Eso había sido
antes que se lo sacaran
y lo encerraran,
mucho antes de que un tiro se pegara.
Entonces había dicho:
pequeñuelo,
nene nenito,
no dudes dos veces de tus pensamientos:
ése es el camino del desconcierto.
Sé rápido.
Suele ganar, el que primero pierde la dignidad.
La mochila con el casiniño muerto
estaba apoyada en el piso, entre los yuyos,
él sentado en un árbol caído,
la corriente del laguito se llevaba su reflejo,
lo amuecaba,
lo endurecía,
nunca había sido tan feliz
como no siéndolo nunca.
– cooonde